América Latina y Alemania suman esfuerzos para mejorar tests
17 de febrero de 2021En una conferencia organizada de forma digital por el Instituto de Virología de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín bajo el lema “Retos del sector diagnóstico en América Latina ante enfermedades emergentes”, países como México, Honduras, Ecuador, Perú y Costa Rica pudieron intercambiar este miércoles sus experiencias en el manejo y la aplicación de pruebas del SARS-CoV-2.
“Nos necesitamos unos a otros. Si pensamos que la pandemia la superaremos individualmente, estamos perdidos”, aseguró al comienzo de la reunión digital el virólogo y profesor de la Charité Felix Drexler, que ha llevado a cabo desde marzo de 2020 nueve misiones de ayuda y entrenamiento en los países de la región más golpeados por el coronavirus, proporcionando alrededor de 2 millones de pruebas PCR.
Con esta reunión, según el Dr. Drexler, se pretende detectar y aprender de los errores, y no solo de los países latinoamericanos, sino también de Alemania: “No todas las pruebas de diagnóstico que se realizan en Europa o Estados Unidos funcionan de la misma manera en países tropicales. También en Alemania se hacen errores con los tests, sobre todo en invierno. En el caso latinoamericano, debido a la disminución de la sensibilidad de las pruebas rápidas de antígeno a altas temperaturas, estas pueden perder eficacia, lo que puede contribuir a falsos negativos”.
La experiencia mexicana
La representante del Instituto Nacional de Salud Pública de México, Celia Alpuche, explicó que, tras detectar el primer caso de coronavirus en el país, México adoptó el Protocolo Berlín del Instituto Charité para hacer pruebas, porque era más fácil adaptarlo "debido a que contábamos con equipos, personal entrenado e incluso muchos de los insumos que están dentro de la red de diagnóstico de influenza".
Asimismo, se tomaron dos grandes decisiones: "La primera fue descentralizar el diagnóstico hacia toda la red de laboratorios estatales de salud pública del país, y la segunda fue apoyar a algunos países vecinos de Centroamérica y del Caribe a través de la Organización Panamericana de la Salud, para transferir esa tecnología”, explicó Alpuche.
Entre las principales problemáticas, destacó la doctora, estaba la falta de suficiente personal capacitado para turnos de diagnóstico y para el sistema de mantenimiento de equipos. Además, “debido a que el 90% de los insumos y reactivos para desarrollar las pruebas son importados, y por la escasez mundial de los mismos, tuvimos grandes problemas con la extracción de tests, así como para conseguir otros materiales”, puntualizó la especialista mexicana.
Otras enfermedades, en segundo plano
Por su parte, la experta Mitzi Castro, del Laboratorio Nacional de Vigilancia de la Salud de Honduras, indicó que debido a la pandemia en su país se vio afectado, sobre todo, el monitoreo de otro tipo de enfermedades, y la tuberculosis fue una de las que más se descuidó. “La estructura de vigilancia que teníamos par otras enfermedades se tuvo que convertir en diagnóstico de COVID-19”, relató Castro.
Otras de las limitaciones que enfrentó ese país centroamericano fue que se tuvo que ceder personal en calidad de préstamo al departamento de Virología para cubrir la demanda causada por el COVID-19. Había falta de personal en regiones, dificultad para la toma y el envío de muestras desde los centros regionales, y disminución de afluencia de pacientes por temor a contagiarse de COVID-19.
En el caso de Ecuador, desde donde llegaron imágenes dramáticas al inicio de la pandemia, y que en la actualidad ha podido mejorar el seguimiento de casos de coronavirus, el médico del Instituto Nacional de Salud (INSPI), Alfredo Bruno, mencionó que las estrategias que se aplicaron después de la mala experiencia fue “reorganizar, incorporar y capacitar personal adicional, mejorar en infraestructura y transferencia tecnológica, usar innovación tecnológica para procesos de codificación, ingreso de datos y reporte de resultados”. Finalmente, añadió, también se trabajó en logística con alianzas estratégicas, como, por ejemplo, en colaboración interinstitucional, y con participación en reuniones técnicas y comités locales.
La prueba molecular propia y la “gran deuda”
Sobre la experiencia peruana, el doctor César Cabezas, del Instituto Nacional de Salud, explicó que en el país andino, al inicio de la pandemia, solamente había un laboratorio para hacer pruebas de diagnóstico molecular, y esa era, precisamente, su institución. "Pero pese a que Perú es un país complicado a nivel geográfico, se ha logrado contar con un laboratorio de biología molecular en cada una de las regiones del país”, detalló. A esta tarea se habrían sumado también laboratorios móviles y portátiles, que están descentralizando el diagnóstico allí.
Cabezas contó, además, que su país ha logrado implementar laboratorios para desarrollar pruebas moleculares locales. “En realidad, las necesidades nos obligan a hacer estas cosas. El país tenía la necesidad de descentralizar y desarrollar este tipo de prueba. Y ahora, para simplificar eso aún más, se está usando papel filtro y se están reduciendo los costos, que son casi la tercera parte de lo usual“, aseguró.
Por otro lado, el especialista peruano criticó que el aspecto de la diversidad cultural de América Latina muchas veces no sea tomado en cuenta por sus colegas: “La mayoría de los médicos que nos dedicamos a enfermedades infecciosas tenemos, lamentablemente, un enfoque biomédico, y pensamos que solo con la tecnología y la medicina se solucionan los problemas de salud”. Según el médico Cabezas, se debería también tener en cuenta el factor psicológico, y lo que piensa la población acerca de determinadas medidas: “Esa es la gran deuda y deficiencia que tenemos en esta pandemia: no hay estudios sobre conductas sociales frente a las medidas restrictivas, sobre el cansancio y el hartazgo de la gente”.
(cp)