Barcos nazis naufragados amenazan las costas de Brasil
23 de septiembre de 2024Hace unos cinco años, Brasil fue escenario de lo que se conoció como el mayor derrame de petróleo registrado alguna vez en aguas tropicales. Cinco mil toneladas de petróleo llegaron a 130 ciudades en 11 estados, dejando consecuencias hasta el día de hoy. Esa, sin embargo, no fue la única amenaza a la biodiversidad marina y a las poblaciones costeras brasileñas que llega desde el mar.
Un año antes, en 2018, otro material, cuya proveniencia se desconocía, comenzó a surgir de las aguas en las playas del noreste de Brasil. Eran fardos de látex, materia prima usada por la industria del caucho, que brotaban del agua y la arena. Los fardos, que pesaban hasta 200 kilogramos, llegaron primero a las playas de Sergipe, Alagoas y Bahía, pero desde entonces también se encontraron en Pernambuco, Paraíba, Río de Janeiro, Sao Paulo y Río Grande do Sul.
Mediante simulaciones matemáticas y analizando las corrientes entre Brasil y África, investigadores de las Universidades Federales de Alagoas (Ufal) y Ceará (UFC) identificaron que el material se encontraba en el interior de dos antiguos barcos de la Alemania nazi hundidos durante la Segunda Guerra Mundial en el Atlántico Sur.
Según ellos, hay al menos 548 navíos naufragados en esa región, y 53 son de la Alemania nazi, en parte, con cargamentos de caucho, pero también de petróleo y derivados, que podrían desencadenar otra tragedia ambiental como la de 2019, cuando el petróleo se desparramó por las playas de Brasil.
"Hay más de 500 naufragios que están ahí, en el fondo del mar, sin ningún tipo de seguimiento ni estudio para conocer su situación actual. Y muchos llevaban petróleo", advierte el profesor Marcelo Soares, del Instituto de Ciencias del Mar (Labomar), en entrevista con DW.
¿Por qué hay tantos barcos hundidos en el Atlántico Sur?
A nivel mundial, se estima que hay 3 millones de embarcaciones hundidas y abandonadas en el océano. De ellos, 8.500 son "naufragios potencialmente contaminantes", según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN, por sus siglas en inglés).
La mayoría de estos naufragios se remiten a la Primera y a la Segunda Guerra Mundial, y contienen contaminantes químicos nocivos, municiones sin detonar y alrededor de seis mil millones de galones de combustible pesado.
El caucho fue un material fundamental para la producción de automóviles, aviones y uniformes durante las guerras mundiales. Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes se dirigieron al Sudeste Asiático, a lugares como Singapur, Malasia y la antigua Indochina (actualmente Vietnam, Laos y Camboya), para recolectar fardos de látex. Con ellos también llegaron gran cantidad de metales, como el cobalto y el tungsteno.
Para llegar a Europa, debían bordear África por el Atlántico Sur, intentando romper los bloqueos impuestos por los aliados (Estados Unidos, Francia, la Unión Soviética y el Reino Unido) a los países del Eje (Alemania, Italia y Japón). Los alemanes utilizaron los llamados barcos rompedores de bloqueo, y, huyendo de rutas más cercanas a través de Oriente Medio, encontraron resistencia en los mares del Atlántico. Se trataba de un "bloqueo naval", dice a DW el profesor Luis Ernesto Arruda Bezerra, de Labomar. "Los estadounidenses habían establecido bases navales en el noreste brasileño, por lo que existen varios documentos que demuestran que los pescadores, ya en aquella época, recogían fardos de barcos hundidos. Pero eso había caído en el olvido", afirma.
El sitio web Sixtant, que almacena información sobre barcos hundidos en el Atlántico Sur y que fue utilizado por los investigadores de la UFC durante la investigación sobre el origen de los fardos, muestra 25 submarinos alemanes y un submarino italiano que fueron hundidos en un esfuerzo conjunto entre las fuerzas estadounidenses y las Armadas brasileña y británica.
La web contabiliza, por su parte, 548 navíos hundidos en el Atlántico Sur entre 1939 y 1945, 56 de los cuales eran de origen alemán. Los meses de septiembre a diciembre de 1939 y de julio a septiembre de 1943 fueron los momentos en los que más barcos y submarinos nazis se hundieron en el Atlántico Sur, cuando naufragaron nueve y 10 buques respectivamente.
El barco MS Weserland, por ejemplo, salió de Yokohama, Japón, el 26 de octubre de 1943, con destino a Europa. Fue visto el primer día de enero de 1944 por un escuadrón de reconocimiento en la isla de Ascensión, a unos 2.200 kilómetros de la costa de América del Sur. El día 3, se hundió con su carga de caucho, estaño y wolframita (material del que se extrae el tungsteno). Y hoy está a una profundidad de 5.000 metros.
¿Por qué los naufragios son una amenaza para la costa brasileña?
La hipótesis de los investigadores de la UFC es que los fardos de caucho se desprenden de los barcos por dos motivos: el deterioro natural de los cascos de las embarcaciones y la acción de piratas y compañías irregulares, en busca de los metales y cargamentos hundidos con las embarcaciones. "Se cumplirán 70 u 80 años desde estos naufragios. Éste es precisamente el período de deterioro de los barcos", afirma Marcelo Soares.
En un estudio, preaprobado para su publicación, de la revista académica Ocean and Coastal Research (OCR), los investigadores analizaron que la exploración de esos naufragios es facilitada por el hecho de que están en aguas internacionales.
Demostraron que el cargamento del MS Weserland podía costar entre 17 y 68 millones de dólares, considerando el precio del estaño en mayo de 2021, año en que se vieron los fardos en la costa noreste de Brasil. "Este buque transportaba tungsteno, un producto que tuvo un auge en la Bolsa de Valores, especialmente durante la pandemia, porque se utiliza para fabricar teléfonos celulares, tabletas y computadoras", explica Luis Ernesto Arruda. Y según el experto de la UFC, los metales también son considerados valiosos porque fueron extraídos antes de las explosiones atómicas de 1945.
"La compañía va hasta allí, destroza un barco para quitar el metal y, como efecto secundario, se pueden filtrar caucho y petróleo, que llegan a la costa porque las corrientes los traen hasta aquí. Entonces, la pregunta no es si habrá fugas de petróleo, sino cuándo las habrá", dice Arruda.
Además de la llegada de materiales tóxicos y fardos de caucho, los naufragios pueden propiciar la llegada de especies invasoras a la costa brasileña. En un artículo publicado en el Marine Pollution Bulletin en 2020, investigadores de la UFC demostraron que estos naufragios de la Segunda Guerra Mundial sirven como trampolín para la llegada de especies como el coral sol (Tubastraea), que ayudan a propagar otras especies invasoras y alterar la biomasa de los peces.
Los investigadores alertan sobre el hecho de que Brasil no cuenta con un monitoreo eficiente de los naufragios, a fin de identificar los navíos que podrían ser potenciales contaminadores del medioambiente. Para ellos, es fundamental implementar legislaciones y crear estructuras para prevenir que la llegada de materiales provenientes de los barcos naufragados cause daños al medioambiente, así como para identificar qué empresas o personas están explotando la carga existente en las embarcaciones.
La UFC planea mapear los barcos hundidos para clasificar los riesgos que representan para la costa brasileña. "Pero no se trata de una investigación sencilla, ya que la mayoría de estos barcos se encuentran a más de cuatro mil metros de profundidad", pondera Marcelo Soares.
Entre 2020 y julio de 2024, la Marina de Brasil registró un promedio de 14 incidentes relacionados con derrames de petróleo en la costa brasileña por mes, 758 incidentes en total. Este año ya se han identificado 87 casos, con derrames de 153.700 litros. En 2020, un año después del derrame de petróleo en las playas del nordeste, se produjeron 169 incidentes, pero con un volumen de 1,3 millones de litros.
La Marina de Brasil afirmó que el país cuenta con un Grupo de Monitoreo y Evaluación permanente desde 2020, para monitorear y evaluar el tamaño y la importancia de los incidentes de contaminación petrolera. DW contactó al Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático y al Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama) para conocer cómo se monitorea la llegada de estos fardos de caucho a la costa brasileña, pero no recibió respuesta hasta la publicación de este informe.
(cp/rml)