Vencer sin convencer
16 de junio de 2008Como era de esperarse, las primeras fintas ocurrieron mucho antes del silbatazo inicial. Se djjo que Lukas Podolski iba a comandar el ataque alemán, teniendo a Mario Gomez y a Miroslav Klose junto a él en la delantera germana.
También se especuló, por primera vez, sobre el futuro del técnico Joachim Löw, a quien incluso algunos medios ubicaron ya como sucesor de Zico en el Fenerbahce de Turquía.
Pocas variantes
Pero en realidad lo que hubo fueron advertencias claras. Si Alemania no variaba su táctica ni su desempeño, la crisis contagiaría al resto del fútbo alemán.
Lo que sucedió en el terreno de juego purgó las apariencias y dejó en claro las realidades. Alemania y Austria, representadas al más alto nivel gubernamental en la tribuna, abordaron el principio del partido con actitud diplomática, negándose a atacar de manera contundente y aguardando la oportunidad de una descolgada.
Ésta ocurrió pronto, al minuto cinco, cuando Mario Gomez dejó escapar increíblemente, ante el abierto arco contrario, el gol que muchos cantaban.
Luego Podolski, en efecto, protagonizó la iniciativa germana al ataque. Mas no lo hizo enclavado en la delantera, sino viniendo de muy atrás, prácticamente como en los anteriores partidos (aunque ahora cargado hacia el centro). La apuesta era evidente: conseguir espacio suficiente para uno de sus impactantes zurdazos.
Löw y la canciller
La iniciativa del duelo cambió de manos cíclicamente a lo largo de la primera mitad. El austríaco Martin Harnik se lanzó a fondo en algunas ocasiones, pero su juvenil enjundia zozobró una y otra vez frente a sus compañeros del Werder Bremen, los germanos Clemenz Friz y Per Mertesacker.
El saldo parcial fue la tensión. Hacia el final de la primera parte, los técnicos se enfrascaron en un duelo verbal insondable, y el alegato estuvo a punto de transformarse en asunto de Estado cuando el alemán Löw fue a ampararse en la tribuna, ya expulsado, ante la canciller Angela Merkel.
Lo que el entrenador le dijo a la mandataria en esos segundos, es cosa que habra de esclarecerse durante los próximos días. Merkel, por lo pronto, no quiso revelar el contenido de dicho diálogo en entrevista posterios con la televisión pública germana.
En lo futbolístico, ninguno de los dos cuadros mostró armas suficientes para abrir el marcador en la primera parte. La guerra de nervios se ubicó al maximo al irse los equipos a los vestidores.
El gol que nada cambió
La situación parecía cambiar, y pronto, en la segunda mitad. Al minuto 50, Michael Ballack lanzó tremendo tiro libre desde una distancia de 26 metros e incrustó el balón justo en el ángulo superior derecho del arco contrario. Fue un destello, una golondrina que no hizo verano.
Poco tardó el partido en sumirse en la misma incertidumbre de la primera mitad, aunque ya con el marcador inaugurado. Podolski tuvo que abandonar la cancha, Austria desperdició algunas oportunidades y Alemania se vio incapaz de ampliar la ventaja.
Los saldos, al final, no son tan positivos como el marcador para los alemanes. Se seguirá especulando sobre el futuro de Joachim Löw, y el seleccionado germano permanece en búsqueda de fórmulas efectivas en el campo de juego. Los jugadores más consistentes siguen siendo Thorsten Frings, medio defensivo, y el lateral Philip Lahm.
Las preguntas sobre el sector central defensivo de los alemanes se difuminaron un poco. Pero la ofensiva carece de profundidad. Neuville lo confirmó al echar para afuera un tiro con todas las ventajas, ya en tiempo de compensación.
¿Cómo hacer que este equipo lleno de estrellas despliegue todo el poder de que es capaz, y consiga los resultados que de él se esperan?
Ésa es la pregunta fundamental que acompaña aún al equipo alemán, cuando apenas está por comenzar la fase más difícil del camino rumbo al título de la Eurocopa 2008.