Washington busca el acuerdo
19 de octubre de 2002El debate que se desarrolló en la ONU en torno a la crisis iraquí dejó de manifiesto que Estados Unidos y Gran Bretaña están en notoria minoría. No sólo los países árabes, sino también gran parte de las restantes naciones que tomaron la palabra dejaron en claro que no comulgan con las intenciones de entregar carta blanca a Washington para utilizar la fuerza militar contra Bagdad en forma automática, al primer problema que surja con las inspecciones internacionales de armas. La mayoría abogó, en cambio, por dar a Irak la oportunidad de probar, con hechos, que está dispuesto a cooperar.
Por lo visto, las críticas no han dejado del todo indiferente a la superpotencia occidental. Sobre todo porque tampoco logró disipar las resistencias en el exclusivo círculo de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Washington ha tenido que admitir que no puede conseguir la deseada luz verde para poner en marcha su artillería. Y, como la política es el arte de lo posible, ahora busca el entendimiento, moderando sus exigencias.
La propuesta francesa
A todas luces, el gobierno de George Bush se contentaría con no amenazar ya directamente con represalias militares, sino con "consecuencias", para el caso de que el régimen de Saddam Hussein entorpezca la tarea de los inspectores internacionales. Y ahora diplomáticos estadounidenses y franceses negocian en busca de un acuerdo.
La propuesta más viable sería a todas luces la de Francia, que surge como el gran ganador de la controversia en torno a Irak en el plano diplomático. El tono del diálogo entre París y Washington se había vuelto bastante poco cordial en los últimos días, después de que el presidente Jaques Chirac afirmara que "la región no necesita otra guerra, que podría evitarse". De ahí a una amenaza de veto no hubo un gran trecho y, en definitiva, Francia comenzó a aglutinar a la oposición contra los planes bélicos de Estados Unidos.
Bush se reserva la última palabra
Es probable que la firmeza gala haya sido en último término el factor clave en el giro estadounidense. Sea como fuere, esto no implica que el presidente Bush haya abandonado del todo sus proyectos bélicos. De hecho, altos funcionarios de la Casa Blanca han hecho notar que Estados Unidos exige de todos modos la adopción de medidas contra Bagdad, si éste no cumple todas las demandas de la ONU. Igualmente han dejado en claro que, en el peor de los casos, optaría por actuar por su cuenta. En suma, el peligro de guerra sigue presente. Pero al menos existe la posibilidad de que se llegue a un acuerdo de resolución que, por lo pronto, permita por fin reanudar las inspecciones de los arsenales iraquíes.