Desafíos de los investigadores chilenos en Alemania

Son investigadores jóvenes, quieren perfeccionarse y hacer ciencia en prestigiosos centros y universidades. La gran mayoría llegó con una beca desde Chile y sueñan con regresar a su país para aportar, o quizás seguir desarrollando sus carrreras en el exterior. Son los miembros de la Red de Investigadores Chilenos en Alemania, INVECA, que desde 2012 ya ha convocado a unos 130 talentos.

Aunque están dispersos por toda Alemania, este 13 y 14 de octubre se reunieron en el V Encuentro Anual, que en esta ocasión se realizó en el Instituto Max Planck para Infecciones Biológicas en Berlín. La idea es compartir los avances en los trabajos de cada uno y discutir problemas comunes, como la institucionalización de investigación en y sobre Chile.

"Esta es una red multidisciplinaria y este encuentro refleja esa diversidad. Nos interesa reflexionar acerca de cómo los investigadores chilenos que estamos en el exterior podemos aportar a nuestro país”, indica Carolina Guerrero, una de las directoras de la Red INVECA.

En el encuentro anual se comparten experiencias en distintas áreas y se fomenta el trabajo en redes. También de aquí salen inquietudes que se hacen llegar a las autoridades chilenas. Uno de los temas que los ocupa actualmente es el proyecto de creación del ministerio de Ciencia y Tecnología en Chile, para lo cual tienen proposiciones e ideas que aportar, a partir de la propia experiencia trabajando en centros de excelencia.

Obstáculos para la cooperación
Uno de los invitados a exponer en el encuentro es Andreas Trepte, Director de la Oficina de Enlace para América Latina de la Sociedad Max Planck. Esta organización científica alemana cuenta con 83 institutos, a los cuales llegan estudiantes extranjeros de todo el mundo, pero con baja presencia de latinoamericanos: "Tenemos entre siete y ocho mil estudiantes extranjeros en nuestros institutos cada año. Entre ellos figuran 500 latinoamericanos. Hay muchas convocatorias en que incluso damos becas, pero las aplicaciones de los latinoamericanos son menores”, indica en entrevista con Deutsche Welle.

Como causa, apunta a una histórica orientación hacia el mundo anglosajón y también obstáculos culturales y de idioma. "Pero eso no debiera ser así, pues más de la mitad de quienes trabajan en nuestros institutos no son alemanes, y se usa mucho el inglés”, indica. Otra dificultad radica en que los mecanismos para establecer cooperación en América Latina son más lentos y menos flexibles que en países desarrollados, apunta Trepte.

Es lo que ocurre en Chile. "A pesar de que el intercambio con Alemania no es pequeño y que se orientan en ideas y mecanismos que nosotros practicamos en ciencia y tecnología, tenemos en promedio sólo unos 60 chilenos por año, de los cuales entre cuatro y seis vienen con financiamiento chileno y el resto con otro tipo de becas”.

Aparte del poco estímulo o desconocimiento de los estudiantes del país andino por las posibilidades que ofrece Alemania, los montos de las becas estatales son muy bajos, indica Trepte. Por eso, busca mecanismos para estimular la cooperación. Entre ellos, hay conversaciones con el organismo chileno encargado del tema para un nuevo programa de becas. 

El difícil retorno

La idea es atraer a más jóvenes chilenos. Sin embargo, confiesa Trepte, existe una preocupación mayor: "Cómo regresan y a qué regresan después de tres años en Alemania. En Chile no existe un programa de repatriación que ofrezca posiciones para personas que son altamente calificadas y que puedan reinsertarse en el sistema. Envían estudiantes al extranjero y no tiene plazas para recibirlos a su regreso”.

"El retorno se fomenta muy poco. Además, la institucionalidad chilena no está preparada para recibir a los científicos que regresan, tanto en logística como en vanguardia de debates”, agrega Carolina Guerrero, de Red INVECA.

Mientras en Alemania hay un amplio campo como las universidades, sociedades, institutos científicos independientes y la empresa privada, en Latinoamérica el trabajo científico se concentra casi exclusivamente en las universidades.

Finalmente, Trepte advierte que hacer un doctorado no es garantía: "La lección es que no todos pueden encontrar un puesto en el sistema laboral chileno y no todos tienen la misma calidad como investigadores. Si no hay un programa para reinsertar a los mejores, es un desperdicio de recursos y genera mucha decepción entre los propios científicos”.

Autor: Victoria Dannemann (CT)