¿Volverá Japón a ser una potencia nuclear?
31 de diciembre de 2012
El 11 de marzo de 2013 se conmemorará el segundo aniversario de una de las catástrofes más destructivas en la historia de Japón: el terremoto y el tsunami que azotaron a la isla ese día causaron numerosas muertes y daños materiales, y el accidente nuclear que las fuerzas de la naturaleza propiciaron en la central de Fukushima obligó a muchas personas a abandonar sus viviendas. Ese suceso fue seguido por una calamidad política: el mal manejo de la crisis y la sistemática desinformación hicieron que la población perdiera confianza en el Gobierno.
De ahí que la polarización de los japoneses de cara al futuro de la industria atómica en el país no se haya disipado todavía. Al contrario, las elecciones de un nuevo Gobierno y de un nuevo Parlamento han profundizado la brecha entre los defensores de la energía nuclear y quienes exigen que se renuncie a ella. Desde antes de ser nombrado primer ministro, el liberal Shinzo Abe insiste en que, por razones económicas, Japón no puede darse el lujo de depender tanto de la energía atómica, pero tampoco abandonarla de golpe.
“Yo quiero proponer una política energética consciente de las responsabilidades que están en juego”, dijo Abe al visitar la central de Fukushima. Él mide sus palabras porque sabe que el tema es delicado. Por eso aseguró que desarrollaría al máximo las energías alternativas de aquí al año 2015 y tomaría una decisión definitiva sobre la mejor mezcla de fuentes energéticas. Si la nueva administración cumple sus promesas, es poco probable que Japón vuelva a ser una potencia atómica.
Energía atómica, con el viento en contra
Por su parte, el movimiento antinuclear no para de expresar su escepticismo. Después de todo, Abe anunció la construcción de nuevos reactores poco después de comenzar su mandato y el Partido Liberal Democrático (PLD) conserva intactos sus vínculos con los lobbystas de la industria atómica. El PLD perteneció durante décadas al triángulo de burócratas, industriales y científicos que avaló la seguridad absoluta de los reactores nipones y vetó una fortificación de la central de Fukushima que la habría protegido mejor del tsunami de 2011.
Este “triángulo de hierro” ya no es lo que solía ser. Antes, sus integrantes llegaban a acuerdos tras bastidores para poder hablar con una sola voz en público y la Autoridad para la Regulación Nuclear estaba a las órdenes del Gabinete. Hoy, cuando el ministro de Industria y Economía, Toshimitsu Motegi, afirma que los 48 reactores desactivados volverán a ser encendidos en los próximos tres años, los nuevos supervisores de las centrales atómicas demuestran su autonomía refutando sus palabras de inmediato frente a la prensa.
Es imposible medir la seguridad de todos los reactores y reconectarlos a la red energética en tres años, sostienen los expertos. Puede que las protestas semanales de la Coalición Metropolitana contra la Energía Atómica –van 37 hasta ahora– no ejerzan influencia directa sobre las políticas del Gobierno, pero un nuevo auge de la industria nuclear en Japón se está viendo frenado por otros factores. Por ejemplo, Abe no ha decidido todavía si desarticulará los monopolios de los proveedores de electricidad regionales.
Si la competitividad aumenta en este sector y los precios de la electricidad suben debido al endurecimiento de las normas de seguridad atómica, la construcción de nuevos reactores en Japón perderá el atractivo que aún tiene.
Autores: Werner Schmitz / Evan Romero-Castillo
Editor: Diego Zúñiga