Volcán Cordón Caulle: final abierto
17 de junio de 2011Publicidad
Varias ciudades de las provincias argentinas de Neuquén y Río Negro fueron declaradas zona de desastre este jueves (16.6.2011), después de que las cenizas emanadas por el cordón volcánico chileno Caulle paralizara la vida local. En buena parte de la Patagonia impera el estado de emergencia económica y social debido a la prolongada suspensión de las actividades empresariales y comerciales de las que depende la subsistencia de sus habitantes, y a la interrupción de los servicios de electricidad y agua en algunos poblados.
Las clases han estado suspendidas desde que el Complejo Volcánico Puyehue-Cordón Caulle entrara en erupción el pasado 4 de junio y tanto los empresarios del turismo como los agricultores temen que la temporada invernal a punto de comenzar se vea severamente afectada por la nube volcánica que, a estas alturas, está por darle la vuelta al hemisferio sur del planeta: las cenizas han obligado a cerrar los aeropuertos de la región patagónica andina y cubierto los pastos con que se alimentan los animales.
¿Cuánto más durará la actividad volcánica del Caulle? Deutsche Welle conversó al respecto con Ulrich Küppers, experto en vulcanología experimental y física del departamento de Ciencias de la Tierra en la Universidad Ludwig Maximilian de Munich.
Deutsche Welle : ¿Pueden los vulcanólogos predecir cuándo cesará la actividad de la cadena de volcanes Puyehue-Cordón Caulle?
Ulrich Küppers : Los científicos no podemos pronosticar que un volcán entrará en erupción en dos años o en dos semanas; sólo cuando el estallido de un volcán es inminente podemos predecir su erupción con un par de horas o días de anticipación. Asimismo, y por tonto que parezca, tampoco podemos asegurar que el apaciguamiento de un volcán implique el final de su actividad. Ningún volcán sigue un guión predeterminado: la intensidad y frecuencia de sus explosiones pueden ser muy irregulares una vez que ha entrado en erupción.
¿Representan el tamaño y la densidad de su nube volcánica algo nuevo para los vulcanólogos?
No. Una nube volcánica como ésta no se forma cada vez que un volcán entra en erupción, pero tampoco es una novedad para nosotros. En el pasado reciente hemos visto nubes como ésa; la última que yo recuerdo se formó en 1991 tras la explosión del Pinatubo en Filipinas. El tamaño y la densidad de la nube volcánica depende de la cantidad de cenizas que produzca el volcán, de la duración de las explosiones y de la intensidad con que sopla el viento. Si el viento no hubiera soplado, las cenizas habrían caído en las inmediaciones del volcán.
¿Qué tan peligrosa es esta nube volcánica para la atmósfera, los suelos, la vida humana, la fauna y la flora?
Toda partícula fina respirada por los animales o los seres humanos es dañina para su salud y la ceniza volcánica no es una excepción; ella puede causar afecciones que van desde el asma hasta el cáncer. Por otro lado, cuando la ceniza y los gases producidos por la explosión del volcán se extienden por la atmósfera y filtran los rayos solares pueden terminar alterando el clima del planeta. La magnitud de su influencia sobe el clima global depende de las dimensiones y de la duración de la explosión volcánica.
Cuando el monte Pinatubo entró en erupción, la temperatura global bajó en 0,2 °C; esa variación puede parecer muy pequeña, pero en realidad es enorme. Y a la brusca alteración de la temperatura se suman los estragos que una nube volcánica puede causar cuando cae al suelo y cubre la vegetación: si la capa de ceniza es suficientemente gruesa, las plantas pueden morir porque no reciben la luz necesaria para llevar adelante el proceso de fotosíntesis y, con ellas, el ganado, por falta de alimentos.
De alcanzar las fuente de abastecimiento de agua potable, la ceniza volcánica puede obstruir las tuberías o alterar la composición química del líquido.
¿Existen procesos artificiales para disipar la nube volcánica en caso de que se torne demasiado densa?
Si el dinero no jugara un rol importante, los países podrían cooperar para disipar la nube volcánica con lluvia artificial, es decir, usar aviones para que dejen caer agua sobre la nube. Pero esa opción no es realista. La humanidad deberá resignarse a que, en este caso, la naturaleza está haciendo cosas que escapan a nuestro control.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: Pablo Kummetz
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