Venezuela y el gran año electoral
10 de enero de 2018Este lunes (8.1.2018), la mandataria saliente de Chile, la socialista Michelle Bachelet, fue recibida en La Habana por el líder de la dictadura comunista cubana, Raúl Castro, y criticada por no reunirse con la disidencia de la isla. Al mismo tiempo, su sucesor en el Palacio de La Moneda, el conservador Sebastián Piñera, se entrevistaba con Luisa Ortega Díaz, la fiscal venezolana que, sin dejar de identificarse como chavista, huyó de su país temiendo por su vida tras denunciar que el “hombre fuerte” de Caracas, Nicolás Maduro, le había dado un “golpe judicial” al Parlamento de la nación sudamericana. La exfuncionaria también le atribuye actos graves de corrupción administrativa y delitos de lesa humanidad a la élite cívico-militar en torno a Maduro.
Nadie olvida que, desde el Ministerio Público, ella contribuyó a que los presos políticos se multiplicaran en Venezuela; pero, de momento, la centroderecha al sur del Río Bravo es toda oídos cuando la izquierdista pide audiencia. Piñera, quien fue reelecto presidente en segunda vuelta el 17 de diciembre de 2017 y asume el cargo este 11 de marzo, es su interlocutor más reciente. “El compromiso que yo tengo con el pueblo venezolano es hacer lo que esté a nuestro alcance, dentro del marco del Estado de derecho, para contribuir a recuperar la democracia, las libertades y el respeto a los derechos humanos en esa nación”, comentó el empresario chileno poco después del encuentro con Ortega Díaz.
El riesgo del populismo
De aquí a fin de año, ¿cuántos nuevos mandatarios latinoamericanos de derecha le abrirán sus puertas a la oposición venezolana –“chavistas rebeldes” incluidos– y la ayudarán a poner orden en casa? La pregunta es pertinente porque en 2018 se celebrarán comicios presidenciales en Brasil, Colombia, Costa Rica, México y Paraguay. Pero, a juicio de Klaus Bodemer, profesor asociado del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), lo relevante no es si los vecinos de Venezuela llevan al poder a políticos de derecha o izquierda; lo importante es que no sean populistas. “Si insistimos en analizar el asunto en términos de derecha e izquierda, cosa que no deberíamos hacer, yo diría que la tendencia predominante será un giro hacia la derecha”, opina.
“¿Dónde está la izquierda? ¿Qué es la izquierda hoy día?”, enfatiza Bodemer con talante retórico, acotando que si en México se consuma el triunfo del candidato Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, será por lo que tiene de populista y no de izquierdista. “Donde ganen, los populistas decepcionarán a sus electores porque en América Latina ya no queda mucho por repartir”, advierte el experto. “Ese es el dilema que amenaza a Brasil: si al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva se le permite participar en los comicios, él será reelegido; pero si Lula va a la cárcel bajo cargos de corrupción y no compite, lo más probable es que gane Jair Bolsonaro, un fascista conocido por sus comentarios racistas, homófobos y a favor de la dictadura militar brasileña”, explica.
La crisis venezolana como tema de campaña
A Stefan Peters, de la Universidad de Kassel, no le llamaría la atención una vuelta de tuerca hacia la derecha como la que augura Bodemer porque la euforia causada por el auge de la izquierda en el subcontinente quedó atrás hace mucho tiempo. “Ya no se puede decir que la izquierda tenga un peso enorme en América Latina”, dice el especialista. Wolfgang Muno lo secunda. “El péndulo ya osciló hacia la derecha en la región con el ascenso de Michel Temer a la jefatura del Gobierno brasileño –tras el juicio político que removió del poder a Dilma Rousseff– y con las presidencias de Mauricio Macri, en Argentina, y Pedro Pablo Kuczynski, en Perú”, dice Muno, profesor en el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia.
En lo que respecta a Venezuela, los resultados electorales más significativos serán los de sus vecinos directos, Colombia y Brasil. No obstante, Peters y Muno coinciden en que la crisis venezolana no juega un rol preponderante en la política interior de esos países, a pesar de que ambos reciben cantidades preocupantes de refugiados venezolanos desde hace meses. “El tema principal en Brasil es la lucha anticorrupción y en Colombia, el debate alrededor del proceso de paz con la guerrilla de las FARC. En la campaña electoral mexicana se ha hablado de manera abstracta sobre la ‘venezolanización’ del país, pero sólo para asustar a los indecisos y evitar que voten por el populista Andrés Manuel López Obrador”, señala Muno.
La “venezolanización” de América Latina
Bodemer no se toma el término “venezolanización” tan a la ligera. A sus ojos, la palabra puede aludir a una constelación de “enfermedades” que dan la impresión de estar expandiéndose en la región. “La inseguridad, la opacidad, la corrupción, el desencanto de la población frente a la política, la creciente deslegitimación de los partidos tradicionales y el surgimiento de candidatos presidenciales con talantes no muy distintos del de Donald Trump tienen a América Latina sumida en un estado miserable. Consciente de su propia impopularidad, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México eligió como candidato a un exministro que ni siquiera es miembro de la formación. Y ese es sólo un ejemplo”, esgrime el politólogo del GIGA.
“Lo que salta a la vista es que los partidos de izquierda evitan traer a colación la cuestión venezolana durante la campaña electoral. La derecha lo hace para empañar la imagen de sus adversarios”, observa Peters. Aunque el Ejecutivo de Nicolás Maduro sigue contando con el respaldo de los principales Estados miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la “Revolución Bolivariana” impulsada por su predecesor –el difunto Hugo Chávez (1999-2013)– parece haber dejado de ser el proyecto modelo de la izquierda continental. “Aún si Lula es reelecto por los brasileños, no sabemos si él va a entenderse con Maduro como lo hacía con Chávez; puede que no le guste lo que está pasando en Venezuela”, sostiene Muno.
Maduro asegura que también sus compatriotas serán convocados a las urnas en 2018, pero, como lo explica Bodemer, las de Venezuela no pueden ser consideradas elecciones en el sentido estricto del término. “El establishment chavista, que controla al Consejo Nacional Electoral (CNE), ha amenazado con inhabilitar políticamente a los partidos opositores más fuertes”, señala el investigador. “Si en la contienda sólo participan formaciones que aparentan ser opositoras sin serlo, la reelección de Maduro está asegurada”, acota Bodemer.
Evan Romero-Castillo