Blair: seis meses para renovar la UE
23 de junio de 2005Un dulce seguramente no fue para el primer ministro británico, Tony Blair, el exponer su plan de prioridades para el semestre de su presidencia del Consejo europeo. Para un Blair a quien la mayoría de políticos europeos responsabilizan del fracaso de la cumbre presupuestaria, no fue fácil exponer de manera convincente que es un apasionado europeísta. A ello habrían respondido con risas los parlamentarios europeos, que una noche antes habían despedido con aplausos al saliente Jean-Claude Juncker. El discurso de Blair se traduce en una defensa de su persona y de su criticada postura ante la Unión Europea, que intentó matizar. A pesar de que adoptó un tono más conciliador, el consenso que necesita Europa para acometer las necesarias reformas, no lo pretende con los actualmente maltrechos mandatarios de Francia y Alemania. Eso, por lo menos es lo único que queda claro en su bastante borroso plan para los seis meses que esté a cargo de la Presidencia del Consejo
Blair vs Schöder
"Sean cuales sean los desacuerdos en Europa a la hora actual, estamos de acuerdo en un punto y es que Europa debe realizar un debate profundo sobre su futuro", enfatizó el primer ministro británico. No es éste el momento de acusaciones, añadió, haciendo clara alusión a las últimas declaraciones del canciller alemán, Gerhard Schröder, en las que éste sostenía que Europa era para Blair sólo un mercado común, alejado del modelo social que pretenden países como Alemania y Francia. "Nunca aceptaría una Europa que fuese sólo un gran mercado'", aseveró Blair declarándose a favor de una Europa social, "pero que funcione".
¿Injustamente acusado por su voluntad de cambio?
No faltó en el discurso de Blair una alusión a la curiosa y notoria voluntad de los políticos por comunicarse con la prensa y la ciudadanía. En Alemania, el amarillistas diario Bild se ha encargado de difundir las opiniones y acusaciones mutuas tanto del canciller Schröder como del premier británico. El intercambio de ideas, no de insultos, es fundamental para Europa, recalcó Blair, añadiendo: "No hay que apuntar con el dedo acusador a los que quieren cambio".
El deseo de cambio no es una traición a Europa, sino una necesidad, pues los ideales sobreviven por la transformación, de lo contrario se paralizan ante los desafíos. Sin embargo negó vehemente que su propuesta de fomentar la investigación y la innovación vaya en la dirección de acabar con la política agraria subvencionista de la UE, sólo que "después de 50 años debemos renovarnos".
Crisis de liderazgo
No se trata de una discusión entre los que quieren retirarse a las bondades de un mercado común y los que quieren una Europa social, tampoco entre los que pretenden una zona franca y los que creen en Europa como un proyecto político. Europa no está pasando por una crisis de instituciones políticas, sino una crisis de liderazgo político, resumió Blair. Bajo esto último puede entenderse que ante el hecho de que el eje franco-germano pierde fuerza a ojos vistas, Reino Unido se perfila en su posición de líder europeo, que llevaría a la Europa ampliada -países entre los cuales Londres cuenta con algunos aliados- a un protagonismo de la Unión Europea en política exterior, al lado de Estados Unidos.
A pesar de todas las exhortaciones a la unión y de las apasionadas declaraciones de buena voluntad europeísta, en el plan de Blair parece no estar presente el afán de entenderse con Alemania y Francia, por lo menos mientras no cambien de mandatario. Sin embargo, si bien el presidente del Consejo de Europa conduce las conversaciones, es sólo el negociador, por seis meses.