Alemania, a prueba de un "Terminator"
8 de agosto de 2003Incredulidad, admiración o sorna; cualquiera sea el carácter de las reacciones que provoca el anuncio de la candidatura de Arnold Schwarzenegger a gobernador de California, la noticia no deja prácticamente a nadie indiferente. Considerando que lo que ocurre en Estados Unidos suele convertirse en una tendencia exportable hacia Europa, comienza ya la discusión sobre si podría suceder en Alemania algo tan notable como que un actor aspire a un alto cargo gubernamental, aunque sea a nivel regional. Máxime considerando que la imagen del astro cinematográfico va ligada, para la mayoría, a sus personajes más exitosos, que no se caracterizan precisamente por su perfil intelectual.
¿Una opción para Claudia Schiffer?
A estas alturas, los cinéfilos ya se han convencido de que el Goliat austriaco es algo más que un mero atado de músculos, que sabe ironizar y que su sentido del humor denota estilo. Saben igualmente que no tiene dificultades de oratoria, y han oído hablar de sus opiniones y obras sociales. Pero ¿basta eso para aspirar a dirigir un estado del calibre de California? Eso es algo que tendrán que responder sus habitantes. Lo que los alemanes se preguntan es si llegarán a ver a una Claudia Schiffer o a una Nastassja Kinski de candidatas.
El caso de Schwarzenegger tiene además otra peculiaridad. Aparte de fisiculturista, ex Mr. Universo y miembro de la farándula hollywoodense, "Arnie" (como muchos le llaman aquí) es un inmigrante. Encarna el sueño americano, aquél del hombre emprendedor que llegó con los bolsillos prácticamente vacíos y sin conocer siquiera el idioma, y consiguió trepar la escalera de la fortuna y la fama. Lo que en Estados Unidos atrae simpatías, podría ser un obstáculo infranqueable en estas latitudes germanas. "Basta imaginar que en Alemania se presentara como candidato a alcalde de Kiel un 'selfmade' millonario y de inmediato queda claro cuánto terreno falta recuperar aquí en materia de cultura política", comenta la edición alemana del Financial Times.
Pastelero a tus pasteles
Más allá de lo anterior, el ámbito político alemán difiere bastante del estadounidense, si bien empiezan a contagiarse algunas modalidades. Por ejemplo, en la pasada campaña electoral para los comicios federales, se estrenó en Alemania el "duelo televisado" entre los principales contendores: el actual canciller, Gerhard Schröder, y su retador conservador, Edmund Stoiber. Los analistas pasaron días discutiendo quién se había anotado más puntos ante la teleaudiencia. Por cierto que en Alemania, al igual que en otros países, pesa la opinión pública y la llegada que tengan los políticos a través de los medios de comunicación. Su buen manejo de imagen es un aspecto que ha favorecido la carrera de Schröder; pero cuando los problemas aprietan, no hay caras telegénicas que valgan. El jefe de gobierno tuvo que experimentar en carne propia cómo su popularidad cayó a los suelos al poco tiempo de haber sido reelecto.
Por otra parte, los expertos subrayan que los alemanes tienen más interés en la política y están más informados al respecto que el estadounidense promedio. El cientista político Karl Rudolf Korte está convencido de que un candidato identificado con el entretenimiento no tendría mayores posibilidades de triunfar, por muy famoso que fuera. Distinto sería, según él, si se tratara de un conocido conductor de programas políticos o informativos en televisión, considerado un entendido en dichos temas. Pero el caso no se ha dado, de modo que todo queda en el terreno de la especulación. Korte hace notar, además, que los partidos alemanes han creado una especie de barrera de contención, que hace muy difícil obtener poder a alguien que no provenga de sus filas. No obstante, Alemania tiene por estos días algo en común con California: sus problemas económicos y un sol radiante.