Universitarios en pandemia: "A veces quiero dejarlo todo"
29 de marzo de 2021Si no fuese por la pandemia, Andrea Ariza quizás estaría en un aula de su universidad, la Universidad del Atlántico en Barranquilla, Colombia, asistiendo a un seminario de filosofía o uno de derecho, las dos carreras que estudiaba. O quizás estaría discutiendo sobre los nuevos estatutos de la universidad, en su papel como líder estudiantil. Pero en vez de esto, la joven de 25 años atiende llamadas en un call center desde las 7 de la mañana hasta las 5 de la tarde, para después ir a su trabajo como profesora de inglés. Por la crisis del COVID-19, Andrea se ha visto obligada a interrumpir sus estudios y buscar un segundo trabajo para apoyar a su familia económicamente. Logró compaginar los estudios y los trabajos durante algunos meses, hasta que aprobó todas las materias menos una. Se dio cuenta de que no podía más y decidió pausar su carrera universitaria. "A veces quiero dejarlo todo”, dice Andrea a DW.
La educación superior - una palanca para el desarrollo económico
Muchos universitarios de países de América Latina se han enfrentado a la realidad de tener que interrumpir sus estudios a causa de la pandemia. Aunque aún no hay datos oficiales consolidados al respecto, en la Universidad del Atlántico 6.000 estudiantes de un total de 24.000 abandonaron la carrera - uno de cada cuatro. Las causas son varias: gran parte de la deserción se debió, como en el caso de Andrea, a razones económicas; pero también los problemas de conectividad y el deterioro de la calidad de las clases llevó a muchos universitarios a decidir pausar la carrera.
Expertos observan este desarrollo con preocupación, ya que podría repercutir en el desarrollo social y económico a largo plazo. En la última década, cada vez más Estados en Latinoamérica habían reconocido la importancia de la formación de capital humano para generar conocimiento e innovación e impulsar la productividad y el crecimiento económico. "La región había experimentado un crecimiento muy importante de este sector, con tasas de participación en la educación superior superiores al 50 por ciento”, dice a DW Francesc Pedró, director del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC). Pese a este aumento general y muchos planes de facilitación de acceso para las poblaciones más desfavorecidas, "la participación de las clases medias y medias altas en la formación académica sigue siendo entre 5 y 10 veces mayor”, afirma Pedró.
"Cuando una sociedad deja de investigar, retrocede"
Son justamente los estudiantes de poblaciones vulnerables los más afectados por la pandemia, ya que se ven enfrentados a problemas infraestructurales y económicos. "Vemos un retroceso de equidad significativo, equivalente a una década en materia de igualdad de acceso,” afirma Francesc Pedró.
Ana Capilla, directora de Educación Superior y Ciencia de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), resalta la importancia de otro aspecto: los repercusiones de la crisis del COVID-19 sobre la investigación en la región. "El 50 por ciento de los investigadores trabajan en las universidades, ellos son la columna vertebral de la educación, la innovación y el desarrollo”, afirma Ana Capilla a DW. Con el cierre de las universidades, también se han cerrado laboratorios y archivos, se han detenido proyectos. "En el momento en que una sociedad deja de investigar no solo retrocede, sino que limita enormemente su capacidad de crecimiento y desarrollo en una economía global y del conocimiento como la actual”, dice Ana Capilla.
"Dejé de ser la persona que quería ser"
Pero la formación académica no es solo el aprendizaje. Francesc Pedró, del IESALC: "Estudiar es una experiencia transformadora que va más allá de lo académico, (la universidad) es un lugar de intercambio social, cultural y político.” Andrea Ariza confirma este planteamiento a través de sus experiencias. Para ella, estudiar, formarse, asumir el cargo como líder estudiantil siempre fue un honor. "Cuando dejé de estudiar, dejé de ser la persona que quería ser”, cuenta Andrea. Aparte de tener que trabajar en vez de seguir formándose, perdió el acceso a espacios de emancipación, de activismo político, de participación.
¿Podrán recuperarse estas pérdidas? Yuma Inzolia, coordinadora académica de IESALC, también ve en la pandemia una oportunidad de replantear la formación académica. A través de la implementación de nuevos conceptos pedagógicos como el del "aula invertida”, que apunta a transferir parte del proceso de enseñanza y aprendizaje fuera del aula con el fin de hacerlo más interactivo, se puede "afianzar un modelo que sea sostenible y escalable a largo plazo”, afirma Yuma Inzolia.
Convertir los retos en oportunidades
También Francesc Pedró ve en la crisis una oportunidad de que los gobiernos latinoamericanos refuercen el papel de las universidades públicas como palanca de cambio en lo social y lo económico, creando planes de recuperación y estímulo. "Todo dependerá de si los gobiernos ven en la educación superior no una carga, sino una parte de la solución. Necesitamos más que nunca a las universidades, que se han involucrado en la investigación del coronavirus y sus repercusiones y que son los lugares donde se ha empezado a pensar qué recetas económicas se necesitan para salir de la crisis”, dice a DW el director de IESALC.
Para Andrea Ariza esta es una visión todavía lejana. "Todos los meses pienso: el mes que viene dejo los trabajos. Pero la situación es realmente muy difícil”, cuenta a DW. Su plan es finalizar su tesis de filosofía, y quizás empezar una maestría. Espera poder retomar sus estudios en junio, aunque, en tiempos de pandemia, "nunca se sabe”.