Ciegos en la red: ¿sin barreras?
25 de mayo de 2012
Matthias Klaus, redactor de Deutsche Welle, es ciego. Utiliza el teclado braile de su computadora buscando información. De los altavoces se escucha una voz que le lee lo que muestra la imagen del monitor. Matthias es un periodista especializado en música que nunca se dejó vencer por su incapacidad visual. Viaja a diversos festivales musicales en Alemania y en toda Europa, y pronto visitará Bakú, en Azerbaiyán, donde se realiza el Festival de la Canción de Eurovisión 2012.
Es una de casi nueve millones de personas en Alemania cuya discapacidad ha sido reconocida oficialmente. La mayoría de ellas usa la red gracias a diversas técnicas especiales y a la experiencia de los programadores. Matthias recaba datos, como todos sus colegas, en internet. Un programa lector de pantalla traduce los textos, y el contenido que aparece en el monitor es leído por otro programa o traducido al braile. El redactor cuenta con un teclado adicional en braile de modo tal que el usuario puede leer el contenido de una página web con la yema de los dedos.
Mucho más interesante aún es el programa de lectura de contenidos, que ha hecho increíbles avances en los últimos tiempos. Lo hace algunos años era un torpe balbuceo de sonido metálico y monótono –como los de las antiguas películas de ciencia ficción- es hoy una voz melódica y agradable al oído.
“Los nombres de mis lectores son Steffi y Yannick”, cuenta Matthias Klaus, y nos hace escuchar una prueba de voz. Claro que se trata de máquinas, y no de seres humanos. Y eso se nota al pronunciar ciertas palabras en otros idiomas. “Es una máquina y comete muchos errores porque no interpreta el texto”, explica.
Limitaciones en la red
Pero, en general, opina Matthias Klaus, el programa lector es un buen invento, a pesar de que el resultado no sea óptimo. “Antes, alguien tenía que leerte libros o periódicos, y ahora lo puedes hacer sin ayuda”, reconoce el redactor, y añade que navega por el ciberespacio desde hace 20 años. A comienzos de los 90, la red estaba poblada de textos, es decir, que Matthias no tenía demasiados problemas en leerlos. “Pero luego aparecieron los scripts de Java. Entonces comenzaron a generarse cosas en el monitor que no era posible reproducir con los programas de lectura existentes. Y el programa Flash fue la siguiente catástrofe. Había que pasar por una larga fase de elaboración hasta poder leer el contenido”, explica el periodista. Para que una persona ciega pueda apreciar un contenido Flash, éste debe contener textos y una descripción detallada. De lo contrario, no accede a ellos en absoluto.
Es una gran ayuda agregar textos a los enlaces y a los botones, ya que así se logra escuchar, por ejemplo, los videos de Youtube, señala Matthias Klaus. De ese modo, los ciegos también pueden disfrutar de un video, algo muy común, ya que muchos ciegos “ven” televisión y van al cine.
“Eso es algo que los programadores no deberían olvidar”, remarca Klaus. “A veces, con el apuro, no describen las aplicaciones”. Pero dice que, entretanto, muchas páginas web respetan las reglas de una red sin barreras y de libre acceso para todos. Al menos en Alemania, el concepto de libertad de acceso tiene un papel central en la Ley de Igualdad de Personas con Discapacidades, que entró en vigor hace diez años –el 1º de mayo de 2002-, y que hizo posible que se llevaran a cabo reformas arquitectónicas en edificios públicos. Y lo mismo vale –o debería valer- para los medios y para internet.
Facebook: todo lo contrario al libre acceso
A las personas ciegas, como Matthias Klaus, no les sirven de mucho las animaciones ni los videos. Hay páginas que funcionan muy bien, como, por ejemplo el portal de Der Spiegel, Spiegel Online, explica. También la búsqueda en Google está muy bien pensada para ser utilizada por no videntes. “En Google se puede saltar de un resultado al otro por medio de una tecla, algo que no se encuentra en todas las páginas web”, comenta.
Facebook es, según Klaus, un ejemplo de mal servicio para personas con discapacidad visual. La edición es imposible de leer, “hay demasiada publicidad y otro tipo de tonterías” que los ciegos no pueden utilizar, y que son más bien un obstáculo. Por eso, a los ciegos no les gusta Facebook. “Uso solo la página móvil, ya que es mucho más escueta”, explica.
Y además, “si alguien piensa que tiene que mostrarle su fotografía a cientos de amigos ciegos, sería mejor que no lo hiciera, y que, en su lugar, posteara una historia”, propone el redactor. En la vida real tampoco vemos permanentemente fotos de las personas que conocemos, dice. Es decir que, para mantener el contacto con los amigos, las redes sociales no son una opción interesante. Matthias prefiere las mailinglists, lo listas de correo electrónico. Así, cuando él escribe algo, todos pueden leerlo y responder: “no es muy diferente de Facebook, pero al menos se puede leer”.
Autora: Silke Wünsch/ Cristina Papaleo
Editor: Pablo Kummetz