Washington y Moscú: la era del deshielo
14 de octubre de 2009Wedomosti, de Moscú: "Entre estados Unidos y Rusia persisten diferencias de opinión, pero existe una clara voluntad de superarlas. Esa es la mejor manera de formular el balance de la visita de Hillary Clinton a las autoridades rusas. Sin embargo, Moscú aún no ha recibido explicaciones exhaustivas por ejemplo en cuanto a cómo habrá de ser el futuro sistema antimisiles estadounidense, después de que Washington se despidiera de sus planes en Polonia y la República Checa. Y también queda el tema de los derechos humanos, aspecto en el cual Estados Unidos se ha propuesto modificar la forma de sus críticas para posibilitar un nuevo comienzo en sus relaciones con Rusia, pero no está dispuesto a asignarle un papel secundario, tampoco en el futuro”.
Aplausos, pero no euforia
Neue Osnabrücker Zeitung, de Osnabrück: “Con el desarme se puede producir titulares positivos. El presidente estadounidense, Barack Obama, recibió incluso el Premio Nobel de la Paz por su visión de un mundo sin armas nucleares. En ese cuadro encaja bien que su ministra de Exteriores logre avances en las negociaciones con Moscú sobre una reducción de los arsenales de ambos países. Ello es motivo de aplauso, pero no de euforia. En primer lugar, el almacenamiento y la mantención de las cabezas nucleares resultan extremadamente caros. En segundo término, las enormes cantidades de bombas no tienen sentido desde el punto de vista militar. Y, en tercer lugar, Washington y Moscú mantienen una capacidad destructiva suficiente para desintegrar al mundo varias veces. Pero, sobre todo, el peligro de una guerra atómica entre Rusia y Estados Unidos pasó por fortuna a la historia con el fin de la guerra fría. La nueva amenaza emana más bien de la proliferación de estas mortíferas armas en otros lugares”.
Washington, Moscú y Pekín: intereses compartidos
Luxemburger Wort, de Luxemburgo: “Estados Unidos insta con razón a la reducción global de los arsenales nucleares. Esa es la única vía para mantener a huéspedes indeseados como Al Qaeda, Irán o Corea del Norte fuera del club de las potencias atómicas. El tiempo dirá si este intento es realista. En el marco de las negociaciones para un tratado que suceda al Start 1, que expira en diciembre, Moscú está dispuesto a hacer concesiones, pero no renunciará a su arsenal nuclear. Sin ese potencial disuasivo, el país más grande del mundo se vería indefenso frente a la dinámica de desarrollo de su vecino inmediato, China. En la actualidad, China está aprendiendo a manejar su papel de potencia mundial, recuperado después de siglos. Más poder implica también más responsabilidad. Al igual que Washington, tampoco Pekín tiene interés en que haya armas atómicas en manos de terroristas y regímenes acosados”.
Editora: Cristina Papaleo