Colombia, ¿combatiendo hacia la paz?
22 de julio de 2013En Colombia, las Fuerzas Armadas intensificarán su ofensiva contra la guerrilla de las FARC. Esa fue la orden que les dio Juan Manuel Santos, presidente del país suramericano, después de asistir a un consejo de seguridad extraordinario este 21 de julio. El hombre fuerte de Bogotá aseguró que el proceso de paz entre el Estado colombiano y el grupo subversivo continuaría, pero que sólo habría un alto al fuego bilateral cuando se alcance un acuerdo concreto que pase por la desmovilización definitiva de todos los guerrilleros.
El pronunciamiento de Santos tuvo lugar en el municipio de Tame, en el departamento nororiental de Arauca, donde un ataque guerrillero le quitó la vida a quince militares este sábado (20.7.2013). El Gobierno colombiano informó que alrededor de setenta rebeldes le tendieron una trampa a un grupo de soldados cuando éstos vigilaban un oleoducto. Cinco de los guerrilleros fueron heridos por los militares y otros doce fueron capturados. Ese mismo día, cuatro soldados y cinco rebeldes murieron en otro combate en el sur del país.
Simultáneamente, las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) anunciaron que habían atrapado a un soldado estadounidense en el mes de junio y que lo dejarían en libertad como gesto de buena voluntad. Según los voceros del grupo guerrillero, ese es el aporte de las FARC para que sus conversaciones de paz con el Gobierno de Santos progresen. Las negociaciones de paz comenzaron en noviembre de 2012 en la capital cubana y deberían ser retomadas el próximo 28 de julio. Pero, ¿qué probabilidades existen de que prosperen?
De acuerdo con el propio Santos –así lo dijo en su alocución del 20 de julio ante el Congreso–, la posibilidad de sellar la paz a mediano plazo es “real”. Y el mandatario no parece ver contradicción alguna entre los supuestos avances que se hacen en la mesa de negociaciones, los sangrientos sucesos del sábado (20.7.2013) y su “táctica” para acabar con la añeja crisis colombiana. “[L]as instrucciones a nuestras [Fuerzas Armadas]: ¡No dejen de disparar un solo instante hasta que lleguemos al final del conflicto!”, exclamó Santos el domingo.
“Las FARC se han venido reduciendo”
“Yo espero que esos señores entiendan que militarmente no tienen la más mínima posibilidad de éxito”, comentó Santos, más concentrado en los acontecimientos de Arauca que en los incidentes de El Doncello, un municipio del departamento sureño de Caquetá. “Aquí en Arauca, todas las estructuras armadas de las FARC se han venido reduciendo”, agregó el presidente de Colombia, enfatizando que, en los últimos dieciocho meses, el grupo subversivo ha perdido el 53 por ciento de sus combatientes.
“486 miembros de las FARC se desmovilizaron o han sido capturados o fueron dados de baja”, insistió el jefe de Gobierno colombiano, buscando relativizar la magnitud del golpe asestado por los insurgentes. Por su parte, el embajador de Estados Unidos en Colombia, Michael McKinley, procuró restarle relevancia al secuestro del ciudadano estadounidense, alegando que las FARC no tenían en su poder a un soldado, sino a un turista que alguna vez perteneció a la Infantería de marina y que nada tiene que ver con el conflicto interno colombiano.
Washington ofrece apoyo logístico y militar al Estado colombiano desde hace más de una década para que combata a las FARC y a los carteles del narcotráfico. Las FARC están activas desde 1964, cuando emprendieron su lucha contra los grandes terratenientes; con aproximadamente 8.000 combatientes en sus filas, constituyen el grupo subversivo más grande de Colombia. En mayo llegaron a un acuerdo con el Gobierno de Santos en lo que respecta al tema de la reforma agraria; ahora buscan que se les permita participar activamente en la política nacional.
El Estado estima que cuatro millones de personas se han visto desplazadas de sus hogares y 600.000 han perdido la vida a causa del enfrentamiento armado entre las Fuerzas Armadas nacionales, las FARC y los grupos paramilitares de ultraderecha que se formaron para hacer frente a los guerrilleros de las FARC. De ahí que otro punto en la agenda de negociaciones sea la indemnización de las víctimas del conflicto.