Bolivia: Evo versus los indígenas
17 de agosto de 2011Publicidad
El nuevo brote de protestas ciudadanas en Bolivia ha sido descrito por su presidente, Evo Morales, como una estrategia política para desestabilizar al país. Varias organizaciones de la sociedad civil han convocado a concentraciones y bloqueado rutas en los departamentos de La Paz, Potosí y Tarija, dando lugar a los mayores tumultos desde el segundo semestre de 2008, cuando se produjo una fuerte convulsión social en los departamentos de Santa Cruz, Tarija y Pando. De las tres protestas, la más seria es la marcha iniciada el lunes (15.8.2011) en la ciudad de Trinidad por 900 indígenas de los pueblos moxeño, yuracaré y chimán.
Su meta es llegar a pie hasta La Paz en poco más de un mes –Trinidad está a 601 kilómetros de la capital boliviana– para exigir a Morales que suspenda la construcción de una carretera de 306 kilómetros que partirá en dos el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), la reserva ecológica en la que ellos viven. La obra costará 415 millones de dólares, pero Brasilia aprobó un crédito de 332 millones de dólares para que la empresa brasileña OAS construyera esta calle. El proyecto forma parte del plan de Brasil de abrirse paso hacia el océano Pacífico, una ambición que la propia Bolivia comparte por no tener acceso directo al mar.
“Señor Presidente, le pedimos que rectifique su decisión de atravesar la carretera por el Tipnis por los riesgos e impactos que supone sociocultural, ambiental y económicamente. Que ordene la suspensión inmediata de la carretera hasta que no tenga lugar una evaluación ambiental estratégica que aplique el principio precautorio”, reza un segmento de la carta pública redactada por el grupo Juventud Ecologista en Acción, una de las organizaciones no gubernamentales que han respaldado la protesta de los indígenas bolivianos en contra de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. La ruta se extenderá por los departamentos bolivianos de Beni y Cochabamba.
Añejos conflictos
“Este tipo de conflictos existe desde hace mucho tiempo. La decisión de Evo Morales de construir esta carretera lo que hace es agravarlos considerablemente”, aclara Juliana Ströbele-Gregor, antropóloga del Instituto Latinoamericano de la Universidad Libre de Berlín, acotando que en Bolivia no tuvo lugar una consulta previa informada relacionada con este asunto; ese es el mecanismo avalado por la ONU para alcanzar consenso en materias controvertidas, como la construcción de esta carretera.
“La experiencia nos ha enseñado que la construcción de este tipo de carreteras en la selva amazónica trae consigo serios inconvenientes. En este caso, una de las consecuencias negativas sería el marcado aumento de la migración interna hacia este territorio indígena. Los cocaleros ya han creado problemas en el pasado por incursionar ilegalmente en el Parque Nacional Isiboro Sécure y asentar allí sus cultivos”, explica Ströbele-Gregor, enfatizando que es necesario conocer la percepción que las partes en discordia tienen de sí mismas para comprender la complejidad de los enfrentamientos que hoy tienen lugar en el país suramericano.
“Entre los cocaleros hay indios aymara e indios quechua que abandonaron las tierras altas de Bolivia debido a la precaria situación en que vivían o se dedicaron a la agricultura de pequeña escala tras el cierre de las minas en 1986. Pero los rasgos de identidad grupal de los cocaleros son muy distintos de los de las comunidades indígenas a las que algunos de los cocaleros pertenecen: los cocaleros tienen un talante más bien sindical, están unidos por nexos que poco tienen que ver con tradiciones culturales indígenas y tanto el afán de modernización como las presiones ejercidas por la economía son factores que los motivan”, agrega la investigadora.
Promesas inclumplidas
“Y esas motivaciones son contrarias a las de los indígenas de las tierras bajas; de ahí los conflictos entre unos y otros. No toda la coca producida está destinada al narcotráfico, pero la forma en que ella es sembrada y cosechada va en contra de la moderación con que los pobladores de las tierras bajas administran sus cultivos, en contra de una agricultura sustentable y en contra de las medidas para proteger el ecosistema del Tipnis”, comenta Ströbele-Gregor. Cabe preguntar entonces por qué el presidente boliviano defiende un proyecto de infraestructura que lo obliga a contradecir el discurso indigenista que constituye su capital político.
“Las promesas de velar por la protección del medio ambiente y los derechos de la población indígena no son cumplidas por los Gobiernos cuando hay proyectos de industrialización e infraestructura de por medio”, responde la antropóloga. “Los indígenas del Tipnis han pedido hablar directamente con Morales para explicarle que no se oponen tercamente a la construcción de nuevas carreteras, sino a la vía que atravesará el Tipnis, una zona cuya enorme biodiversidad constituye una forma de riqueza para el país. Pero Morales se ha negado a dialogar y atribuido las protestas a manipulaciones orquestadas por grupos ecologistas”, acota Ströbele-Gregor.
“El ministro boliviano de Obras Públicas, Servicios y Vivienda, Walter Delgadillo, dice haber dejado la puerta abierta para el diálogo, pero siempre subrayando que el interés nacional en la modernización no puede supeditarse a los intereses de grupos indígenas puntuales. Ese discurso se parece mucho al articulado en Perú cuando Alan García ocupaba la presidencia”, apunta Ströbele-Gregor, señalando una ironía que actualmente atiza el descontento popular en Bolivia y no solamente de cara a la construcción de la carretera amazónica.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa
Editor: Pablo Kummetz
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