El Tratado sobre Comercio de Armas no ha frenado el negocio
23 de agosto de 2024Cuando en estos días se habla en Alemania de exportación de armas, la mayoría de la gente piensa en el respaldo a Ucrania en su lucha contra la agresión rusa. Casi se ha olvidado que, durante largo tiempo, un principio de la política alemana fue no enviar armas a regiones en guerra o en crisis. Eso era antes de la guerra de Ucrania.
Igualmente ha caído en el olvido que Alemania se cuentan entre los 115 Estados signatarios del Tratado sobre Comercio de Armas, TCA (ATT, por sus siglas en inglés), en vigor desde la Navidad de 2014. En un mundo cada vez más nacionalista y belicoso, este ha desaparecido de los titulares.
Conferencia de los signatarios
En Ginebra, tiene lugar la décima conferencia de los Estados signatarios, y la organización humanitaria Amnistía Internacional hace un balance nada alentador: aunque se trata en parte de los países firmantes, algunos de los mayores exportadores de armas burlan continuamente las reglas básicas de este tratado.
Mathias John, experto de Amnistía Internacional, recuerda en conversación con DW la principal función del TCA: "Los Estados se comprometen a no aprobar exportaciones de armamentos que conduzcan a violaciones de derechos humanos y del derecho internacional humanitario".
John explica que, hace 10 años, se establecieron minuciosamente categorías de armas que caían bajo la prohibición: "Por ejemplo, los tanques de combate, los aviones de combate, los buques de guerra y también las llamadas armas pequeñas. Ese fue por entonces otro gran éxito del acuerdo. Los Estados también deberían aplicarlo a la munición".
Diez años más tarde, no se ha avanzado mucho. El Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (SIPRI) señaló en marzo, en un informe, que la transferencia global de armas entre 2019 y 2023 bajó un 3,3 por ciento en comparación con años anteriores, pero los países europeos importaron en el mismo período un 94 por ciento más de armas que en los cinco años previos. Esto es una consecuencia directa de la agresión rusa a Crimea en 2014 y la invasión de Ucrania en 2022.
En cambio, se venden menos armas a África, por ejemplo. Entre 2014 y la actualidad, el volumen de comercio global de armas se ha mantenido más o menos constante.
Israel, Gaza, Sudán, Myanmar
Amnistía Internacional registra tres vulneraciones especialmente graves del tratado. Indica que, encabezados por Estados Unidos, varios países siguen abasteciendo a Israel de armas, pese a que hay suficientes indicios de que se viola del derecho internacional en la guerra en la Franja de Gaza.
En la guerra civil de Sudán, con la mayor cantidad de desplazados internos a nivel mundial, Serbia se destaca como abastecedor de armas, pese a un embargo dictado por el Consejo de Seguridad de la ONU para la región de Darfur, en el oeste del país.
Y en Myanmar, desde que tomaron el poder en febrero de 2021, los militares han recibido armas y equipo castrense por valor de al menos mil millones de dólares, sobre todo procedentes de China.
Según Mathias John, muchos países signatarios no se atienen tampoco a otros compromisos, como el de informar de manera transparente sobre las exportaciones de armas autorizadas y consumadas. "Algo más de la mitad de los países entregan regularmente sus informes. Todo lo demás tenemos que investigarlo arduamente, lo cual es un gran problema, porque los negocios de armas suelen mantenerse en secreto", dice.
Exportaciones alemanas
En Alemania, recibió fuertes críticas el informe que el Gobierno presentó en julio sobre las exportaciones de armas aprobadas en el primer semestre. De acuerdo con él, se permitió la exportación de armamento por un monto aproximado de 7.600 millones de euros. Casi dos tercios (4.900 millones) estuvieron destinadas a Ucrania. Entre los receptores se contaron también Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos.
Aun así, Mathias John tiene la impresión de que todos los Gobiernos alemanes, desde 2014, han querido y respaldado el TCA. Según el experto de Amnistía Internacional, en la aplicación de tratados internacionales bajo el alero de la ONU se requiere siempre un largo aliento y mucha paciencia. Sostiene también que el tratado debe ser complementado con un catálogo de sanciones para las transgresiones, que hasta ahora no existe.
(ers/rml)