¿Por qué ayudan tanto a Haití?
29 de enero de 2010Tropas norteamericanas lograron en 1994 que una junta militar dejara el poder en Haití. Soldados brasileños en el marco de las tropas de Naciones Unidas están presentes en la isla con el objetivo de aportar a su estabilidad desde el 2004. Francia ha prestado solícita y pronta ayuda material y se ha tomado muy en serio lo de sensibilizar a la comunidad internacional para condonar la deuda externa al golpeado país. Y es que por pequeña que sea esta pequeña isla caribeña, Haití ha sido objeto y escenario de intereses económicos y políticos internacionales.
Francia, ¿deuda de o con su ex colonia?
Hace 200 años Haití estaba considerada la colonia más rica de Francia: era en ese entonces el mayor exportador mundial de azúcar de caña. Los ingresos de sus negocios, empero, no se quedaban ahí, sino que iban a parar a París. La fuerza laboral provenía de esclavos africanos; unos 800.000 en total trabajaron en las plantaciones de azúcar y café bajo miserables condiciones. Muchos morían pronto y para que el contingente de mano de obra se mantuviese estable, Francia tenía que importar más de 50.000 esclavos por año.
La Revolución francesa cambió la situación. El mensaje de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” llegó a la isla y los levantamientos se sucedieron uno tras otro. Haití proclamó en 1804 su independencia. Y París le impuso un embargo económico.
En 1825, el Gobierno francés exigió de Puerto Príncipe 150 millones de francos como indemnización por no poder explotar más las riquezas naturales del país. Aunque la suma fue posteriormente reducida a 90 millones, Haití necesitó 122 años para pagarla, entregando así dinero, opinan expertos, que hubiese sido necesario para construir un aparato estatal que funcionase o para promover su economía. En 2004 Haití solicitó a Francia la devolución de 16 mil millones de euros; el Gobierno francés tildó de inapropiado el pedido.
Apenas después del terremoto ha comenzado a cambiar algo en la postura de Francia hacia su ex colonia. La ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde, ha solicitado la condonación de la deuda haitiana, el gobierno francés ha anunciado la condonación de 4 de los 54 millones de euros de la deuda haitiana.
Brasil, en busca de reconocimiento internacional
Desde 2004, 1300 soldados brasileños engrosan las fuerzas de Naciones Unidas emplazadas en Haití. “Por ello nos hemos visto envueltos directamente en esta terrible catástrofe”, declara el ministro brasileño de Exteriores, Celso Amorim, a Deutsche Welle. Como reacción a la tragedia, Brasil ha puesto a disposición un contingente de ayuda sin antecedente en el país; en febrero el presidente Luiz Inácio Lula da Silva viajará a la isla.
“Brasil se ha mostrado solidario con Haití ya desde antes de la catástrofe”, explica Amorim.
Pero, ¿qué hay detrás de la solidaridad? Aunque Haití no tiene mucho que ofrecer como país, intereses políticos podrían ser el móvil de esta solidaridad, analiza Rafael Duarte Villa, coordinador del Centro para Relaciones Internacionales de la Universidad de Sao Paulo. “Brasil aspira a un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y su trabajo por Haití podría procurárselo”, opina Duarte Villa.
Estados Unidos
La inmediata asistencia de Estados Unidos después de la catástrofe haitiana se debe a una compleja combinación de motivos humanitarios e intereses propios. Estados Unidos considera a este país, crónicamente aquejado por las crisis, parte integral de su esfera de acción. Así, la presencia de Estados Unidos en Haití es una constante, desde que este país –siguiendo el ejemplo del gigante del norte- declarara su independencia en 1804. Aunque Estados Unidos tardó 58 años en reconocerla.
Los más de 10.000 soldados estadounidenses que prestan asistencia humanitaria en la isla no representan una presencia desconocida. En 2004 habían llegado los últimos marines, cuando Jean-Bertrand Aristide fue obligado a abandonar el poder después de una violenta ola de disturbios originados en la corrupción y los malos manejos del poder en Puerto Príncipe. Una década antes, fuerzas estadounidenses habían desembarcado en Haití y habían alejado del poder a una junta militar y colocado en su lugar a Aristide.
Ayuda humanitaria e intereses
Entre el país más rico y el más pobre de la región existe una especie de amor-odio. Según Oliver Gliech, experto del Instituto para Latinoamérica de la Universidad Libre de Berlín, la decisión del presidente Obama de apoyar a Haití en este desastre tiene fundados motivos humanitarios, “aunque está orientada a su propio electorado. No hay que olvidar que su antecesor, George W. Bush, fracasó en la catástrofe de la inundación de Louisiana, en 2005. Muchas de las víctimas de ese entonces eran negros, justo el electorado del actual presidente de Estados Unidos”.
A lo anterior se suma el temor de que un Haití abandonado a su suerte podría convertirse, al lado de México, en una plaza para el narcotráfico. No hay que olvidar en el análisis los conocidos móviles neocolonialistas de Estados Unidos en una Latinoamérica tan plagada por golpes de Estado e invasiones. No obstante, en Haití no existen materias primas de especial valor ni tampoco –una vez terminada la guerra fría- es de un singular interés estratégico.
Como fuere, para la población haitiana la asistencia que se le presta en este momento está muy bienvenida más aún teniendo en cuenta que el país no cuenta con un Ejército propio. “Existe sólo fuerza policial y no hay ninguna instancia que disponga de los medios para reaccionar adecuadamente a este catástrofe”, explica Gliech y añade: “Esto va desde el equipo para retirar escombros hasta el mantenimiento del orden en el país. La Policía de Haití también fue golpeada por el sismo y no está presente en las calles. Las fuerzas militares estadounidenses pudieron cerrar esa vacante”.
No hay que perder tampoco que si en todas las intervenciones anteriores de Estados Unidos en la vida haitiana se trató de un cambio de gobierno, esta vez –si se trata de aportar a su estabilidad- hay que reconstruir el aparato estatal por completo.
Glanville-Valis/Pontes/Scheschkewitz/Banchón
Editor: Pablo Kummetz