Walter Reuter es recordado en su natal Berlín
2 de noviembre de 2010“Fue de los que prefirió emigrar y arriesgarse a sufrir toda clase de calamidades en el extranjero antes de someterse al régimen nazi, incluso antes de la llegada de Hitler al poder en 1933 Walter Reuter se había rebelado ante la peste marrón”, dijo aludiendo al color del uniforme nazi, Diethart Kerbs, presidente del Grupo de Trabajo “Bildquellenforschung und Zeitgeschichte”, durante una ceremonia ante la casa natal de Reuter previa a la develación de una placa en su memoria.
Kerbs fue quien encontró casualmente a Walter Reuter a principios de la década de los 80, cuando hojeaba un libro sobre la inmigración alemana en España durante la Guerra Civil.
“Vi su nombre al pie de una fotografía y recordé que lo había visto antes en una revista de las asociaciones juveniles del año 1932 que se llamaba “Das Lagerfeuer” (La Fogata), y me pregunté si sería el mismo”, dice Kerbs en conversación con Deutsche Welle.
Emigrante perdido
El entonces catedrático de la Academia de Artes de Berlín encontró a algunos de los jóvenes de aquel entonces que habían sobrevivivdo y que entre tanto ya eran mayores. Uno de ellos le dijo que Walter Reuter era hermano de Erich Reuter, entonces profesor en Berlín. Pronto estableció contacto con el fotógrafo y se reunió con él unos meses después.
Así fue como Walter Reuter, considerado uno de los “emigrantes perdidos”, por los investigadores alemanes, fue encontrado. Vivía en México donde era ya un reconocido fotógrafo y cineasta.
Su hija menor, Hely Reuter acudió a la develación de la placa en la casa natal de su padre, en el barrio de Charlottenburg un barrio obrero cuando el fotógrafo llegó al mundo en 1906. Reuter fue recordado por su hija como humanista y luchador a favor de la justicia, de naturaleza rebelde, que por sus ideas cruzó continentes y épocas y que fue testigo y protagonista del siglo XX. “Era fotógrafo y un poco también actor y músico, un sensible conversador para quien fumar era como meditar. El humo establecía vínculos con seres superiores, pero también con sus propios recuerdos y experiencias”, dijo Hely, la tercera de las tres hijas que tuvo Walter Reuter de su segundo matrimonio con Ana María.
Armado con una cámara en la Guerra Civil
Abandonó Berlín en 1933, un mes después del ascenso de Hitler al poder. Llegó a España y se unió a la causa republicana con su cámara como arma al lado de renombrados fotógrafos como Robert Capa. En España Reuter retrató el drama humano de la guerra, mostró la situación de los niños y refugiados que sufrían las calamidades del fascismo.
Pero la derrota lo obligó a replegarse y después de sufrir innumerables penurias en su paso por Francia y Marruecos, llegó a México en 1942. A Berlín no volvió sino hasta 1959.
“Dejó de ver a su madre durante 26 años, pero yo lo acompañé a Berlín al cumpleaños 90 de la abuela”, recuerda Hely, que junto con su esposo, el fotógrafo Gilberto Chen, se ocupan de clasificar el legado fotográfico de Reuter, consistente en más de 100.000 imágenes. El año pasado Hely publicó un libro con 200 imágenes hasta ahora inéditas del fotógrafo titulado "El viento limpia el alma".
El periodismo gráfico, su mayor contribución
Reuter, conocido como pionero del periodismo gráfico en México, tomó más de 35,000 imágenes de poblaciones indígenas. El Embajador de México en Berlín, Francisco González recordó que fue en México en donde Reuter completó su carrera como fotógrafo y documentalista. “Mostró una original mirada al retratar el México de la época, su mayor interés y simpatía la destinó a las comunidades indígenas a las que captó con una gran belleza plástica y mirada respetuosa”, dijo el diplomático. A México llegó acompañado de su primera esposa, Sulamith Siliava y de su hijo Jazmin.
Muchas de sus fotografías siguen desaparecidas. Todas las que hizo en Berlín antes de huir del nazismo se perdieron. Al abandonar España dejó una maleta llena de fotografías y negativos en una oficiana de prensa en Barcelona. “Los republicanos habían perdido la guerra y los fascistas estaban en la puerta, así que Reuter huyó como pudo, con un auto robado viajó a los Pirineos y de ahí se fue caminando hasta la frontera con Francia”, recuerda Kerbs, que se reunió con Reuter durante varias ocasiones en Berlín antes de su muerte en 2005 a la edad de 99 años.
Siempre difundió optimismo
Lo que más recuerdan quienes lo conocieron fue su sentido del humor y su extraordinaria actitud postiva ante la vida, que conservó pese al dramatismo y crueldad de los acontecimientos que vivió y de los que fue testigo. La historiadora Ursula Tjaden que viajó a Madrid hace unos años en busca de las imágenes de Reuter y se reunió en varias ocasiones con él lo recuerda como alguien que nunca se quejó, que no tenía rastro de amargura pese a tantas dificultades que vivió. Lo mismo dice Krebs. “Cuando le preguntaba Walter, ¿cómo estás? Siempre decía: me siento de maravilla. Entonces nos percatábamos de que caminaba chueco y que tenía molestias en la espalda pero nunca se quejó”.
“Murió a los 99 años y nunca fue al hospital, era un hombre fuerte que siempre estaba de buen humor, es impresionante cómo estuvo agradecido con la vida a pesar de todo lo que le pasó”, recuerda su hija Hely.
Reuter dejó una huella en ambos continentes. Su legado moral y la trayectoria creativa de su obra son honrados con el Premio Alemán de Periodismo que este año llegó a su tercera edición y que es respaldado por varias fundaciones alemanas.
Autora: Eva Usi
Edición: Claudia Herrera Pahl