Analfabetismo en Alemania
8 de septiembre de 2010Ralf Kramp lee con enorme dificultad las palabras impresas en una revista, tomando aire y haciendo pausa cada cierto tiempo hasta que de sus palabras surge una oración inteligible. Kramp tiene 45 años y lee con la misma destreza de un niño de primaria; escribir le resulta aún más difícil. Ser analfabeta lo pone en serias desventajas en un país donde la vida –tanto en la esfera pública, como en la privada– está organizada por escrito, de una u otra manera.
Durante años, Kramp ha desarrollado estrategias para que disimular su analfabetismo frente a sus amigos y compañeros de trabajo. “Uno tiene que fingir constantemente para nunca dejar a la vista que uno tiene un problema”, explica Kramp, agregando que ha pasado buena parte de su vida temiendo ser descubierto: “Yo me sentía avergonzado”, dice. Y es que la vida cotidiana en Alemania es una carrera de obstáculos para quienes no saben leer ni escribir.
Los límites de las facultades propias
Aquellos que no pueden leer el texto en los empaques de los comestibles, en los contratos para acceder a bienes y servicios o en las pantallas de las máquinas dispensadoras de boletos para el metro, por ejemplo, se topan rápida y repetidamente con los límites de sus facultades. Kramp lo sabe y ha decidido hacer algo para cambiar su situación; por eso visita desde hace un año un curso de alfabetización. Esta es su primera vez; otros miles de analfabetas todavía no se han atrevido a dar el paso.
Se estima que en Alemania viven cuatro millones de personas cuyas limitaciones a la hora de leer y escribir les impiden apañárselas solas en su vida cotidiana, pero es muy probable que la cifra de analfabetos sea mucho mayor porque aún no se han definido claramente los criterios para determinar con precisión cuándo una persona es analfabeta y cuándo no. Para hacer un cálculo más exacto de la población analfabeta a escala nacional varios expertos han iniciado el proyecto Level One (Leo).
Compensando las limitaciones
Level One es el primer estudio llevado a cabo para medir sistemáticamente las destrezas de lectura y escritura de los adultos, y sus resultados serán publicados en febrero de 2011. “Esta es una novedad en Alemania. El problema principal consiste en lograr que la gente que participe provea información veraz”, asegura la directora del proyecto, Katinka Bartl, del Centro Aeroespacial Alemán (DLR son sus siglas en alemán).
Investigaciones previas, como las desarrolladas en el marco del estudio PISA para sondear las flaquezas de la educación a escala internacional, ya habían evidenciado una tendencia negativa en el ámbito de la lectura y la escritura: según PISA, el 14 por ciento de los quinceañeros en Alemania no puede comprender el contenido del texto más sencillo. Uno de cuatro escolares abandona el sistema educativo sin poder leer ni escribir correctamente y cerca de 20.000 jóvenes al año intentan mejorar sus facultades en cursos ofrecidos por las universidades populares.
El número de analfabetas se ha mantenido constante
A ese grupo se suman cerca de 2.000 inmigrantes al año interesados en tomar cursos que propician la integración, la alfabetización y el aprendizaje de la lengua alemana. Sin embargo, Cordula Löffler, profesora de Lingüística y Didáctica del Lenguaje en la Universidad Pedagógica de Weingarten, Baden-Wurtemberg, observa que el número de analfabetas no decrece, a pesar del número de ofertas educativas disponibles. A su juicio, eso se debe a que no se toman medidas a tiempo en los jardines de infancia y las escuelas.
“Los maestros no han sido formados para diagnosticar dificultades de lectura o de escritura entre sus alumnos y, más adelante, los profesores dan por sentado que los niños ya aprendieron a leer y escribir correctamente. Y, por esta razón, no perciben como suya la responsabilidad de dar apoyo especial a los alumnos con debilidades de lectura y escritura”, explica Löffler, añadiendo que los jóvenes con esta clase de problemas tienden a abandonar el sistema educativo sin haber culminado su formación académica.
Un cambio de mentalidad es necesario
De ahí que Löffler exija más y mejores ofertas formativas para los docentes que tengan contacto directo con personas potencialmente analfabetas; es decir, cursos especiales que les permitan ayudar a otros a desarrollar competencias lingüísticas. Y es que a escala nacional escasean también los estándares para la educación de adultos; en relación con sus recursos económicos, Alemania invierte menos en educación del promedio establecido por la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
Así como la integración cultural no es un proceso que incumba solamente a los inmigrantes, sino en igualdad de proporciones al Estado y a la sociedad en general; promover la alfabetización no es una tarea que involucre exclusivamente a quienes no saben leer y escribir. Peter Hubertus, de la Asociación Alemana para la Alfabetización y la Educación Básica, aclara que debe ponerse fin al prejuicio según el cual los analfabetas son tontos y los analfabetas mismos deben saber que ellos no son los únicos con esa limitación.
Para que cambie la percepción que el imaginario colectivo tiene de los analfabetas es necesario que se hable públicamente sobre el analfabetismo y para estimularlos a visitar cursos de alfabetización es importante que quienes no sepan leer ni escribir superen las heridas que se les ha infligido por sus limitaciones lingüísticas. “Uno tiene que atreverse a dar el primer paso y luchar contra sus propias sombras”, dice Ralf Kramp.
Autor: Ozlem Ucucu / ERC
Editor: Pablo Kummetz