Al rescate de las lenguas indígenas
5 de febrero de 2012“En las próximas dos a tres generaciones, tres mil a cuatro mil lenguas podrían desaparecer”, anuncia Vera Szöllösi-Brenig, investigadora del proyecto DoBeS (“Dokumentation Bedrohter Sprachen” o Documentación de Lenguas en Peligro). Según cálculos de la UNESCO, actualmente se hablan unas seis mil diferentes lenguas en el planeta, pero una gran parte está amenazada.
Antes de que este patrimonio desaparezca, el programa DoBeS, de la Fundación Volkswagen, está dedicado desde 1999 a crear un registro mundial. En conjunto con la Fundación Max Planck y en convenio con instituciones locales, ha logrado documentar estos idiomas a través de medios audiovisuales y escritos.
Cuentos, manuales, diccionarios o temáticas como la meteorología y la fauna que conforman el habla de los pueblos, hoy están debidamente resguardados por este programa a través de modernas tecnologías. Hay videos de conversaciones con transcripciones a otros idiomas, análisis lingüísticos, fotos, dibujos, registros musicales y videos de actividades comunitarias y ceremonias.
Es una herencia para las futuras generaciones y un valioso material para los investigadores, que hoy está disponible para todos en su sitio web.
Camino irreversible
Factores propios de la globalización influyen en que la transmisión de la lengua se vaya perdiendo. “No hay tierras aisladas y hay mucha presión económica, de los medios e incluso política sobre las lenguas”, explica Vera Szöllösi-Brenig
“Una condición que contribuye a la situación amenazada de su cultura y lengua es la dispersión en que viven algunos pueblos –explica Wolf Dietrich, investigador de lenguas indígenas americanas de la Universidad de Münster-. El drama es que las lenguas amenazadas hoy son muchísimas“. En muchos casos casi no quedan exponentes que la conozcan o la lengua ya no funciona como medio de comunicación para ellos.
En América del Sur subsisten unas 900 a 1.000 lenguas indígenas. “Muchas de éstas cuentan con poquísimos hablantes y la mayoría se van extinguiendo. En muchos casos los hablantes son mayores de 40 años. Muchos indígenas no ven un futuro para sus hijos en su propia lengua. Hablan entre ellos, pero no la transmiten a sus hijos y la lengua muere”, agrega Dietrich.
En su gran mayoría, los pocos hablantes que quedan no viven todos juntos, sino dispersos, y además están en aldeas multiétnicas y multilingües. Ejemplos, lamentablemente, hay muchos. Entre los más amenazados, reseña Dietrich, se sitúan los boruca (familia chibcha), con sólo tres hablantes de edad avanzada que viven en la provincia de Puntarenas en Costa Rica.
También el moré o iténez (familia chapakura), que es hablado por 12 personas que viven en dos aldeas diferentes, una en Brasil y otra en Bolivia, a pocos kilómetros unos de otros, separados por el río Guaporé. El avá-canoeiro (familia tupí-guaraní) está agonizante, ya que lo hablan dos personas ancianas y otros hablantes viven lejos de ellos.
¿Sólo documentar o además preservar?
“El apoyo local o gubernamental no hace mucho –opina el profesor Wolf Dietrich-. Puede prolongar el proceso de la muerte por algunas décadas, pero no ayuda mucho”.
No obstante, indirectamente las investigaciones han tenido un efecto positivo en la valoración y revitalización de estas lenguas. “Muchas veces el que expertos de tan lejos vayan a investigar, hace que la gente vea que su lengua es importante. El solo hecho de documentarla ha hecho también que se ayude a preservarla. Son dos lados de la misma moneda”, comenta Vera Szöllösi-Brenig, del programa DoBeS. “No veo que será posible detener completamente este proceso, pero al menos podemos hacer algo”, agrega.
“Desde el punto de vista del patrimonio nacional de cada país y de la preservación del patrimonio cultural de la Humanidad, hay que preservar estas lenguas en la medida de lo posible, documentarlas y analizarlas. Podemos ayudar, iniciar enseñanza bilingüe, pero no podemos evitar finalmente que mueran. No deberíamos dejar que se masacren, hay que ayudarlas en lo que se pueda”, indica Dietrich.
Uno de los aportes de este investigador de la Universidad de Münster es un atlas lingüístico guaraní-románico. El guaraní es la lengua de más del 90% de los paraguayos y también se habla en otras regiones, como el nordeste argentino.
Proyectos de rescate
La mayor conciencia sobre la importancia de las etnias y sus lenguas, ha hecho que en las últimas décadas muchos países de América Latina estén realizando acciones de protección y fomento de este patrimonio.
Andrés Romero-Figueroa, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, indica que de las 200 etnias que existían en el territorio de la actual Venezuela al momento de la llegada de los españoles, hoy sólo quedan 34.
“La mayoría de las lenguas indígenas están amenazadas a causa de la profunda aculturación que han sufrido los nativos, quienes se encuentran en permanente necesidad de utilizar el español para sus actividades comunitarias rutinarias”, explica.
Romero-Figueroa cree que el actual reconocimiento constitucional de las lenguas indígenas conjuntamente con el español como lenguas oficiales dentro de los territorios nativos, ayudará a sacarlas del estado de amenaza. En este sentido, hay algunos proyectos educativos como dotar de un sistema de escritura, crear textos pedagógicos, la instalación de emisoras de radio en lenguas nativas y la transmisión televisiva de películas y videos sobre las tradiciones de estas comunidades. “En la Latinoamérica de hoy, es reconocido que la salvación de las culturas indígenas depende de la salvación de las lenguas que las mismas poseen”, asegura.
Autora: Victoria Dannemann
Editora: Emilia Rojas