Un alemán vigila el Universo desde Chile
17 de julio de 2014
El científico alemán Wolfgang Gieren llegó en 1990 a Chile con una misión específica: reforzar el grupo de astronomía fundado dos años antes en la Pontificia Universidad Católica y dar un impulso a la oferta académica en esa materia, impartida hasta entonces solo por la Universidad de Chile. Desde entonces han pasado ya 24 años, el largo y estrecho país sudamericano se ha convertido en una potencia en el área y el profesor Gieren trabaja ahora en la Universidad de Concepción, en la zona centro-sur del país.
El experto, quien llegó a Chile gracias al Servicio de Intercambio Académico Alemán (DAAD), tiene ahora otro proyecto que le quita el sueño: el Instituto Milenio de Astrofísica (MAS), que reúne a lo más granado de la astronomía chilena con el objetivo de investigar de forma detallada la Vía Láctea, determinar la estructura del Universo y observar otras galaxias ubicadas en los límites del espacio visible. Una tarea no menor que es financiada por la Iniciativa Científica Milenio, del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo.
“Aparte de los doce investigadores principales, el MAS tiene un número importante de especialistas asociados y una red grande de colaboradores internacionales en América, Europa, Australia y Asia”, revela a DW Wolfgang Gieren, quien añade que uno de los “science advisers” de la entidad es nada menos que el doctor australiano Brian Schmidt, Premio Nobel de Física 2011 por su descubrimiento de la expansión acelerada del Universo. El MAS es un proyecto único que consiguió algo que no resulta sencillo: reunir a especialistas de diversas universidades con un objetivo común.
La meta del 10 por ciento
Uno de los principales objetivos del Instituto Milenio de Astrofísica es fomentar la investigación. Chile cuenta con la mejor infraestructura del mundo para la observación y análisis del Universo, gracias a diversos proyectos instalados en el norte (Observatorio Europeo Austral, Observatorio ALMA y el European Extremely Large Telescope, que comenzó a construirse en junio de 2014), por lo que el incentivo en la formación de profesionales capacitados para enfrentar estos desafíos se torna imprescindible.
“Queremos educar a la nueva generación de astrónomos gracias a programas de doctorado en las universidades de Chile, Católica, de Concepción y de Valparaíso, y contratar a jóvenes investigadores chilenos y extranjeros. El exitoso trabajo de los astrónomos y su reconocimiento internacional han ayudado a convencer a las autoridades de invertir en iniciativas como MAS, algo impensable cuando yo llegué a Chile”, reconoce Gieren, quien es astrónomo doctorado en la Universidad de Bonn.
El académico de la Universidad de Concepción no solo se ha dedicado a hacer clases y formar nuevos especialistas. También ha utilizado su poder negociador para, junto a otros especialistas, conseguir que ESO reservara el 10 por ciento del acceso a los telescopio para los astrónomos que trabajan en Chile. “Esa meta del 10 por ciento se logró y se usa en todos los observatorios internacionales instalados en el país. Con eso creamos las condiciones para incentivar el crecimiento de la investigación en la astronomía y en el número de expertos”, revela con orgullo el científico alemán.
Chile, potencia mundial astronómica
Además de todas las actividades antes reseñadas, Gieren encabeza el “Proyecto Araucaria”, que según sus palabras consiste en “estudios que tienen como objetivo medir las distancias a las galaxias con mayor precisión de lo que ha sido posible hasta ahora y, de este modo, determinar la famosa ‘constante de Hubble' que describe la expansión del Universo y que contiene información sobre su edad así como sobre la misteriosa energía oscura”. Esta iniciativa científica surgió en 2000 y tiene reconocimiento internacional como uno de los tres proyectos mundiales más exitosos y productivos en su área.
“Chile claramente está en camino de ser una potencia mundial en Astronomía. Antes se conocía como el lugar donde se podían obtener los datos de mayor calidad en astronomía en el mundo, y hoy es reconocido también por la calidad y novedad de los resultados científicos obtenidos por sus astrónomos”, cuenta Gieren. Aunque cree que hay un pero: “Las universidades deberían contratar más astrónomos. El país debería tener una población estable de al menos 200 especialistas y actualmente son 100”. Hay trabajo por hacer, pero ya se dieron los primeros pasos.