Steiner: “Nuestros líderes carecen de coraje y honestidad”
2 de agosto de 2019Achim Steiner lleva dos años administrando el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Nueva York. Durante una década –entre 2006 y 2016– fue director ejecutivo del programa de la ONU para el medio ambiente (PNUMA), cuya oficina central está en Nairobi, Kenia. Y antes de eso llevó las riendas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), con sede en Gland, Suiza. Aunque estos cargos demandan una buena dosis de diplomacia, Steiner no tiene tapujos a la hora de señalar los obstáculos que dificultan la reconciliación de la economía con la ecología en el marco de la actual crisis climática. DW habló sobre este y otros temas con el político y ambientalista germano-brasileño de 48 años.
Deutsche Welle: La eficiencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es puesta en duda por cada vez más personas con cada vez más frecuencia. ¿Diría usted lo contrario? ¿Cree usted que la ONU cumple su cometido cabalmente?
Achim Steiner: ¿Somos la ONU y sus agencias individuales, sus fondos y sus programas el mejor ejemplo de eficiencia y efectividad? No, no lo somos. Por otro lado, los Estados miembros de la ONU no están contribuyendo a financiar su funcionamiento como se comprometieron a hacerlo. Y esa falta de recursos ha generado una crisis. Creo que el mundo entero se quedaría pasmado si supiera lo mucho que hacemos con tan poco dinero para conservar la paz en el planeta, proveer apoyo humanitario donde es necesario y ayudar a países a alcanzar sus metas de desarrollo. Estamos haciendo mucho para conseguir ser más eficientes.
¿Qué tan pequeño es el presupuesto con el que trabajan?
Permítame citar una cifra para hacer una comparación. Los ciudadanos de Nueva York pagan 2.750 millones de euros al año en impuestos para garantizar su protección. Eso es más o menos el equivalente de lo que el secretario general de la ONU tiene a su disposición para mantener funcionando su despacho y responder a las mayores crisis del mundo. En otras palabras, el presupuesto de la ONU es inadecuado.
¿Podría darnos un ejemplo de cómo el PNUD trata de garantizar la sostenibilidad del desarrollo de las naciones que reciben su respaldo? Con tantos problemas de escala global, ¿cómo blindar el progreso de los países no industrializados?
El sistema económico en el que estamos atrapados destruye nuestro planeta. Mientras tanto, el PNUD se destaca en el seno de la ONU como el mayor proveedor de asesoría para enfrentar el calentamiento global y sus secuelas. Nosotros contribuimos a que en más de 170 países se aceleren las acciones para responder al cambio climático, en beneficio de sus respectivos intereses de desarrollo nacional. Nosotros también lidiamos con la cuestión migratoria combatiendo directamente las causas de las migraciones masivas. La población joven del mundo sabe que existen oportunidades para prosperar fuera de sus países y, si estos no les brindan esperanza y perspectivas, ellos van a hacer sus maletas e irse a otro lado. Esos movimientos no los podemos controlar en este momento, pero lo intentamos.
A pesar de las contrariedades, usted es percibido como un optimista. ¿Qué factores lo frustran personalmente?
Mi mayor fuente de frustración es la falta de tiempo. Vivimos en una era donde el impacto colectivo de los humanos sobre el planeta está transformándolo de manera evidente y alterando las condiciones de vida en él. Y ese impacto ya no es producto de la ignorancia, sino de la autocomplacencia y la irresponsabilidad. Estas actitudes son una amenaza para el futuro de nuestros niños.
Reconciliar la economía y la ecología ha sido uno de los puntos más importantes de su agenda. De hecho, usted contribuyó a que el Acuerdo de París para frenar el calentamiento global se firmara. ¿Cree usted todavía que la meta fijada de limitar el calentamiento global a 1,5 ºC pueda ser alcanzada?
Hay razones de peso para creer que podemos alcanzar esa meta. Pero nuestros líderes carecen del coraje y de la honestidad necesarias para comprometerse con sus comunidades y propiciar un cambio en la percepción de lo que significa tener responsabilidad sobre nuestros actos. Tener responsabilidad sobre nuestros actos implica tomar decisiones, hacer cosas y saber que, si no tomamos otro camino, estamos hipotecando el futuro de las próximas generaciones. Lo curioso es que estamos en el siglo XXI –una era en la que somos más ricos, estamos mejor educados y somos más capaces de actuar– y todavía votamos por líderes políticos que nos dicen que quizás este no es el momento indicado para actuar. Estamos viviendo en la era de la irresponsabilidad. Es necesario que eso cambie.
(erc/ms)
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