Con el "sí" de Irlanda se ganó una batalla clave, pero aún no la guerra
5 de octubre de 2009"Hoy, los ciudadanos irlandeses se han pronunciado con voz firme a favor de Europa. Éste es un gran día para Irlanda, un gran día para Europa", declaraba eufórico el primer ministro irlandés, Brian Cowen. Y no era para menos. Porque la isla dejaba de ser un obstáculo en el camino de la "construcción europea", y porque el futuro político de Cowen iba ligado a que el sí triunfara en la consulta.
Sin embargo, que los irlandeses dejen de oponerse a la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el documento que deber dar nueva vida, y funciones, a las instituciones comunitarias, no significa que éste haya superado ya todas las trabas. Aunque minoritaria, en el centro de Europa aún resiste la oposición. Dicen los checos que rechazan el acuerdo, redactado por representantes de los 27 Estados miembros, que la UE habría llevado a los irlandeses a las urnas tantas veces como hubieran sido necesarias hasta obtener una respuesta afirmativa, y que eso no es voluntad popular. "¡No queremos Bruselas!", gritaba el pasado sábado un grupo de manifestantes frente al famoso castillo que corona Praga.
Esperando a "Sir Cameron"
Después de la aprobación irlandesa, dos ratificaciones le faltan al Tratado de Lisboa para tener validez jurídica: la de Polonia y la de la República Checa. La primera firma se da por plasmada, ya que el presidente polaco, Lech Kaczynski, se comprometió a darle luz verde al documento en cuanto lo hiciera Irlanda. La segunda es muy probable, pero temporalmente impredecible: sus detractores la retrasan por la vía judicial.
"En nuestro país, el caso se discute aún ante el Tribunal Constitucional y pienso esperar a que éste se pronuncie", declaró el jefe del Estado checo, Vaclav Klaus, y lo que quería decir es que no dejará que el voto irlandés le haga perder los nervios: su rechazo al acuerdo europeo sigue inalterado y esta lucha no la da aún por vencida.
"Hemos venido a apoyar a nuestro presidente y a desearle que mantenga firme el pulso. Sabemos bien a qué presión se encuentra sometido por su opinión sobre el Tratado de Lisboa. Queremos demostrarle que hay más personas que están de su parte", decía uno de los manifestantes de Praga.
Los antieuropeístas checos son pocos, pero hacen mucho ruido. Y miran al futuro con la esperanza de encontrar pronto un aliado fuerte en Europa: David Cameron, el conservador británico al que todas las encuestas pronostican como el próximo premier. Klaus le ha escrito una carta a Cameron prometiéndole bloquear el Tratado hasta que éste se haga con las llaves de Downing Street, para luego poder echarlo por tierra conjuntamente.
¿Inútil la resistencia?
No obstante, existen dudas fundadas de que la jugada le vaya a salir bien a Vaclav Klaus. Todo apunta a que los jueces del Tribunal Constitucional checo le darán el visto bueno al Tratado de Lisboa en el plazo de pocas semanas. Desde entonces hasta las elecciones británicas distará demasiado tiempo como para que los atrincherados en el "no" puedan defender con éxito sus últimos baluartes. Klaus podría incluso ser depuesto del cargo de presidente por inactividad.
Y es que los partidarios del avance en la unidad europea son mayoría en la República Checa. Al frente de estos, Jan Fischer, el jefe de Gobierno provisional, que quiere dejar sentenciada esta batalla antes de que acabe el año. "El sí de Irlanda al Tratado de Lisboa", opina Fischer, "es una señal positiva para Europa".
Autor: Christina Janssen/ Bernd Riegert/ Luna Bolívar
Editor: Enrique López Magallón