Un encíclica amorosa
25 de enero de 2006Deus caritas est, la primera encíclica del papa Benedicto XVI, fue hecha pública hoy nueve meses después de que Joseph Ratzinger fuese elegido como sucesor de Juan Pablo II. La caridad, virtud que la Iglesia define como amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, es el ejercicio del amor de Dios, en dos grandes formas: la Iglesia como comunidad del amor y el amor hombre-mujer. "Se trata aquí de una loa al amor", dice el prestigioso Der Spiegel en su edición digital, y añade: "simple y radical; dogmático pero no en contra del amor corporal".
Caritas es amor
Para la Iglesia, la caridad no es una asistencia social que puede dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y que por ello debe luchar para que nadie sufra por falta de lo necesario. Con respecto al binomio justicia y caridad, el docto Joseph Ratzinger recuerda que desde el siglo XIX se han planteado objeciones sobre la actividad caritativa de la Iglesia y que el marxismo subrayaba que los pobres no necesitan obras de caridad sino de justicia. Ésta -el orden justo de la sociedad y del Estado- es una tarea de la política, que la Iglesia no puede ni debe emprender. Sin embargo, la Iglesia tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia; ésa es la caridad.
Eros como icono de la relación con Dios
Si los griegos denominaron eros el amor entre un hombre y una mujer, diferenciaban entre philia (amistad) y ágape(entrega). Si bien eros es amor y el amor es divino, el eros indisciplinado, puntualiza Ratzinger, es más degradación. El cristianismo no ha destuido el eros sino que pretende su verdadera grandeza. Espíritu sin carne sería una pérdida de dignidad del hombre; el cuerpo sin espíritu, una pérdida de grandeza. Sólo en una unidad, el hombre es plenamente él mismo. El eros necesita seguir un camino de renuncia, purificación y recuperación para llegar al ágape, la entrega y preocupación por el otro.
Finalmente, el eros orienta al hombre hacia el matrimonio, un vínculo marcado por su carácter único: a la imagen del Dios monoteísta corresponde el matrimonio monógamo, el matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios. "La mejor defensa de Dios y del hombre consiste en el amor", concluye Benedicto XVI.
Aplausos y carencias
El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, el cardenal Karl Lehmann, aplaudió la elección del tema de la primera encíclica del Papa Benedicto XVI, pues ve en él un impulso profundamente teológico, espiritual, pastoral y social. El Comité Central de los Católicos Alemanes ve en esta primera circular una defensa de la compasión y la humanidad, y la Caritas, la asociación humanitaria, ve en el documento papal un espaldarazo para su labor.
Hans Küng, uno de los más controvertidos teólogos de vanguardia y críticos del pensamiento católico contemporáneo, calificó la encíclica de respetable, sólida y diferenciada. Si bien alabó la encíclica diciendo que en un estilo muy objetivo ofrecía material sólidamente teológico, Küng - a quien en 1979 le fue revocada la facultad para la enseñanza católica por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe que presidía el propio Ratzinger- expresó su deseo de que en una segunda encíclica, Benedicto XVI tratase de estructuras justas para todos los miembros de la Iglesia: los que se han divorciado, los que han vuelto a contraer matrimonio, los sacerdotes que han fracasado en el celibato, así como hombres y mujeres que utilizan métodos anticonceptivos.