Una temporada para meditar
13 de mayo de 2014Mientras en Múnich el sábado pasado fue un día de fiesta popular, en el que se celebró con un desfile el título 24 obtenido por el Bayern, a menos de 200 kilómetros de distancia, también en tierras bávaras, la fecha se vivió como una jornada de duelo tras confirmarse el descenso del Núremberg a la segunda división.
Esas dos realidades documentan los extremos en los que se movió el fútbol alemán en el último año. Por un lado fue necesario aceptar que las distancias entre los clubes aumentaron, pero por otro enorgulleció confirmar que el país cuenta con uno de los mejores equipos del mundo en la actualidad.
Y es que a la temporada de la Bundesliga 2013/2014 la caracterizaron tanto el apabullante dominio del Bayern Múnich, como la sensación de que en Alemania, por debajo de él se juega un campeonato diferente, en el que el fondo de la clasificación desconsuela. Allí los equipos involucrados en la lucha por evitar el descenso hicieron pocos méritos para defender su cupo en la primera división.
La contundente superioridad
El estudio comparativo de las estadísticas arroja como resultado una imagen alterada. Según las cifras, el dominio del Bayern fue este año incluso menor al ejercido la temporada pasada, cuando el club conquistó el histórico triplete. La realidad, sin embargo, fue otra.
El Bayern de Pep Guardiola no solo fue el equipo más goleador de Alemania, y el que menos anotaciones recibió, sino que se coronó campeón de la Bundesliga en un tiempo récord. En marzo, faltando siete fechas para cerrarse el torneo, ya el título estaba definido. De hecho, si el entrenador español no hubiera “archivado” desde ese momento la competencia local, el Bayern, al paso al que venía, hubiera impuesto marcas para la eternidad.
Aún así, eso no cambió demasiado el panorama que se volvió normal en la Bundesliga. Detrás del Bayern, el fútbol alemán seguía siendo “casi” el mismo. En vez de una emocionante lucha por el título, el interés se trasladó a las posiciones de vanguardia. Nunca antes la carrera por el segundo lugar había despertado tanto entusiasmo, y cuando se aclaró que el Dortmund se quedaría con esa plaza, y el Schalke con la tercera, entonces se mantuvo viva la incertidumbre por la cuarta casilla.
Esta temporada de la Bundesliga pasará a la historia por haber sido protagonizada por un equipo contundentemente superior al resto: el Bayern. La excelencia futbolística alcanzada por el club de Múnich suscita admiración, pero también desconfianza.
Preocupación latente
Pep Guardiola logró hacer del Bayern el equipo más efectivo en 51 años de la Bundesliga, pero sus meritos obligaron a que el campeonato marchara por dos rutas paralelas: la autopista de los bávaros y el camino pedregoso de los demás.
Este año las directivas del fútbol profesional alemán tuvieron éxito justificando la abismal diferencia con el argumento de que se trata de una situación excepcional. La pregunta sobre si tienen razón, o no, tan solo se podrá responder en la próxima temporada. De suceder lo mismo en el 2014/2015, la Bundesliga no tendría otra alternativa que aceptar que atraviesa por una crisis, pues el principio que la hizo atractiva internacionalmente, el del equilibrio del nivel deportivo, se habría perdido definitivamente.
Además, no solo lo que ocurre en la cúspide del fútbol alemán causa preocupación. En el fondo de la clasificación también se acumulan las señales de alarma. El Hamburgo, único club fundador de la Bundesliga que ha participado en todos los campeonatos, jugará la promoción y, observando el fútbol que exhibe, no es atrevido asegurar que su descenso sería algo lógico.
El Hamburgo, al igual que los ya descendidos Núremberg y Braunschweig, no consiguió sumar en 34 partidos 30 puntos. De hecho, esta temporada siete equipos se quedaron por debajo de la marca de 40 puntos, a más de 50 puntos del campeón. Una fehaciente prueba de su debilidad, y de que en Alemania hay que estar muy atentos a cómo se desarrolla su campeonato.