Una guerra en el Golfo Pérsico solo dejaría perdedores
14 de junio de 2019Un video movido, en blanco y negro, muestra supuestamente a un equipo de la Guardia de la Revolución iraní en una lancha, operando en el estrecho de Ormuz. Según la versión estadounidense, los soldados de elite retiran del casco del buque petrolero "Kokuka Corageous” una mina lapa que ellos mismos habría colocado allí, pero que no estalló en el ataque. Esto demostraría, de acuerdo con la visión oficial estadounidense, que los iraníes están tras los ataques contra ambos barcos en el estrecho de Ormuz.
¿Es esta la "prueba” que pone en evidencia a los autores, con las manos en la masa, y que podría justificar políticamente una represalia militar? ¿Podemos dar crédito al contenido y a la historia que cuenta Estados Unidos con este video?
Precedentes de falsas afirmaciones
Las dudas parecen procedentes, dado que la guerra contra el dictador iraquí Saddam Hussein, en 2003, se basó en aseveraciones totalmente falsas del Gobierno estadounidense de entonces. Adicionalmente, hoy vivimos en una época cada vez más digitalizada, en la que resulta más fácil la manipulación altamente profesional de videos y otras pruebas.
A primera vista parece más bien ilógico que Irán (e incluso el bando de los más duros) ofrezca a Estados Unidos voluntariamente un posible motivo para una guerra, que solo podría perder en vista de la correlación de fuerzas. Eso, por una parte. Por otra, expertos hacen notar que la Guardia de la Revolución iraní tiene efectivamente experiencia con minas lapa, y que Teherán ya ha amenazado varias veces con sabotear en caso de conflicto el libre tránsito de barcos por el estrecho de Ormuz, fundamental para la economía mundial y en especial para el comercio de petróleo. Visto así, el ataque contra ambos buques petroleros podría interpretarse como un intento iraní de mostrar su poder militar.
Intereses bélicos
Pero eso es especulación. También lo es sospechar una conspiración estadounidense, saudita o israelí, como la que insinúa el gobierno iraní y de la que hablan profusamente en las redes sociales muchos usuarios críticos hacia Estados Unidos. Es cierto: en vista de los intereses geopolíticos y estratégicos, podrían encontrarse tanto en Estados Unidos como en Israel y en los países del Golfo Pérsico motivos para provocar con manipulaciones un conflicto. Pero hay igual cantidad de motivos que apuntan, con igual plausibilidad, en la dirección contraria. También en el caso del presidente estadounidense. Donald Trump fue elegido por sus seguidores, entre otras cosas, para llevar a cabo la retirada militar de Estados Unidos del Medio Oriente. Una guerra contra Irán acarrearía presumiblemente grandes pérdidas y no se podría ganar sin tropas de infantería. Si murieran allí soldados estadounidenses, no aumentarían precisamente las posibilidades de reelección de Trump.
Al final queda una constatación amarga: quien quiera que esté detrás de la provocación de Ormuz, existen fuerzas que, contra toda sensatez política, aceptan el riesgo de una guerra o incluso la ven como una "solución” al conflicto con su oponente. Solo se puede advertir contra dicha amenaza. Una guerra en el Golfo Pérsico tendría probablemente consecuencias devastadora para muchos países de la región y en especial para aquellos en los que hay milicias financiadas por Irán, como Yemen, Siria, Irak y el Líbano. También Israel, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos se verían afectados. Semejante guerra solo dejaría perdedores. Se debe hacer todo lo posible por impedirla. También Alemania y Europa, con sus limitados recursos. No obstante, cabe temer que la guerra, que supuestamente nadie quiere, está más cerca.
(er/cp)
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