Baile de batutas en orquestas alemanas
21 de enero de 2013Desde hace algún tiempo, los recortes presupuestarios hacen mella en las instituciones musicales del país, pero este hecho no parece afectar a la "Bundesliga" de las orquestas alemanas, que siguen barajando los grandes nombres del firmamento musical para ocupar los puestos de titularidad en sus podios.
El diario Süddeutsche Zeitung da prácticamente por hecho en estos días que el director de la Filarmónica de Múnich a partir de 2015 será el hiperactivo y carismático director ruso Valery Gergiev. Y va aún más allá: de confirmarse esta noticia, sería una “bendición”, afirma, tanto para la formación como para la ciudad.
Como Guardiola, el director ruso tampoco habla alemán, pero esto parece ser un escollo nimio si tenemos en cuenta su condición de “superestrella mundial” –así lo describe el Süddeutsche Zeitung- y su flexibilidad a la hora de abordar el repertorio. Ciertamente, Gergiev ha cuidado lo suyo, la gran tradición rusa de los siglos XIX y XX, pero también toca Wagner, Strauss, Mahler, Verdi, Berlioz y otros grandes nombres. En 2012, el director interpretó el ciclo sinfónico de Shostakovich con la Orquesta del Teatro Mariinski y con la Filarmónica de Múnich, despertando gran interés entre el público de la ciudad bávara. A todas luces, parece ser el candidato favorito para ocupar el podio de la emblemática orquesta.
Filarmónica de Berlín: otra incógnita
En la capital alemana, el director titular de la Filarmónica de Berlín hizo pública hace unos días su decisión de no continuar al frente de la formación cuando concluya su contrato en 2018. Se han hecho muchas conjeturas sobre las razones de su marcha, más allá del motivo no del todo convincente dado por el director: el británico rozará los 64 años en esa fecha. Haciendo un guiño a la famosa canción de los Beatles, el grupo más emblemático de su ciudad natal, Liverpool, Rattle se preguntó si todavía le necesitarán cuando tenga esa edad: Will you still need me when I am sixty four?
Pero la verdadera incógnita es otra: ¿quién continuará el legado de Rattle? El director ha rejuvenecido la orquesta y ha emprendido nuevos proyectos que han hecho de ella una institución moderna. Ha ampliado el repertorio a clásicos del siglo XX y a la música actual. No solo la culta o de creación, sino también el crossover ha tenido cabida, como la jazzística colaboración con el trompetista Wynton Marsalis. Por otro lado, los criterios de época han irrumpido en el escenario de la Philharmonie e inspiran las interpretaciones de música antigua. En el capítulo de la difusión, la sala de conciertos digital transmite por internet con muy buena calidad las actuaciones de la orquesta y se dice que incluso empieza a generar beneficios económicos. Por si fuera poco, la formación ha abordado proyectos sociales y pedagógicos. Sus músicos tocan en escuelas, hospitales y zonas conflictivas. El documental ¡Esto es ritmo! da testimonio de ello. Rodado en Berlín en 2003, el proyecto reunió a jóvenes de diferentes capas sociales para bailar La consagración de la primavera, de Igor Stravinski.
Se habla de Thielemann como posible candidato a tomar las riendas de la Filarmónica de Berlín, aunque todos dudan que un director como él impulse el legado de Rattle: sencillamente, no es su perfil, aunque tenga otras magníficas cualidades. Barenboim siempre está ahí, pero es difícil que a estas alturas los músicos de la formación escojan un candidato como él. ¿Podría ser Dudamel? ¿Quizá el letón Andris Nelsons? ¿O más bien el canadiense Nezet-Seguin?
Las otras orquestas
En el otro lado de la balanza está la nutrida y envidiada red de formaciones musicales alemanas, las que no tienen tanta visibilidad en el exterior ni por sí solas alcanzan el estatus de símbolo. Desempeñan la función de continuar una larga tradición orquestal y garantizar la música sinfónica en vivo a un público fiel, aunque envejecido. En general, cada vez tienen menor calado entre los jóvenes.
Desde hace unos años, las instituciones que conforman esta red se ven forzadas a reducir su programación, unirse a otras agrupaciones o incluso desaparecer debido a los recortes presupuestarios. Esta tendencia enlaza con el debate abierto en el país sobre el dinero público destinado a la cultura. ¿Son necesarios 84 teatros de ópera en 81 puntos del país? Esa es una de las preguntas que se hacía el libro Der Kulturinfarkt (El infarto cultural), publicado hace unos meses causando gran revuelo en los ambientes de la cultura. Poco sentido tiene para las otras orquestas hablar de batutas de oro, cuando de lo que se trata es de supervivencia.
Autora: María Santacecilia
Editora: Emilia Rojas Sasse