Ecolocación: ver a través del oído
Murciélagos, delfines, cachalotes y algunas especies de pájaros disponen de una peculiar capacidad con la que los ha dotado la naturaleza. La conocida como ecolocación o biosónar: la emisión de sonidos que rebotan al encontrar un obstáculo y retornan en forma de eco. Un eco que estos animales son capaces de analizar. Estableciendo la distancia a la que se encuentra el objeto, su tamaño y otras características.
Pero la ecolocación no es patrimonio exclusivo de un pequeño grupo de animales. Los seres humanos también la poseen, aunque atrofiada. Sin embargo, puede aprenderse. Así lo demuestran las personas invidentes que han desarrollado la capacidad de orientarse gracias al eco procedente de los sonidos producidos por ellos mismos. Investigadores de la universidad canadiense de Ontario Occidental han publicado un estudio que analiza este fenómeno. Y ofrece respuestas a la pregunta de cómo una persona ciega puede ver el mundo a través de sonidos.
Chasquidos para un mapa mental
Personas como Eskandar Abadi. Él tiene 52 años. De profesión periodista, Abadi es ciego de nacimiento. A través de los sonidos que es capaz de emitir con los dedos o la boca y del eco que generan, es capaz de crear un mapa mental de su entorno más inmediato. Una técnica, no obstante, no exenta de límites. “En entornos abiertos, naturalmente, hay poco eco, o prácticamente ninguno. Allí experimento dificultades. Pero en un entorno cerrado, como por ejemplo, en esta habitación, es diferente. En función de los sonidos y del eco puedo medir, aproximadamente, la altura, el ancho y la longitud de este espacio", señala Abadi.
Como otros invidentes, Abadi ha desarrollado su capacidad de ecolocación de forma autodidacta. Con resultados sorprendentes, como los registrados en el estudio de la Universidad de Ontario. En él, los participantes fueron capaces de distinguir el palo de una bandera, un árbol, un coche y un edificio. Eso, en espacios abiertos. En una sala cerrada, llegaron a detectar la ubicación de objetos con un escaso margen de error, tanto fijos como en movimiento.
Pero, ¿cómo procesa exactamente el cerebro de estas personas la información recibida? Para intentar determinarlo, los investigadores establecieron un particular método. “Los participantes produjeron sonidos y nosotros ubicamos micrófonos en sus oídos. Registramos tanto los sonidos como los ecos devueltos por una superficie. Después, reprodujimos las grabaciones mientras estudiábamos la actividad cerebral de nuestros pacientes a través de una resonancia magnética”, explica Lore Thaler, integrante del equipo de investigadores de la universidad canadiense.
Sorprendentes conclusiones
El análisis de la actividad cerebral de los participantes en el estudio arrojó interesantes conclusiones. “Comparamos dos tipos de grabaciones: unas con ecos y otras sin ellos. Y comparamos la actividad cerebral de los participantes al escuchar las grabaciones con eco y sin eco. Entonces nos dimos cuenta de que la corteza auditiva no presentaba actividad. En cambio, sí que pudimos medir actividad en el córtex visual”, destacó Thaler.
En cuanto los pacientes oían ecos, se activaba la corteza visual. Es decir, la parte del cerebro que procesa las impresiones percibidas a través de los ojos en las personas que no han perdido el sentido de la vista. Además, el estudio constató cómo diferentes superficies y materiales emiten diferentes frecuencias que las personas ciegas pueden reconocer a través del eco.
Pese a los resultados de la investigación, los fundamentos de esta actividad cerebral tan particular siguen siendo un misterio. Sin embargo, el estudio abre la puerta al desarrollo de métodos de aprendizaje para que las personas invidentes puedan desarrollar la ecolocación. Para ver a través del oído.
Autor: Emili Vinagre
Editor: Enrique López Magallón