La deuda griega
29 de diciembre de 2009Debido al endeudamiento sostenido de Grecia, la posición de ese país en el ranking de la agencia de clasificación crediticia Standard & Poor's es mucho más modesta este año que en períodos anteriores. Las nuevas deudas adquiridas por el Estado griego superan el 12,7 por ciento de su producto interno bruto (PIB) y, en total, sus deudas ascienden a 300 mil millones de euros.
En el año 2010 el déficit estatal equivaldrá al 120 por ciento de su PIB. Estos valores exceden con creces los límites previstos en el pacto de estabilidad y crecimiento de la Unión Europea (UE). ¿Qué significa esto para el euro?
El cielo encapotado anuncia tempestad para el euro y la Unión Económica y Monetaria (UEM) parece estar frente a su reto más grande. Desde que estalló la crisis financiera global, a Grecia le va tan mal que algunos observadores han dejado de desestimar la posibilidad del resquebrajamiento de la UEM.
De hecho, quienes alzaron su voz en el pasado contra la firma del Tratado de Ámsterdam, documento que oficializó la implementación del euro como moneda única en Europa occidental, ven confirmados sus temores en el contexto de la actual coyuntura.
Unidos en precario equilibrio
Junto a otros tres catedráticos, Joachim Starbatty, profesor emérito de Economía en la Universidad de Tubinga, interpuso una demanda en contra del establecimiento del euro ante el Tribunal Constitucional de Alemania en 1997. En vano.
“Los criterios de admisión en la UEM fueron interpretados de una manera muy laxa y negligente; a veces su aplicación ni siquiera fue controlada. De allí que se hayan unido países cuyas políticas económicas y sociales no se compaginan bien”, opina Starbatty.
“Una unión económica se caracteriza por el seguimiento de una política económica y por la disposición de los países integrantes a alinear sus políticas nacionales con las de sus autoridades supranacionales. Y eso no se consiguió ni en Italia, ni en Portugal, ni en España, ni en Grecia. Eso es lo que ha puesto al euro en la prueba de fuego que hoy atraviesa”, agrega Starbatty, aludiendo a países que han sacado provecho a su membresía en la UEM durante años sin que su productividad haya dado muestras considerables de crecimiento.
De la euforia a la resaca
Los países mencionados por el profesor de Tubinga gozaron de un apogeo económico notable gracias al euro. Y, aunque este esplendor fue perdiendo su intensidad con el tiempo, algunos síntomas que lo acompañaron se prolongaron demasiado, como los rastros de optimismo que suele dejar la embriaguez antes de que se manifieste la resaca.
Los salarios aumentaron mucho más pronunciadamente en Italia, Portugal, España y Grecia que en otros países europeos o, dicho de otra manera, su competitividad se pasmó, sus exportaciones se redujeron drásticamente y sus importaciones aumentaron.
Si pudieran, estos países devaluarían su moneda para atraer a inversores extranjeros y abaratar sus exportaciones. Pero no pueden hacerlo porque no tienen una moneda propia y sus destinos están atados al del euro porque abandonar la UEM los sumiría en una crisis económica mucho más seria que la que ahora padecen.
Pese a sus deudas, es poco probable que estados miembros de la unión americana como California, Michigan, Massachusetts, Maryland y Nueva York se separen del dólar para implantar su propia moneda, por ejemplo. Entonces, ¿qué pueden hacer estos países del sur europeo para salir del atolladero?
Aplicar férreas políticas salariales y disciplinarse en materia financiera: invertir en la productividad y ahorrar, ahorrar y ahorrar es lo que hay que hacer, dicen los expertos, aunque esté claro que no habrá remedio para la coyuntura actual que no sea amargo.
Autor: Rolf Wenkel
Editor: Enrique López