Un niño por 50 euros

Se estima que alrededor de cinco millones de mujeres y niños son víctimas año con año del tráfico ilegal de personas. Según datos de la ONU, el tráfico de personas es el tercer negocio más lucrativo del mundo después del tráfico de armas y de drogas.

Los llamados a la comunidad internacional para combatir decididamente la esclavitud y el tráfico de personas fueron encabezados por Naciones Unidas. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, lamentó que en el siglo XXI siga existiendo esta intolerable e inaceptable práctica que viola los más fundamentales derechos humanos, como el derecho a la vida y a la dignidad. Annan señaló que para erradicar esta lacra es necesario conocer sus causas, como la pobreza, la exclusión social, la ignorancia, el analfabetismo y la discriminación en todas sus formas.

Niños esclavos

Según la organización Terre des Hommes, un millón de niños y niñas son vendidos anualmente como esclavos. A veces son incluso vendidos por sus propios padres a personas que los explotan para trabajar, mendigar y robar. La esclavitud infantil es una realidad que emerge esporádicamente a la luz pública cuando se descubren casos concretos, pero éstos, según expertos, son tan sólo la punta del iceberg. Hace unos días fue descubierto el caso de una veintena de niños en Rumania, que habían sido vendidos como esclavos por sus padres. Los menores trabajaban 14 horas al día, la mayor parte del tiempo cuidando cerdos. Estaban mal nutridos, mal vestidos, dormían a la intemperie o en chozas y no acudían a la escuela. Las autoridades confirmaron que eran niños de padres alcohólicos. Todos provenían de las aldeas más pobres del norte de la provincia de Moldavia y fueron vendidos por unos 50 euros cada uno.

Trata de blancas

Las dimensiones del fenómeno conocido como ‘trata de blancas’, término que alude el tráfico de mujeres para su explotación sexual, es aún mayor. En todo el mundo se estima que la cifra de mujeres que son obligadas anualmente a prostituirse oscila alrededor de los cuatro millones. La permeabilidad de las fronteras, las nuevas comunicaciones y la rentabilidad de este negocio han producido un enorme flujo migratorio que esconde miles de tragedias personales. Mujeres de Rumania son llevadas a Camboya, muchachas tailandesas son traficadas hasta Sudáfrica. A la fortaleza europea llegan miles de extranjeras provenientes de Europa del Este y de África. Los traficantes de seres humanos actúan en todo el mundo y prometen a sus víctimas jugosas ganancias con empleos comunes y corrientes que les permitirán mantener a sus hijos y otros familiares que dejen en su lugar de origen. Sólo un reducido porcentaje de ellas se atreve a denunciar a los proxenetas por temor a sufrir represalias. En la mayoría de los casos son despojadas de su pasaporte, de todo el dinero que gana y prácticamente de su libertad, quedando atrapadas en un callejón sin salida.