Un mundo más inseguro
12 de septiembre de 2003Los devastadores atentados contra Nueva York y Washington marcaron el punto de transición hacia un orden mundial cuyos contornos son aún muy difusos. La única certeza es que el mundo ya no es el mismo. El 11-S acabó no sólo con la vida de unas 3.000 víctimas, cuyas familias aún no han sido indemnizadas. La fatídica fecha sigue teniendo una considerable influencia sobre los acontecimientos mundiales y ha provocado una transformación de la política estadounidense que de facto, se sintió en guerra. Argumentando la defensa propia, la Administración Bush impulsó una agresiva doctrina de guerra preventiva acompañándola de un recorte sin precedentes de las garantías individuales.
Conceptos que recuerdan la Guerra Fría
"Con el 11 de septiembre se produjo una declaración de guerra, que recuerda mucho a la Guerra Fría. Se ha encontrado a un enemigo global: el terrorismo. Un término que no puede ser aplicado nunca a una persona. Con ello se crea el instrumental para una guerra ideológica y también los errores de una argumentación tal", señala en entrevista con DW-WORLD, el Representante para la Libertad de Prensa de la Organización para la Seguridad y la Cooperación Económica en Europa, (OSCE), Freimut Duve. Estados Unidos se ha otorgado la libertad de decidir, en función de su postura frente al terrorismo, si sus tradicionales aliados o incluso antiguos enemigos, son traidores o amigos. "En la forma como Estados Unidos ha empleado el término de terrorismo, no se incluye el terror de Colombia, el del País Vasco o de Irlanda del Norte, donde este problema sigue teniendo dramáticas dimensiones", afirma.
‘Canonización del enemigo’
El acentuado unilateralismo adoptado por Estados Unidos desde el 11-S, ha menguado la solidaridad europea que siguió a los atentados. Como nunca antes las relaciones trasatlánticas han llegado a su punto más gélido. Estados Unidos ha priorizado su seguridad, pasando por alto viejos valores democráticos. Precisamente en consideración a su seguridad Europa valora más que nunca los preceptos de la democracia.
Freimut Duve, quien fuera durante muchos años diputado socialdemócrata en el Parlamento alemán, afirma que no comparte con la Administación Bush, la ‘canonización del enemigo’. "En la medida que se declara a Osama bin Laden como ‘el mal’ o ‘el malo’, se utiliza el mismo lenguaje que los combatientes religiosos que afirman ser ellos los buenos y los americanos los malos", señala. "No se ha puesto en claro que estamos lidiando con criminales concretos que deben ser perseguidos y enjuiciados. Un atentado criminal se ha convertido en una amenaza de guerra mundial con otros objetivos, esto considero, representa un grave problema en la búsqueda de los autores de los atentados", señala.
Dos guerras y sus desaciertos
La guerra contra Irak socavó la autoridad de la ONU y dejó a la Unión Europea dividida. Ahora Bush quiere regresar a la Organización Mundial que el año pasado condenó como "fábrica de discursos". La guerra contra Afganistán, lanzada para contraatacar a Al Qaeda y acabar con sus anfitriones talibanes sigue inconclusa. Los señores de guerra secuestran y asesinan a sus enemigos, la producción de opio ha devuelto al país el primer lugar en la exportación mundial y la población sigue padeciendo miseria. Y aunque Al Qaeda no ha vuelto a cometer un atentado, más por impotencia que por falta de voluntad, la violencia terrorista motivada por el fanatismo islámico se ha multiplicado en todo el mundo, desde Marruecos hasta Indonesia. A dos años de los atentados, el mundo es más inseguro.