¿Y si hubiera paz en Colombia?
4 de febrero de 2016Juan Manuel Santos dispone de una oportunidad única en la historia de su país: quedar en los libros como el presidente que fue capaz de firmar la paz con la principal guerrilla que opera en Colombia, las FARC, tras más de 50 años de conflicto armado. Santos, que se encuentra de visita en Estados Unidos, está consciente de que su potencial político es inmenso. Él, como jefe de Estado en su segundo mandato, sabe que lo que está ofreciendo es una esperanza que casi todos los habitantes del país sudamericano desconocen: la de vivir en paz.
Y precisamente ahí radica la fuerza de Santos en el escenario político de Latinoamérica. Lo que ha hecho hasta ahora por su país, como ministro de Comercio, de Hacienda, de Defensa y como mandatario, le dan valor suficiente, por sí solo, como personaje público. Pero si logra callar las armas, las puertas que se abren para su país son gigantescas, y él se asegurará un lugar destacado en los relatos que oirán, en el futuro, los colombianos que tengan la fortuna de nacer y vivir en un país sin guerra.
Periodista, con dos matrimonios a su haber y con estudios en Colombia, Estados Unidos y Reino Unido, Santos encarna al ideal de un colombiano con mundo. Nacido en una familia con influencias gracias a su relación con el mundo de la prensa, asumió la subdirección del diario El Tiempo con apenas 30 años, y con 40 fue designado por el presidente César Gaviria como ministro de Comercio Exterior. Para ese cargo lo avalaban sus estudios en la London School of Economics, donde en 1975 obtuvo un máster en Economía y Desarrollo Económico. Desde entonces, su vida ha estado ligada a la política colombiana.
Diálogos frustrados
Ya en 1997, durante el gobierno de Ernesto Samper, Juan Manuel Santos apoyaba la idea de crear una zona de distensión con la guerrilla, para facilitar el diálogo. Fue uno más de los tantos fracasos que llenan la lista de intentos por alcanzar un pacto con las fuerzas revolucionarias. Esa larga lista podría llegar a su fin si el 23 de marzo, como Santos espera, finalmente su gobierno y las FARC alcanzan un acuerdo en las conversaciones que se llevan a cabo desde septiembre de 2012 en La Habana, Cuba.
Entre diálogo fallido y diálogo fallido, hubo también planes para acabar con el enfrentamiento por medio del aplastamiento militar. Precisamente para conmemorar el 15 aniversario de su intento más acabado, el Plan Colombia, es que Santos se encuentra en Estados Unidos. Criticado por algunos y alabado por otros por los logros que puede exhibir en el campo militar, la iniciativa acordada por los presidentes Andrés Pastrana y Bill Clinton en 2001 e implementada por sus sucesores, Álvaro Uribe y George W. Bush, ha significado el desembolso de 9.000 millones de dólares de ayuda militar estadounidense.
Este aporte supuso que las Fuerzas Armadas colombianas incrementaran notablemente su poder bélico, pasando de tener 300.000 efectivos a 450.000, además de crear batallones contraguerrilla y poner a las Fuerzas Aéreas y servicios de inteligencia a la altura de los mejores del mundo. Allí están los resultados: las FARC sufrieron los golpes más duros en sus 50 años de historia con la pérdida de muchos de sus principales cabecillas. Además, se redujeron los cultivos de coca y bajaron los atentados, homicidios y secuestros. Como contra, el desplazamiento forzoso y violaciones a los derechos humanos de campesinos empañan al plan que Washington conmemora con la presencia de Santos.
Imagina un país en paz
La guerra contra la principal guerrilla ha dejado más de 200.000 muertos en el último medio siglo, 25.000 desaparecidos, casi 6 millones de desplazados y 27.000 secuestrados. Son números fríos, pero que analizados en su contexto son estremecedores. Y pese a ello, hoy Colombia luce una de las economías más sólidas de la región, impulsa el turismo y busca sacarse de encima el estigma de país tomado por el terrorismo y las acciones militares para mirar al futuro con un dejo de esperanza. Los años venideros pueden ser mucho mejores, y es inevitable pensar que Santos tiene mucho que ver en ello.
El mandatario colombiano llegó a Estados Unidos no solo a conmemorar la iniciativa militar que supuso el comienzo del fin del enorme poder armado de las FARC, sino también a poner sobre la mesa las bondades de una Colombia en paz, un escenario que él avizora con indisimulada felicidad. En una reunión con empresarios, Santos hizo un paralelo muy claro entre la guerra y el freno de mano de un vehículo. “Tratas, pero el freno de mano no te deja avanzar a la velocidad que quieres avanzar”, dijo en la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
Santos está ofreciendo una visión de una Colombia distinta. No la de 1981, cuando él era subdirector de un periódico en un país sumido de lleno en un conflicto; no la de 1997, que buscaba a través de concesiones abrir el camino a unos diálogos siempre interrumpidos por alguna bravata de última hora; ni siquiera la de 2001, cuando se lanzó el Plan Colombia. Santos ofrece una Colombia en paz. “Si hemos logrado lo que hemos logrado en medio de la guerra, las oportunidades que se abren ahora son inmensas. Imagínense lo que podemos hacer si no tuviéramos ese freno de mano”, dijo Santos este miércoles 3 de febrero. Solo imagínense.