Bolivia elige entre paz y guerra
18 de diciembre de 20053,6 millones de bolivianos acuden este domingo a las urnas para elegir a un nuevo presidente, vicepresidente y 157 miembros del Congreso. Paralelamente, por primera vez, serán elegidos los gobernadores de los nueve departamentos del país.
La población está dividida y hay un alto número de indecisos; con más del 10 por ciento del electorado aún vacilante, el resultado final es una incógnita. Aunque están inscritos ocho candidatos en la lucha por la presidencia, sólo dos tienen posibilidades reales de victoria, según las encuestas: el líder indígena de izquierda Evo Morales y el ex presidente derechista Jorge Quiroga.
¿Decidirá el pueblo o el Congreso?
Todo apunta a una ajustada victoria del dirigente cocalero Evo Morales, quien con un discurso anti Estados Unidos y promesas de proteger los cultivos de coca y de nacionalizar los hidrocarburos cautiva a los sectores más pobres de Bolivia.
Si se concretan las previsiones, el indígena aymara obtendrá un 34,9 por ciento de los votos, con una ventaja de cinco puntos porcentuales sobre Jorge Quiroga, lo que lo dejaría lejos de la mayoría absoluta necesaria para llegar al gobierno.
El Congreso nacido de las elecciones deberá en este caso reunirse a mediados de enero para elegir al presidente que dirigirá durante los próximos cinco años al país que alberga la segunda mayor reserva de gas natural de Sudamérica.
Conflictos programados
La posibilidad de que sea el Poder Legislativo quien defina al nuevo mandatario y no el voto popular es un factor más de inestabilidad en un país caracterizado por la alta conflictividad social.
Morales, confeso admirador del presidente venezolano Hugo Chávez, aseguró que combatirá la pobreza aumentando los recursos que recibe el Estado por la explotación de los campos gasíferos, dando de baja los actuales contratos de concesión para renegociarlos.
La principal riqueza de Bolivia es explotada por un puñado de petroleras extranjeras que incluyen a la brasileña Petrobras y a la española Repsol-YPF.
Los temores a un cambio en las reglas de juego sumado a la incertidumbre política ha paralizado prácticamente las inversiones privadas que necesita Bolivia para mantener e incrementar su producción de gas.