COVID-19 agudiza el hambre en el mundo
12 de octubre de 2020Erradicar el hambre hasta 2030 es uno de los objetivos de desarrollo que se trazó la ONU hace cinco años. Eso implica que también en los países más pobres del mundo, cada persona tenga suficiente alimentación. ¿Cuál es la situación actual?
En 2015, la meta parecía ambiciosa, pero alcanzable. La situación mejoró notablemente en pocos años. En el 2000, el índice de la organización Ayuda contra el Hambre en el Mundo registraba, a nivel global, 28,2 puntos. Hoy, el índice es de 18,2. La meta sería llegar a 0.
La organización alemana distingue cuatro factores:
-Subalimentación (porcentaje de personas que no pueden cubrir sus necesidades de calorías)
- Bajo peso de niños (porcentaje de niños menores de 5 años que tienen demasiado poco peso en relación con su altura, lo cual es un signo de desnutrición)
- Retraso en el crecimiento (porcentaje de niños menores de cinco años con una estatura demasiado pequeña en relación con su edad, un signo de desnutrición crónica)
-Mortalidad infantil (tasa de mortalidad de niños menores de cinco años).
"El mayor fracaso moral de nuestra generación"
Pese a los avances, también las cifras más recientes son inquietantes: casi 690 millones de personas están subalimentadas; 11 millones de niños sufren retraso en su crecimiento debido a la desnutrición crónica. En 2018, 5,3 millones de niños murieron antes de cumplir cinco años, con frecuencia debido a consecuencias de la desnutrición. La organización considera que el hambre que se padece en el mundo es "el mayor fracaso moral y ético de nuestra generación”.
Aun cuando ha habido progresos en términos globales, las diferencias entre países y regiones son enormes. El África subsahariana y el sur de Asia son las regiones con mayores niveles de hambre.
Simone Pott, portavoz de Ayuda contra el Hambre en el Mundo, señala que las "crisis y conflictos, al igual que la pobreza, la desigualdad, la falta de salud y las consecuencias del cambio climático” son los principales problemas a enfrentar: "El Congo y la República Centroafricana ocupan los últimos lugares en el índice de la organización. Conflictos violentos y fenómenos climáticos extremos frenan una evolución positiva”.
Pero también hay ejemplos alentadores, como el de Nepal. "Inversiones en el desarrollo agrícola han reducido la pobreza”, explica Simone Pott.
El factor COVID-19
Sin embargo, ahora ha entrado en juego otro factor: el COVID-19 y sus consecuencias. Los golpes sufridos por la economía redundan en una reducción de ingresos, lo cual lleva a muchos países a no poder importar tantos alimentos como antes. La FAO estima que, considerando solo a los países importadores netos de alimentos, eso podría traducirse en que 80 millones de personas adicionales se vean afectadas por la desnutrición. Mathias Mogge, secretario general de Ayuda contra el Hambre en el Mundo, muestra gran preocupación: "La pandemia y sus secuelas económicas tienen potencial suficiente para que se duplique la cantidad de personas afectadas por crisis alimentarias”.
En muchas partes se plantea la pregunta de si las consecuencias económicas del coronavirus no serán peores que el propio virus. Simone Pott indica que "el confinamiento ha tenido consecuencias fatales, sobre todo para los millones de personas que trabajan en el sector informal. Ellos perdieron sus ingresos de un día para otro, mercados locales tuvieron que cerrar y los pequeños campesinos no pudieron seguir cultivando sus campos”.
Volviendo a la pregunta de si la humanidad conseguirá erradicar el hambre hasta 2030, Simone Pott no se muestra optimista. "En general la evolución es satisfactoria, pero los avances son muy lentos”. Estima que, si las cosas siguen por el actual derrotero, unos 840 millones de personas podrían estar subalimentados para esa fecha. Y eso, sin contar las repercusiones de la pandemia.
(ers/cp)