UE y China: ¿juntos por el libre comercio?
15 de julio de 2018Los ataques del presidente estadounidense, Donald Trump, al sistema comercial internacional, con la imposición de aranceles y su virulenta retórica antimonopolio, han dejado a los socios comerciales de Estados Unidos, en todo el mundo, luchando por obtener una respuesta adecuada al respecto, hasta el momento sin éxito.
Los líderes de la Unión Europea (UE) y China, los principales socios comerciales de EE.UU., se reunirán en Pekín el lunes 16 de julio en la cumbre anual UE-China. Los temas que encabezan la agenda son las relaciones comerciales y de inversión a escala mundial y bilateral.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el jefe de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, representarán a la UE. Mantendrán conversaciones con altos funcionarios chinos, incluidos el presidente, Xi Jinping, y el primer ministro, Li Keqiang, sobre una serie de desafíos económicos y de seguridad mundiales, incluido el acuerdo nuclear con Irán, la situación en Siria y el cambio climático, entre otros asuntos.
Dada la escalada actual de las tensiones comerciales mediante la imposición de aranceles del "ojo por ojo”, se espera que ambas partes expresen su apoyo a un sistema de comercio internacional basado en normas impulsadas por la Organización Mundial del Comercio (OMC).
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Juntos en contra de los aranceles
El golpe de Trump a los aranceles sobre el acero y el aluminio, así como las amenazas con respecto a nuevas obligaciones en la industria automovilística, han puesto nerviosos a los socios comerciales de Washington en toda Europa, especialmente en Alemania.
Igualmente, China ha estado bajo la lupa de las amenazas arancelarias de Trump durante meses. La administración estadounidense impuso recientemente un 25 por ciento de aranceles a 818 productos chinos, por un valor aproximado de 29 mil millones de euros, que entró en vigencia a principios de este mes. Se está revisando una segunda imposición de 14 mil millones de euros en productos y pronto podría agregarse a las medidas de EE.UU.
Las decisiones provocaron una respuesta inmediata de Pekín, donde las autoridades anunciaron que devolverían hasta el último euro.
Tras las represalias de Pekín, Trump amenazó con imponer aranceles del 10 por ciento sobre importaciones chinas por un valor de 200 mil millones de dólares. Desde entonces, China ha acusado a Estados Unidos de ampliar el alcance del conflicto comercial y ha subrayado que no retrocederá en la lucha.
Algunos dicen que Pekín espera unir fuerzas con Bruselas para presentar un frente unificado contra las políticas unilaterales. Juntos, tendrían una influencia económica significativa, ya que China y la UE representan más de un tercio de la producción económica mundial y casi la mitad del comercio global.
Principales desacuerdos
A pesar de que las dos partes se encuentran en la misma línea con respecto a los aranceles, los observadores dicen que es poco probable que Bruselas y Pekín formen una alianza contra Washington. Solamente se espera que de la cumbre salga un comunicado modesto que confirme el apoyo a un sistema multilateral de comercio, pero nada más.
Esto se debe a que la Unión Europea y China tienen desacuerdos significativos cuando se trata de cuestiones como acceso a los mercados y derechos de propiedad intelectual. Una encuesta reciente de la Cámara de Comercio de la UE en China concluyó que China es "una de las economías más restrictivas del mundo".
Las empresas europeas y estadounidenses que operan en el gigante asiático se han quejado durante mucho tiempo de que se enfrentan a una serie de problemas regulatorios, lo que obstaculiza la igualdad de condiciones en el mercado chino y su capacidad para hacer negocios libremente en este país.
"Los asuntos regulatorios van desde reglas ambiguas hasta la aplicación discrecional de políticas a problemas específicos como el acceso a licencias y financiamiento o el acceso equitativo a licitaciones públicas", dijo Mats Harborn, presidente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China, a DW.
"Todos estos desafíos son especialmente graves para las pequeñas y medianas empresas, en vista de que carecen de los recursos y la mano de obra para resolver estos problemas tan fácilmente en comparación con sus contrapartes que son más grandes", agregó.
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La otra manzana de la discordia es la propiedad intelectual, con el gobierno chino acusado de forzar a las compañías extranjeras a compartir y divulgar sus tecnologías; por ejemplo, al establecer asociaciones con compañías locales.
La iniciativa de Pekín "Made in China 2025" es un ambicioso plan para superar la brecha tecnológica del gigante asiático con Occidente. La UE también mira esta propuesta como explotadora. El propósito es convertir a China: de ser la fábrica del mundo a un líder tecnológico mundial, incluyendo biotecnología, robótica, aeroespacial y energía limpia en la industria automovilística. Mientras tanto, los funcionarios y ejecutivos de negocios europeos expresan constantemente sus preocupaciones e insatisfacción con los movimientos de Pekín para echar mano a las nuevas tecnologías.
Además del comercio y el acceso al mercado, las dos partes se enfrentaron recientemente con la visión de la conectividad euroasiática que propone la enorme iniciativa china "Belt and Road Initiative” (BRI). Se trata de un ambicioso proyecto de infraestructura de 1 billón de dólares, destinado a reforzar los vínculos comerciales y de inversión de China con las economías de Asia, África y Europa.
Insatisfacciones "completamente normales”
De otro lado, algunos en Bruselas ven cómo se fortalecen los lazos de Pekín con los países de Europa Central y del Este y se muestran preocupados de que la creciente influencia de China sobre estos países pueda suponer una amenaza para la comunidad, las normas y los valores de la UE.
"Los europeos tienen ciertas preocupaciones cuando se trata de sus lazos económicos con China. El poder económico de Pekín y la competencia de China están creciendo. En este contexto, a medida que aumenta el populismo en Europa, también lo hacen las preocupaciones sobre China", dijo Ding Chun, director del Centro de Estudios Europeos en la Universidad de Fudan en Shanghai, a DW. "Europa y China son las economías más grandes del mundo. Por lo tanto, la insatisfacción y las quejas sobre sus políticas y prácticas son completamente normales", agregó el experto.
Las dos partes tienen sus respectivas demandas, subrayó, destacando que China cree que debería recibir un Estado de Economía de Mercado (MES), lo que le permitiría tener el mismo estatus de mercado que la UE y Estados Unidos cuando se trata de investigaciones antidumping (normas para el cálculo de los derechos de importación) ante la OMC.
"Espero que China y la UE puedan avanzar de manera concreta en el área de la cooperación económica, por ejemplo, presionando con las negociaciones para un acuerdo de inversión integral", sostiene Chun. "Tal acuerdo beneficia a ambas partes, incluso a todo el mundo. Eso sería una contribución a la lucha contra el proteccionismo".
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Pekín y Bruselas están en proceso de negociación de un tratado de inversión bilateral, que busca dar más protección legal y acceso al mercado para los inversionistas de ambas partes. Durante el último diálogo de alto nivel, a fines de junio, ambas partes acordaron inyectar "ímpetu político" para acelerar el proceso.
"La Cámara Europea espera ver un acuerdo bien negociado que aborde las preocupaciones del mercado en todos los sectores y que cree un entorno empresarial regulatorio más transparente y estable", dijo Harborn.
"La pelota está en la cancha de China y el gobierno tiene demostrar que se está moviendo hacia una etapa decisiva de negociaciones antes que termine 2018. Hacerlo enviaría una señal clara de que China está lista para cumplir sus promesas sobre la apertura del mercado. Sin embargo, si hay demoras continuas, tendrá efectos negativos tanto en China como en la UE ".
Autor: Srinivas Mazumdaru (PANA/DZC)
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