Una convención para prohibir el mercurio
13 de enero de 2013Dos mil toneladas de desechos de mercurio llegan al medio ambiente cada año. Este metal pesado y altamente contaminante no es degradable y se incorpora a la cadena alimenticia a través del agua, acumulándose sobre todo en los peces. El mercurio ataca al sistema cardiovascular y, tras una exposición sostenida, puede conducir a fallos renales, apneas y hasta a la muerte.
En Ginebra comienza esta semana la quinta y decisiva semana en torno a un tratado que debe proteger mejor del mercurio al ser humano y al medio ambiente. “Esperamos lograr un acuerdo internacional que conduzca a una notable reducción de la contaminación global por mercurio”, comenta Sarah Häuser, de la Asociación de Protección del Medio Ambiente y la Naturaleza en Alemania (BUND).
En concreto, se trata "de que se prohíban nuevas minas de mercurio y se cierren las existentes”, explica esta experta química de BUND, en entrevista con DW. Además, se quiere eliminar el uso de mercurio en la industria, por ejemplo, en las baterías y en las bombillas. “Asimismo debe prohibirse usar mercurio en pequeñas minas de oro, un gran problema en países en vías de desarrollo”, asegura Häuser.
Según estimaciones de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), unos 13 millones de personas entran en contacto con mercurio en pequeñas minas de oro en todo el mundo, sin protección. Entre ellos, muchos son niños, los más sensibles a los daños que puede ocasionar el metal pesado. Las emisiones de mercurio se han duplicado en la minería de oro desde 2005 y –si no se les pone coto- seguirán incrementándose junto con los precios del oro, estima un reciente informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP).
Protección sanitaria
Por eso HRW exige también que el acuerdo incluya un apartado sobre protección sanitaria, que debería responsabilizar a las autoridades y centros locales de salud. “Tendría que haber mejor información sobre las consecuencias del empleo de mercurio en niños y adultos, así como acerca de cómo uno puede protegerse”, dice a DW Juliane Kippenberg, representante de esta organización.
Human Rights Watch critica que las naciones industrializadas se concentren básicamente en la protección ambiental: “Sería deseable que las naciones occidentales, incluida Alemania, cambiaran su postura y apoyaran la inclusión de una estrategia de salud en el acuerdo. Se trata de implementar el derecho humano a la salud”, argumenta Kippenberger.
Además, habría que capacitar mejor a los médicos y al personal sanitario en países en vías de desarrollo, de modo que puedan ofrecer información y diagnosticar correctamente los síntomas de intoxicación por mercurio, insiste la experta de HRW y acota, eso sí: "Tenemos claro que no podemos transformar el acuerdo en una reforma de los sistemas de salud en los países del sur, que eso sobrepasaría sus marcos".
Asia, productora y víctima
Casi la mitad de las emisiones mundiales de mercurio provienen de Asia, sobre todo de centrales de carbón que no disponen de suficientes sistemas de filtros. El depósito de este metal pesado en aguas y peces representa el principal riesgo para las personas. El volumen de mercurio producido por el hombre se ha duplicado en los primeros cien metros de superficie de los mares en el último siglo, estima el informe del UNEP.
Pero justo de Asia proviene la oposición a reglas vinculantes, se queja Elena Lymberidi-Settimo, de la Oficina Europea de Medio Ambiente, que une a 140 organizaciones y asociaciones del Viejo Continente. “China e India apuestan por medidas voluntarias y se han negado hasta ahora a fijar límites máximos de emisiones de mercurio como los que exigen los Estados europeos”, explica.
¿Cuánto cuesta?
Las finanzas son otro obstáculo en estas negociaciones, que comenzaron en Estocolmo en 2010: "El apoyo financiero a países en vías de desarrollo será decisivo”, recuerda Lymberidi-Settimo, fundadora de la "Campaña Cero Mercurio".
Los países en desarrollo se enfrentan al reto de sustituir el aún barato mercurio, no sólo en la minería de oro, sino también, por ejemplo, en la odontología o en los termómetros para medir la fiebre. Y las centrales de carbón deben equiparse con sistema modernos de filtros. “Los países industrializados tienen que apoyarlos en el desarrollo de procesos de producción y tecnologías alternativas”, exige Sarah Häuser, de BUND.
Convención de Minimata
De este acuerdo podrían derivarse importantes impulsos para otros convenios sobre otros químicos, espera Lymberidi-Settimo. “Un importante avance, en comparación con otros acuerdos anteriores, es que ahora se prevé incentivar financieramente el cumplimento vinculante del tratado”, precisa la activista belga.
Delegados de 147 países negociarán bajo la conducción del UNEP, hasta el 18 de enero, en Ginebra. Pero el acuerdo, que entraría en vigor en uno o dos años, debe denominarse finalmente Convención de Minimata. Recordará así a las miles de personas en las que se manifestaron duras afectaciones de salud en la región en torno a la ciudad japonesa de Minimata, en la década de 1950, tras décadas de vertido de metilmercurio al mar.
Autor: Mirjam Gehrke / RML
Editor: José Ospina Valencia