Bolivia en la encrucijada
21 de agosto de 2019Bolivia vive meses de intensa campaña electoral. Seguramente la más compleja de las últimas dos décadas. La razón: Evo Morales, quien gobierna desde hace trece años contando con un amplio apoyo popular, ve cuestionada como nunca sus intenciones de permanecer en el poder. Su candidatura, que ignora el resultado de un referendo que rechazó su pretendida reelección, desató un debate interno que esta semana se traduce en la convocatoria a un paro cívico nacional de 24 horas, y la amenaza de nuevas y más frecuentes manifestaciones. La oposición exige que el mandatario abandone la carrera electoral. Pero el Movimiento al Socialismo (MAS) se ampara en la controversial decisión de la justicia boliviana, la cual falló a favor de Evo: impedir que se postulara violaba sus derechos humanos.
El referendo
"El resultado de ese referendo fue casi un empate electoral”, afirma Andrónico Rodríguez, joven cocalero a quien muchos señalan como el sucesor de Morales en el poder. En aquella consulta, celebrada el 21 de febrero de 2016, 51.3% de los electores votó en contra de reformar la Constitución, mientras 48.7% se pronunció a favor. Un resultado cerrado, cierto, pero en democracia las mayorías se imponen sin importar el margen de diferencia. "Claro, y como respetamos la voluntad popular, a la Constitución no se le modificó ni una coma. Lo que vino luego fue una iniciativa del propio pueblo. La gente buscó otras posibilidades legales para darle a Evo un nuevo período. Y los ciudadanos, junto con el Parlamento, lo lograron”, continúa Rodríguez.
Pero la oposición opina diferente. "Tras la derrota en el referendo, Evo se empeñó en buscar otras vías para aferrarse al poder", señala Vladimir Peña, jefe de campaña de Oscar Ortiz, candidato de la Alianza Bolivia Dice No. "Entonces recurrieron a la interpretación constitucional de los derechos humanos para habilitar forzadamente una candidatura contraria a la Constitución y a la voluntad del pueblo", condena Peña.
En Bolivia la reelección estaba prohibida por Constitución, hasta que Evo Morales promovió la redacción de una nueva Carta Magna que entró en vigor en 2009, y que ahora permite al presidente permanecer en el cargo hasta dos períodos consecutivos. "La incoherencia es que ellos, quienes impulsaron esta Constitución, ahora la violan. Eso prueba que usan las leyes a su antojo", añade Peña.
El peso de los indecisos
En la recta final de la campana electoral, las encuestas dan clara ventaja a Morales: en julio encabezaba la intención de voto con 37% (CiesMori), y en agosto con 35% (Mercados y Muestras). En cualquier caso, muy por delante de su más cercano rival, Carlos Mesa (27%), y aún más del senador Oscar Ortiz (11%). El resto del universo electoral se reparte entre los otros seis aspirantes.
"La oposición está muy dividida. Pero si se unieran, tal vez tendrían posibilidades de vencer”, dice Oskar Fletcher, director de VíaCiencia en Bolivia. La encuestadora estima en 39% la intención de voto a favor del mandatario. Sin embargo, cree que los resultados pueden variar. "Observamos que hay un porcentaje importante de indecisos. Entre 21% y 24%. Y dado que en Bolivia el voto es obligatorio, esa franja —los que no saben— podría definir la elección”, concluye. Pero más allá de preferencias políticas, 61.8% de los consultados cree que Evo será reelecto (VíaCiencia).
Los proyectos
Para los simpatizantes del MAS, otros cinco años de gestión son necesarios para seguir cumpliendo los llamados "trece pilares”, entre los que se cuentan la erradicación de la pobreza, fortalecimiento del sector salud, e incluso el reencuentro con el mar. Sin embargo, para Andrónico Rodríguez la continuidad de Evo trasciende lo político: "Este país estaba dividido, y él es el único capaz de ofrecer estabilidad a Bolivia. Reconocemos que no se han construido otros liderazgos dentro del partido, esa es una falencia, pero por lo pronto, solo Evo es factor de unidad”.
Por su parte, el opositor Oscar Ortiz propone un proyecto alternativo concentrado en atender las necesidades primordiales de los bolivianos. "Queremos un presidente con las manos limpias, con cuentas claras, que ofrezca soluciones a la violencia de género, que luche contra las mafias y el narcotráfico que han crecido bajo la mirada complaciente de Morales, y que no tenga enredos con contratistas del Estado”, dice Vladimir Peña en clara alusión al candidato Carlos Mesa, a quien el Parlamento vincula con la Operación Lava Jato, acusándolo de haber recibido sobornos millonarios durante su gestión como presidente de la república (2003-2005).
Cifras alentadoras
Lo cierto es que, en términos económicos, Bolivia va bien. El FMI proyecta que el país crecerá 4% en 2019, y 3.9% en 2020: la nación de mayor crecimiento del continente. Esto, combinado con una baja tasa de desempleo (la tercera de América Latina), augura estabilidad financiera para el aparato del Estado. Indicadores macroeconómicos que, sin embargo, no son garantía de prosperidad para los ciudadanos. Eso, en cambio, dependerá en gran medida de quien asuma el Ejecutivo tras los venideros comicios. En cualquier caso, un nuevo período de bonanza puede abrir la puerta al desarrollo del país, o por el contrario —y ejemplos hay muchos en la región—, ser caldo de cultivo para la corrupción.
(jov)
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