Un bien cultural no es un automóvil
23 de mayo de 2005
La diversidad cultural es un concepto cada vez más defendido ante el riesgo inminente de que la globalización imponga un modelo cultural único. El momento es clave, pues el próximo otoño se votará en la UNESCO el ya controvertido Convenio en Defensa de la Diversidad Cultural, actualmente en curso de elaboración, que podría defender de manera consistente la creación artística y cultural en el mundo, de no perder su contenido esencial en las negociaciones en curso.
Políticas nacionales
La propuesta de la UNESCO es asegurar, mediante una convención, la libertad de las naciones para proteger su expresión cultural. El objetivo de las negociaciones es que el derecho internacional garantice que las naciones puedan no sólo definir su política cultural, sino también ponerla en práctica.
¿Disneyworld?
Esto hay que contextualizarlo en el proceso de desregulación de los mercados, en donde los Estados paulatinamente se retiran cada vez más de la oferta cultural dejándole el terreno libre a la ley del mercado. Y con ello a la del dinero, pues, así lo asevera el secretario general de la UNESCO para Alemania, sobre todo en la industria del entretenimiento audiovisual los grandes consorcios estadounidenses como Time Warner, Disney y AOL van haciendo desaparecer a los productores más pequeños.
GATS contra UNESCO
Concretamente, el mayor peligro para la diversidad cultural lo supone el General Agreement on Trade in Service, pues según este convenio tales bienes deben ser tratados de la misma manera que cualquier otro producto, pues las subvenciones estatales a radio, teatro, bibliotecas y óperas representarían una desventaja para los otros productos. El GATS entraría en vigor en 2006.
Mientras que algunos países como Estados Unidos se niegan a la "excepción cultural", Alemania y la Unión Europea tienen una postura común: la cultura no puede ser tratada como los autos, y por eso los bienes y servicios culturales y audiovisuales deben considerarse un rubro de excepción.
Lo que queda por ver, así los temen ciertos analistas, es si en el curso de las negociaciones no se ofrendará el derecho a la diversidad cultural -y a subvencionarla- por defender del GATS el derecho a subvencionar otros rubros, más productivos.