¿Y ahora qué, Grecia?
19 de agosto de 2015Tras el anuncio de que el Bundestag aprobó otro crédito comunitario para evitar su quiebra, Grecia parece haber dado un paso fuera del atolladero, pero sabe que todavía tiene muchos desafíos por enfrentar. El auxilio económico asciende a 86.000 millones de euros, se otorgará por cuotas y contempla un fondo para que el Gobierno de Atenas cumpla sus compromisos más inmediatos: sus pagos al Banco Central Europeo (BCE). El primero de ellos es de 3.200 millones de euros y debe hacerse este mismo jueves (20.8.2015).
De los 26.000 millones de euros que componen el primer tramo de ayudas, unos 10.000 millones serán destinados a la recapitalización de los debilitados bancos helenos. Y es que, según algunos expertos, ni el crecimiento económico sostenido ni la creación de empleo –las prioridades para sacar al país del atolladero en que se halla– son viables sin el saneamiento del sector bancario. Para otros analistas, el principal motivo de preocupación es otro: la inestabilidad del Ejecutivo de Alexis Tsipras.
Tsipras, tambaleante
Cerca de un tercio de los diputados de Syriza, la coalición de partidos gobernantes, rechazó el paquete de ayudas para Grecia porque las reformas que los socios europeos piden a cambio están reñidas con la promesa que Syriza hizo para llegar al poder: poner fin al dogma de que la austeridad es la única vía para sacar al país de la crisis fiscal. Las circunstancias han cambiado tanto en Atenas que ahora Tsipras depende de la oposición para llevar a cabo los recortes de las jubilaciones y los aumentos de impuestos exigidos por los acreedores.
Dimitris Papadimulis, de Syriza, cree que Tsipras se verá obligado a plantear una moción de confianza en el Parlamento ateniense y que un llamado a nuevas elecciones es posible de aquí a fin de año. Conocedores del acontecer heleno dan por probable que los nuevos comicios se realicen en septiembre mismo, alegando que sólo así podría medirse rápida y claramente la capacidad del Ejecutivo de Tsipras para implementar las reformas acordadas con los socios de la Unión Europea (UE).
Controvertida condonación
Uno de los problemas más grandes de Grecia, independientemente de quien lleve el timón del Estado, es su capacidad para pagar sus deudas acumuladas, que ya a finales de 2014 ascendían al 177 por ciento de su Producto Nacional Bruto. Una cifra descrita como “demasiado alta”, por el Fondo Monetario Internacional (FMI), e “impagable”, por Estados Unidos. Washington ha llegado al punto de exigirle a los Gobiernos europeos que le condonen a Grecia una parte de sus deudas, pero éstos se niegan categóricamente a hacerlo.
El Gobierno alemán argumenta que perdonarle a Grecia aunque sea una fracción de sus compromisos violaría los tratados comunitarios. Lo único que el Ejecutivo de Angela Merkel estaría dispuesto a sopesar es la posibilidad de extender los plazos de pago previstos, y aún ese es un punto controvertido en el Bundestag. Otro problema vigente es la incertidumbre en torno al futuro involucramiento del FMI en los rescates económicos para Grecia; esta institución anunció que no tomaría una decisión al respecto antes de octubre.
¿Qué hay de las inversiones?
Por otro lado, especialistas en la materia lamentan que las negociaciones en torno al rescate para Grecia hayan puesto tanto énfasis en los programas de austeridad y reforma estructural, y tan poco en las estrategias para estimular el crecimiento económico del país. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, anunció un plan de inversión de más de 35.000 millones de euros, financiado con recursos regulares de la UE, bajo la condición de que Atenas participe en ese programa con dinero de su propio bolsillo.
Lo que economistas europeos como Gustav Horn sugieren es que a Grecia se le permita disfrutar de los beneficios de ese plan de inversión sin aportar capital propio durante un año. “Eso haría posible que el Gobierno de Atenas inicie un programa de inversiones inmediatamente”, señala Horn, director del Instituto para la Investigación de la Macroeconomía y la Coyuntura, adscrito a la Fundación Hans Böckler, cercana a la Federación Alemana de Sindicatos (DGB). De otra manera, dice Horn, el nuevo rescate para Grecia fracasará como sus predecesores.