Una pareja invencible
10 de agosto de 2012En cuanto la medalla estuvo segura en sus manos, ambos deportistas se abrazaron, agotados. Tirados en la arena, con el espectacular telón de fondo del campo de desfiles Horse Guards Parade, Julius Brink y Jonas Reckermann apenas podían creer su suerte. Tras la semifinal contra los holandeses, tenían ya la plata asegurada, y con ello, también la entrada en la historia del deporte alemán: hasta ahora, ningún dúo de voley playa germano había conseguido tal hazaña. Pero la cosa no quedó ahí. En la final, los alemanes lograron la victoria contra sus contrincantes brasileños, Alison Cerutti y Emanuel Rego. Medalla de oro: el punto culminante de una combinación de atletas extremadamente acertada.
Ambos deportistas han formado equipo desde 2009, y desde el principio se podía observar la armonía entre ellos: tras unos pocos meses de entrenamientos conjuntos, Brink y Reckermann consiguieron el título de campeones del mundo en Stavanger, Noruega. Tras ello se sucedieron dos títulos de campeones de Europa en 2011 y 2012, así como una fama que se extendía como la espuma entre el jóven público que sigue este deporte. Para muchos, lo que Brink y Reckermann hacen en traje de baño sobre la arena es un juego tranquilo y despreocupado. Sin embargo, esta disciplina requiere, a pesar de las apariencias, trabajo muy duro y planificación minuciosa.
Lesiones disimuladas
Todo esto se demostró en Londres 2012 desde el principio, y la medalla que se llevan a casa es la culminación de sus tres años de preparación. En los pasados meses, ambos deportistas han entrenado duramente su condición física y su técnica; han aprendido, asimismo, a enmascarar sus problemas. En abril, en pleno entrenamiento en los Estados Unidos, Jonas Reckermann tuvo molestias en los hombros: dolor e inflamación. El equipo no pudo volver a entrenar hasta apenas dos meses antes de las Olimpiadas. Y aún así, Reckermann seguía siendo un candidato de riesgo: durante los partidos clasificatorios, tuvo que aplicarse bolsas de hielo a los hombros, y ello le provocó un resfriado.
“Estaría más intranquilo si no llevara alguna venda o algo para cualquier otra dolencia”, bromeó el compañero de Reckermann, Julius Brink, en declaraciones al periódico “Süddeutsche Zeitung”.
Blanco y negro
Ambos deportistas son la antítesis el uno del otro, y precisamente por ello se compenetran tan bien: mientras Brink, que ya fuera campeón nacional de vóleibol en la infancia, se caracteriza por su agilidad y su velocidad para reaccionar a los ataques, Reckermann, con su gran altura y control, se impone como una torre ante la red y no deja pasar ni un balón. Ambos se complementan perfectamente en el terreno de juego, y en los Juegos Olímpicos hicieron gala de su impresionante equilibrio entre ataque y defensa hasta el final.
Tan impresionante como la confianza con la que se presentaron en los Juegos Olímpicos a pesar de la lesión de Reckermann. “No sé qué grado de destrucción habría causado en mi casa si me hubiera vuelto con las manos vacías”, dijo Julius Brink, y con ello dejó claro la actitud de la pareja. Ahora, después de las Olimpiadas, ambos desean continuar con su idilio deportivo: al menos durante el año siguiente, Brink y Reckermann seguirán compitiendo juntos. Y eso es una buena noticia para el voley playa alemán.
Autora: Joscha Weber, lab
Editora: Claudia Herrera Pahl