Ultimando la Cumbre del G-20: en la recta final de la reuniones previas
13 de marzo de 2009La fecha del dos de abril está marcada desde hace tiempo en el calendario político como extremadamente importante. Ese día, el G-20 llamado a actuar conjuntamente contra los efectos de la crisis financiera se reúne en Londres. “Dar soluciones globales a la crisis global” es el lema desde que se empezaran a auspiciar las dimensiones de la posible recesión. Pero para llevar a la práctica tan formidable idea se necesita un consenso mínimo.
Poner a todos de acuerdo es una cosa que en Europa requiere de un perseverante trabajo de sugestión diplomática. Por eso, la canciller alemana, Angela Merkel, ha viajado a Londres para encontrarse con su colega Gordon Brown y pulir la estrategia común europea. Al mismo tiempo que los dos jefes de Gobierno se encontraban los ministros de finanzas del G-20: también aquí se trataba de definir una línea básica a seguir, que sirva para marcar el camino hacia la “solución global”.
Temas pesados a la hora de la cena
Lord Malloch Brown lleva semanas recorriendo el mundo con una misión: lograr que sea un éxito el próximo encuentro de los 20 principales países industrializados y en desarrollo sobre suelo patrio. Malloch Brown viaja en nombre del Gobierno británico. Él es el enviado especial para la Cumbre del G-20.
“Ésta será la prueba definitiva”, asegura el enviado, “si después del G-20 la prensa internacional habla de medidas ambiciosas y razonables, las cosas irán bien. Si no, los mercados se hundirán de nuevo y eso traerá repercusiones para todos”.
Mucha presión para los invitados a encontrarse en Gran Bretaña. La situación es seria y la confianza en la acción política, por parte de los círculos económicos y por parte de los consumidores, se considera decisiva. Pero excederse en las expectativas podría resultar contraproducente si al final la Cumbre no da buenos resultados. Para tranquilizar los ánimos de Merkel, Gordon Brown ha invitado a la canciller a Chequers Court, la casa de campo de los premiers británicos, con el objetivo de ultimar los detalles de la reunión en el más privado de los ambientes.
Merkel, Brown y sus respectivas parejas cenarán en el caserón gubernamental y tema durante la comida deberían ser, según anunció el primer ministro británico antes de la recepción, los programas para reforzar la coyuntura económica y las posibles reformas de las instituciones financieras: cuestiones quizás algo pesadas para acompañar la velada, pero el actual devenir de los acontecimientos da pocas oportunidades a las noches distendidas.
No basta con pagar los daños
“Si no afrontamos ahora los problemas, la recesión va a ser cada vez peor. En estos tiempos fuera de lo normal, si queremos reanimar la economía tenemos que actuar y debemos hacerlo conjuntamente”, reclamaba el ministro de Finanzas del Reino Unido, Alistair Darling.
En West Sussex, al sur de Londres, lejos de las colinas Chiltern y del plácido Chequers, Darling se reunió con 19 de sus homólogos. También ellos preparaban el próximo encuentro del G-20, cuyas negociaciones van a ser duras, según consideran los observadores. “Cuando 20 personas se sientan en torno a una mesa, es difícil que no existan entre ellas diferentes puntos de vista. Pero creo que todos remamos en la misma dirección”, señaló el ministro británico.
El International Institute of Finance (IIF), un lobby bancario con sede en Washington, pidió a los miembros del G-20, y en especial a los europeos, mayores impulsos, léase más dinero, a invertir en una mejorar la situación económica. “Los Estados que cuentan con recursos financieros deberían hacer todo lo que esté en sus manos”, opinaba el director del IIF, Charles Dallara, y se unía con ello a las demandas de la Administración estadounidense.
Ni Alemania ni Francia parecen dispuestos a poner en marcha más “paquetes de ayuda” o “planes de rescate”. Sin embargo, Darling advierte de que la Cumbre del próximo abril en Londres no debería reducirse a una mera discusión sobre millones más o menos. Hay que emprender cambios en el sistema financiero mundial y reforzar la posición del Fondo Monetario Internacional, recordó el ministro, un tema que Merkel y Brown deberían estar ultimando entre bocado y bocado ya que no se trata sólo de pagar la factura de los daños, sino de tomar medidas para que no vuelvan a producirse.
Autor: Silke Engel/ Luna Bolívar/ dpa
Editor: Enrique López Magallón