Alemania aboga por reformas en la ONU
23 de septiembre de 2004
Sólo un tema abarcó el discurso del ministro de Relaciones Exteriores alemán ante los representantes de 191 países reunidos en la Asamblea General de la ONU: la reforma del organismo mundial y, particularmente, del Consejo de Seguridad. Junto con volver a proclamar, esta vez con toda formalidad, las aspiraciones de Alemania a contar con un asiento permanente, Joschka Fischer se explayó en argumentos a favor de modificar la actual estructura del órgano ejecutivo de las Naciones Unidas.
Legitimidad y eficacia
El planteamiento del jefe de la diplomacia germana fue claro: “Si queremos realmente que las decisiones del Consejo sean aceptadas como legítimas y aplicadas efectivamente, debemos reformarlo”, aseguró. Eso implicaría, a su juicio, incrementar tanto el número de miembros permanentes como el de los transitorios. Razones hay varias. La principal, enunciada por el ministro, es que “la composición del Consejo debe corresponder a las realidades geopolíticas actuales”. Y eso implica que deberían reflejar el proceso de descolonización que se ha operado, al igual que el término de la guerra fría y la globalización en marcha.
Joschka Fischer se mostró convencido de que un Consejo de Seguridad con más miembros gozaría de mayor aceptación internacional, lo cual alimentaría la esperanza de que todas las naciones se sintieran mayormente identificadas con el organismo. Hizo notar, además, que “la motivación de los nuevos integrantes redundaría en un aumento de los esfuerzos por llevar a la práctica los objetivos de las Naciones Unidas”.
Lógica simple
La lógica del ministro de Relaciones Exteriores alemán es simple: mientras más estén involucrados en la toma de decisiones a ese nivel, más fácil sería aplicar las resoluciones. En la práctica, sin embargo, no ha sido la actual falta de congruencia del Consejo con la correlación de fuerzas mundial lo que ha torpedeado su autoridad. La debilidad del organismo radica, más bien, en que hasta el momento no ha estado en condiciones de hacer cumplir sus dictados.
Ni siquiera sus actuales miembros permanentes parecen sentirse obligados a cumplir cabalmente las reglas del juego. El ejemplo más claro lo dio el propio Estados Unidos, al lanzar su ataque contra Irak pasando por alto a la ONU. Mientras ese sea el ejemplo de la única superpotencia actual, difícilmente la situación varíe, independientemente del número de miembros del Consejo de Seguridad. Claro que de eso no habló el ministro alemán ante la Asamblea General.