Diego y la danza de los millones
25 de abril de 2007El caso del brasileño Diego ilustra la manera como los directivos alemanes vislumbran el panorama futbolístico europeo, en un criterio según el cual son urgentes las reformas estructurales en este deporte, y en esta región.
Allofs, el sabueso
Diego Ribas da Cunha llegó al Werder Bremen, procedente de equipos como el FC Porto de Portugal y el emblemático Santos de Brasil. Fue el buen ojo del director deportivo Klaus Allofs -ex seleccionado alemán- el que permitió detectar de manera temprana el talento sobresaliente de este joven que acaba de cumplir 22 años de edad.
Diego llegó al Bremen por una suma considerable, pero no extraordinaria dentro del tarifario que se maneja en Alemania: 6 millones de euros. Ya en la Bundesliga, se ha consolidado como un mediocampista genial y, al mismo tiempo, un goleador nato. En ese torneo, el 2006/2007, Diego puso 14 pases para gol, y anotó 13 tantos él mismo.
Dicha combinación ya era notable. Desde hace tiempo se menciona al brasileño-italiano como fuerte candidato a ser nombrado el Mejor Jugador de la Bundesliga en el torneo. Pero su fama no trascendía las fronteras alemanas.
Un gol cambió todo
Hay indicios de que todo cambió a partir del pasado 20 de abril de 2007. Diego anotó ese día, en el partido contra Alemannia Aachen, un gol histórico a 63 metros de distancia de la portería contraria. El video correspondiente llegó a internet, y al parecer fue observado por relevantes personajes del mundo futbolístico internacional.
El periódico Süddeutsche Zeitung afirmó entonces que el mismo Pelé fue uno de los espectadores, así como algunos directivos del Real Madrid. La publicación bávara, junto con medios como Kicker y Marca, aseveró contundente que el equipo merengue pretendía ahora los servicios del mediocampista y que las negociaciones ya habrían comenzado.
En Alemania había otro equipo interesado: el Bayern München, que según su técnico, Ottmar Hitzfeld, tiene preparados cerca de 50 millones de euros para comprar a ocho o nueve jugadores, renovar el plantel, y sacarlo de la crisis en la que se encuentra.
Hasta aquí, todo sonaría justo y correcto: una estrella, dos equipos ambiciosos que la pretenden, y otro más que buscará retenerlo. Pero la competencia por Diego se dará en condiciones generales que, de acuerdo con los directivos alemanes, perjudican al fútbol teutón.
Ni siquiera el Bayern, acaso el club más acaudalado de la Bundesliga, estaba en posibilidad de hacer una oferta similar a la que, si es que se produce, pondría sobre la mesa el Real Madrid (lo cual no ha sucedido aún). Todo mundo lo sabe y por eso, quizá, Diego ya dio un claro "No, gracias" a Uli Höneß y a su escuadra muniqués.
Contra el mercado
En Alemania, como en el Parlamento Europeo, se argumenta que bajo tales condiciones generales, el fútbol se convierte cada vez más en un instrumento de mercado. De acuerdo con esta lógica, el talento de Allofs y de otros cazadores de futuras estrellas acabaría sirviendo a terceros y, para colmo, fuera del país.
Además, dicen quienes proponen una reforma profunda al fútbol europeo, la indiscriminada compraventa de jugadores aniquila el esquema piramidal según el cual las fuerzas inferiores, las ligas regionales, y en general, el fútbol amateur debieran ser caldo de cultivo de las ligas profesionales.
Como consecuencia, alegan, será cada vez más difícil integrar seleccionados nacionales químicamente puros, se incrementarán las nacionalizaciones al mejor postor, y se perderá identidad en competencias como la misma Copa Mundial.
¿Tendencia mundial?
Como quiera que sea, puede verse signos de esta comercialización extrema en otras latitudes. ¿Ejemplos? La compra de David Beckham por parte del equipo estadounidense Galaxy, o del crepuscular astro mexicano Cuauhtémoc Blanco por el Chicago Fire.
Pero incluso ahí existen regulaciones salariales, con su respectiva excepción: la del "jugador designado", que puede rebasar el tope establecido.
El esquema europeo en el que se produce el caso de Diego es sólo un ejemplo de lo que ciertamente puede llegar a suceder si las cosas no cambian, y de cómo es interpretado este fenómeno en los medios futbolísticos alemanes.
Falta ver el otro lado de la moneda: el negocio del fútbol. La pregunta persiste: ¿tendrán los directivos alemanes y los políticos europeos suficiente dentadura para hacer frente al monstruo de la mercadotecnia?