Bryndís Gunnlaugsdóttir Holm es una de los 3.800 residentes evacuadas. La casa no fue dañada por la corriente de lava, pero una grieta enorme atraviesa su jardín. La policía advierte que la fisura es muy peligrosa. Debido a los continuos terremotos y erupciones se han formado cavidades gigantes debajo de la ciudad. Gregory De Pascale, catedrático de Tectónica y Geología Estructural de la Universidad de Islandia, duda que se pueda volver a llevar una vida normal en Grindavik. Asegura que no hay técnicas de construcción capaces de resistir a esas fuerzas. Por lo tanto, el pueblo pesquero, situado a 55 kilómetros al suroeste de Reikiavik, seguiría siendo un lugar fantasma. Los antiguos habitantes de Grindavik ahora están dispersos por toda Islandia. La mayoría quiere distanciarse al máximo del volcán, pero otros intentan acercarse, como el cazador de volcanes Björn Steinbekk. Su pasión es observar los volcanes en erupción desde muy de cerca.