Argentina: el rompecabezas de la identidad
6 de octubre de 2010Bajo el lema de la diversidad cultural, Argentina se presenta como país invitado de honor de la Feria del Libro de Fráncfort 2010 con un programa que invita a conocer los orígenes de la producción literaria argentina, en la que temas clave como el exilio, la inmigración y la memoria de los hechos cruentos de la última dictadura militar se explican a través de una narrativa que incluye el relato histórico, el documento, la ficción y el entrecruzamiento de lo real y lo imaginario para ponerle nombre a un pasado y a un presente no siempre fáciles de desentrañar: el pasado y el presente de los argentinos.
Cultura: material maleable
Con 300 obras de 230 autores argentinos traducidas a 33 idiomas de 38 países del mundo a través del Programa Sur, cinco antologías bilingües alemán-castellano de poesía, narrativa, literatura infantil y homenajes a escritores desaparecidos durante la última dictadura dan cuenta de una cultura de la memoria y de la productividad del presente. Doce muestras de arte y patrimonio, arquitectura y diseño, sociedad, literatura y humor gráfico traen a Alemania 1500 piezas de exposición que podrán ser apreciadas en diferentes museos y salas culturales de Fráncfort y Berlín, donde se espera un total de tres millones de visitantes. Argentina se mostrará en todas sus facetas: explorando su pasado, elaborando su presente, en un laberinto transparente, como tal vez lo hubieran querido Borges y Cortázar, y donde tampoco faltarán el tango, el folclore, las artes visuales y el fútbol.
Un material tan diverso se escaparía de las manos si no se lo moldeara desde la imaginación, y esa es una tradición que se prolonga en Argentina hasta la actualidad, en la difícil tarea de explicarse y explicarle al mundo qué es ser argentino. Es la búsqueda de una identidad que se realiza desde la literatura y desde otras formas de expresión y se cristaliza ahora en un muestrario en la Feria del Libro de Fráncfort, plataforma para llegar al mundo de la cultura internacional. En la feria, además de las voces literarias, tampoco faltarán los mitos argentinos, figuras de peso histórico como Perón y Evita, la tan remanida del Che Guevara, o la leyenda futbolera de Diego Maradona, personajes que alimentan hasta hoy el inconciente colectivo argentino y forma parte, ya sea como aliciente o como punto de reflexión crítica, de buena parte de la producción cultural de ese país.
Y las críticas a la política de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, tampoco faltaron en la apertura de la Feria del Libro 2010: En un comunicado de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias desde Hamburgo se apeló a su Gobierno a “poner fin a los ataques a la prensa independiente”, refiriéndose a la muy discutida Ley de Medios, cuestionada por afectar la permanencia de medios de comunicación privados.
Literatura en el equipaje
Eso es lo que trae Argentina a esta Feria del Libro de Fráncfort 2010: una buena mezcla de ingredientes para transmitir aquello que los argentinos consideran su acervo cultural. Y lo hace a través de los clásicos del S XIX, entre ellos Esteban Echeverría y Domingo Faustino Sarmiento, grandes de las letras internacionalmente conocidos, como Borges y Cortázar, ya considerados clásicos, así como también a toda una generación de nuevos autores, como César Aira, Mempo Giardinelli, y la joven guardia de las letras argentinas, una nueva generación de escritores entre los que se cuentan Martín Kohan, Samanta Schweblin, Guillermo Martínez, cuyo referente, tácito o explícito en los temas y en el lenguaje son los sucesos cruentos de la última dictadura militar. Algunos de los autores son hijos o nietos de desaparecidos y asesinados por el régimen de la Junta Militar que derrocó al gobierno de Isabel Martínez de Perón en 1976. La dictadura golpeó duro a la industria editorial argentina con censura y persecución de autores que encontraron su lugar en los catálogos de editoras mexicanas y españolas. Con el regreso de la democracia, en 1983, se recuperó la producción y en el año 2000 se llegó a niveles de edición de 74 millones de ejemplares. La lectura de la realidad argentina no siempre se puede hacer ordenándola en compartimentos prefijados. Sucesivos regímenes dictatoriales y su estela devastadora de violencia han marcado profundamente a una sociedad que, como si eso fuera poco, se ve asolada frecuentemente por profundas crisis económicas y políticas.
El efecto positivo, si se quiere, que han tenido estas crisis, es la pulsión de la sociedad argentina por reinventarse, por recrearse una y otra vez apropiándose de aquello que no pueden arrebatarle: el espacio de la imaginación. El sector editorial crece en un 8,5 por ciento entre 2003 y 2008. Hoy, en el contexto de la crisis financiera internacional, la industria del libro se concentra en las grandes casas editoriales, pero las pequeñas editoras incrementan la dinámica de crecimiento. Se calcula que hay en Argentina unas 3200 entidades editoriales, y se estima que unas 300 han publicado más de diez títulos en 2009, con una tirada de cerca de 1000 ejemplares. El Estado argentino también impulsa el acceso al libro y a la lectura.
¿Desarmarse para entenderse mejor?
A partir de la diversidad cultural de la que se forjó la cultura argentina, país de inmigrantes, tierra de “los llegados de los barcos”, cuna de la melancolía de italianos, españoles, polacos y alemanes, de cuyo seno nació el tango, el material cultural argentino no deja de representar, a los ojos del mundo, una suerte de rompecabezas o, en el mejor de los casos, un enigma. Enigma que Cortázar intentó resolver a través de las páginas de su “Rayuela”, ofreciéndole al lector la posibilidad de una lectura en la que no prima un orden predeterminado, cuyas páginas se pueden navegar entre los diferentes capítulos en un anticipo de lo que hoy es posible a través de Internet. Una novela que nunca deja de escribirse, siempre en movimiento.
El espejo roto de Rayuela es un buen punto de partida para intentar armar de nuevo un discurso literario hoy, que sigue siendo diverso, que sigue nutriéndose del exilio, que sigue carácterizándose por su mezcla de voces y también por la fusión de realismo, fantasía y absurdo.
La Feria del Libro de Fráncfort transporta las letras argentinas a Alemania desde esa incompletad, desde esa estructura laberíntica y transparente que es, a un tiempo, plataforma para un discurso potente y semillero para una producción literaria que pareciera no agotarse nunca. Y que transporta también la voz de la memoria como guía para que las nuevas voces, que hoy tallan una nueva forma de la identidad argentina, también sean escuchadas.
Autora: Cristina Papaleo
Editora: Emilia Rojas-Sasse