CITES: la compleja protección de las especies
3 de marzo de 2013La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (CITES) tiene como objetivo supervisar que no haya abusos en la explotación de especies en peligro de extinción. El documento contiene mecanismos para limitar o incluso prohibir ciertas transacciones comerciales.
Hasta el momento, la convención ha sido firmada por 177 países, cada uno de los cuales tiene sus propios intereses y tradiciones. Para que una especie de flora y fauna sea ingresada en la lista de la CITES, se requiere de la aprobación de por lo menos dos terceras partes de los Estados miembro. Así es como primates, cetáceos, tortugas, corales y orquídeas han obtenido protección; en total, 5.000 especies animales y 29.000 tipos de plantas.
Poderosas industrias
En el 40 aniversario del CITES, se celebra un encuentro internacional al respecto en Tailandia. Por primera vez, el tema principal es la sobrepesca. Enormes redes ocasionan que cardúmenes completos sean atrapados sin que se permita la adecuada reproducción de las especies de peces.
Un ejemplo es el atún aleta azul. Se calcula que en el Mediterráneo subsiste tan sólo el diez por ciento de las reservas originales de esta especie. La mayor parte de los ejemplares pescados van a Japón, donde son utilizados en la elaboración de sushi.
Precisamente este país se opuso, junto con China y otros, a una propuesta que pretendía prohibir totalmente la explotación del atún aleta azul. Japón “realizó toda una ofensiva diplomática para llevar a que otras naciones rechazaran la iniciativa”, dice a DW Gerhard Adams, experto en protección animal dentro del ministerio alemán del Medio Ambiente.
Comercio verde
De hecho, la pesca y las maderas preciosas “son dos de los grandes rubros en el comercio con especies protegidas”, señala a su vez Volker Homes, de la organización WWF. La explotación de ambos genera un volumen comercial de muchos millones de euros, agrega.
Sin embargo, el experto cifra grandes esperanzas en la CITES. Subraya el hecho de que es la única convención medioambiental que establece sanciones concretas. Esto es importante sobre todo frente a países como Japón, altamente dependientes de las importaciones.
“Los japoneses son muy sensibles cuando alguien les pretende decir qué especies explotar o qué productos pueden importar”, indica Holmes.
Pero el conflicto no sólo puede surgir con países,sino también con entes como la Organización Mundial de Comercio (OMC), cuya misión es promover el libre intercambio de productos. La aplicación de controles medioambientales al comercio contraviene sobre todo los principios del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), que desautoriza la prohibición a importaciones, sobre todo para evitar que países específicos resulten perjudicados.
Contradicciones internas
En cuanto a la OMC, “se ha vuelto más ecológica”, dice a DW Miranda Schreurs, directora del Centro para la Investigación Medioambiental de la Universidad Libre de Berlín. “Sin embargo, aún hay mucho margen para mejorar”, agrega.
Los propios países se enfrentan a contradicciones internas en la materia. Por ejemplo, Tailandia. Al inicio de la conferencia por el 40 aniversario de la CITES, la primera ministra , Yingluck Shinawatra, dijo en su discurso que el objetivo es prohibir la venta de marfil. Poco después, el ministro tailandés de Medio Ambiente aseguró que no había ningún plan para acabar con el comercio legal con el producto.
Holmes señala que el comercio ilegal con marfil es tan lucrativo como el tráfico de drogas o de personas. Pero por lo pronto, el experto pondera el hecho de que la CITES ha evitado a lo largo de sus 40 años la desaparición de algunas especies de ballenas, así como del cocodrilo del Nilo, los ocelotes y los leopardos. En Tailandia, Estados Unidos presentará una propuesta para prohibir el comercio con pieles de oso polar.
Autora: Jennifer Frazcek / Enrique López
Editor: José Ospina Valencia