El Código Da Vinci: historia de una blasfemia
18 de mayo de 2006
Ante la inevitable llegada de El Código Da Vinci a los cines, la Hermana inglesa Mary Michael sacó su rosario y se arrodilló para rezar al Señor sobre la alfombra roja del Festival de Cannes. Ni al propio Dan Brown se le hubiera ocurrido un principio más acorde.
Mientras fue un libro, aunque bestseller, las críticas a El Código Da Vinci pudieron pasar desapercibidas. Convertido ahora en película con participación de grandes estrellas de Hollywood, como si acabara de aparecer, la historia que casa a Jesucristo con María Magdalena encarna la peor de las ofensas para el Vaticano, el Opus Dei y grupos católicos diversos que preparan ya en Estados Unidos manifestaciones de protesta contra el filme.
El Opus Dei a sueldo del Vaticano
El Opus Dei critica la película, pero después del éxito que le brindó a La Pasión de Cristo el llamamiento al boicot efectuado por la organización católica, el Opus Dei se abstiene en esta ocasión de aconsejar a los buenos cristianos mantenerse alejados de los cines.
En la película, este grupo religioso conservador recibe de la Santa Sede, además de una jugosa suma, el encargo de poner a salvo las comprometedoras pruebas de la mentira católica que podrían hacer tambalear al Vaticano y a toda la cristiandad. Con este propósito, el Opus Dei comete diversos asesinatos, entre ellos el de una monja católica.
El día del estreno de El Código Da Vinci, en el Festival de Cannes, se cumplían 20 años de la beatificación de José María Escriva de Balanguer, fundador del Opus Dei. Por supuesto, la coincidencia no es más que casual, aunque Dan Brown diría que no hay elemento simbólico que aparezca por azar.
Pedro, una mentira religiosa
El Vaticano sí ha pedido que el filme sea boicoteado, aunque seguramente no exista mejor publicidad que la indignación de la Iglesia católica. Acusada de engañar a la humanidad durante siglos, de desprestigiar a María Magdalena, de eliminar documentos históricos, de crear pruebas falsas sobre la vida de Cristo y de actos varios de dudosa moralidad, más que Dios o Jesucristo, es la Iglesia la que aparece puesta en duda en El Código Da Vinci.
Pero como representantes del Dios sobre en la Tierra, la Santa Sede no duda en hablar de blasfemia y el Papa, en una casualidad probablemente menos azarosa que la fecha de presentación de la película, dedicó también ese mismo día su audiencia general a la figura del apóstol Pedro. El Código Da Vinci niega que Cristo encargara a Pedro la misión de fundar su Iglesia, una invención que según la novela de Brown tendría la función de arrebatar a la mujer su valor sagrado.
Por criticar… que no quede
Los últimos en poner el grito en el cielo, y nunca mejor dicho, han sido los miembros de la Organización Nacional de Albinos de Estados Unidos, que se quejan de que el monje del Opus Dei y actor material de los asesinatos sea un albino. Según la organización, este hecho fomenta los prejuicios con respecto a las personas con problemas de pigmentación.
Entre tanto, los críticos siguen haciendo su trabajo... criticar. El Código Da Vinci sale bastante mal parado, pero serán pocos los que se dejen influenciar por la opinión de los expertos: los críticos aficionados ya han convencido a la mayoría de que, interese el tema o no, esta es una película que no hay que perderse.