UE-AL: "De ambos lados, hay incentivos para cooperar"
19 de mayo de 2008Pasó una cumbre más entre la UE y América Latina, y el tono general de su eco en los medios es de poco avance en la asociación estratégica. En los tres grandes temas de la cumbre –el combate de la pobreza, el cambio climático y las relaciones comerciales- los resultados son escasos. Tampoco cabía esperarlos, las cumbres se mueven en el importante terreno de las relaciones políticas y el contacto directo entre líderes. “Eso no excluye que los resultados vengan ahora, en los próximos años”, resaltó Federico Foders, catedrático de las Universidades de Kiel y Colonia e investigador del Instituto de Economía Mundial de Kiel, con quien DW-WORLD conversó al respecto.
La nueva postura que se lee entre líneas es que si no avanzamos en las negociaciones de la UE-América Latina como bloque, avancemos bilateralmente. Y el “país modelo” en la región, Chile, efectivamente ha avanzado. ¿Es éste el camino para todos?
No sólo Chile, también México tiene acuerdo bilaterales, y efectivamente andan muy bien. Pero hay que decir que esos tratados han nacido de la imposibilidad de poder seguir negociando con bloques latinoamericanos y que no significan que no se vaya a seguir un tratado de libre comercio entre ambos bloques.
Este asunto no atañe únicamente a las negociaciones EU-LA sino que está íntimamente ligado a las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio. La Ronda de Doha está bastante paralizada y sólo habrá progreso entre EU-LA si las negociaciones multilaterales tienen éxito. El que hayan andado muy mal en los últimos años, ha impedido que las otras negociaciones avancen.
¿Qué intereses hay a favor y en contra de la Ronda de Doha y cómo se opone esto a los acuerdos bilaterales?
El avance de las negociaciones de Doha tiene que ver con que se abra el mercado europeo de la agricultura. Ése es el único sector europeo que aún está protegido; los aranceles europeos andan del 2 al 3%, lo que significa que nos enfrentamos a una economía abierta con excepción de la agricultura.
Y es eso precisamente lo que los países latinoamericanos piden: un mejor acceso a los mercados agropecuarios dentro de la Unión Europea. Hasta la fecha, no ha podido responder a ese deseo. Esto se ha ligado ahora a crisis alimentaria mundial, a la crisis energética y el asunto del bioetanol –cuyo mayor productor es Brasil con su caña de azúcar. Yo creo que la UE en un futuro va a estar obligada a reducir la protección de la agricultura para poder responder a las actuales crisis tanto en el campo alimentario como en el campo energético.
En ese contexto una liberalización de los mercados europeos sí beneficiaría a América Latina, Sin embargo, si en ciertos países se pierde la producción por falta de infraestructura para llevar los productos a los centros de consumo de qué sirve liberalizar aranceles en Europa…
El tema de infraestructura es muy importante. También en ese ámbito la UE puede ser de gran ayuda para LA. Existe el Banco Europeo de Inversiones, activo en LA; además varios países de la UE son miembros del Banco Interamericano de Desarrollo, que financia proyectos de infraestructura. Su objetivo es facilitar la exportación de materias primas y otros productos. En el campo del desarrollo de la infraestructura, la cooperación entre Europa y LA tiene un gran futuro. La prueba es que China ha comenzado hace unos 5 años a invertir en infraestructura para poder facilitar la exportación de materia prima de LA a China.
Europa esperó demasiado o no vio las oportunidades. Ahora nos encontramos con la sorpresa del alto precio de las materias primas, un incremento que se mantiene desde el 2002, es decir un boom aparentemente sostenible. Hay entonces un incentivo –que antes no había- para invertir en este campo.
El volumen de intercambio comercial de la Unión Europea hacia América Latina y al revés, en realidad, no es llamativo. Este nuevo interés, sobre el papel hasta ahora, ¿se debe mayormente a la presencia del Asia en Latinoamérica?
No creo que sea el único factor. El hecho básico es que los países miembros de la UE no están bien dotados con materias primas, y que UE está siempre bajo la presión de buscar fuentes. En un mundo en el cual el valor de las materias primas no es muy alto, el problema no lo es tanto. En el mundo actual –que compartimos con China e India con alta demanda de materia prima- hay de pronto una competencia por las fuentes. Ésa es la razón fundamental. No hay que olvidarse que extraer y producir materia prima requiere una cantidad de tecnología que en AL no existe o sólo en parte. Y los países asiáticos no pueden proveerla, de la manera que los europeos podrían. Por ambos lados hay incentivos para cooperar.
Siga leyendo: El comercio, una salida
Por otro lado, algunos países latinoamericanos no son ricos en materia prima desde hace poco y sin embargo la situación de pobreza y la mala distribución de la riqueza siguen suponiendo un problema grave. ¿Es el comercio bilateral o multilateral un camino para salir de allí?
Desde el punto de vista estratégico, las materias primas pertenecen a la ventaja comparativa de casi todos los países latinoamericanos. Siendo así creo que éstas deberían estar en el centro de una estrategia de desarrollo. Por supuesto que ningún economista podría recomendar la exportación de materias primas sin procesar; por supuesto que todos los países de AL deberían tener como principal objetivo retener el mayor valor agregado posible, es decir procesar las materias primas, no exportarlas directamente en forma bruta. Ahí sí que se puede combinar el instrumento del comercio exterior con el combate de la pobreza e incluir cada vez a un mayor grupo social de las empresas que participan en el comercio exterior.
¿Cómo ve usted como economista la estrategia de nacionalización del gobierno boliviano?
Cuando se habla de nacionalización, se puede tomar una posición ideológica: un gobierno no tiene por qué hacer cosas que el sector privado puede hacer, incluso, mejor. Pero creo que acá no se trata de una cuestión ideológica. Se trata de acuerdos y contratos que se han firmado en un pasado, en unas condiciones no siempre favorables para el gobierno boliviano. Me parece legítimo que exista la voluntad política de renegociar esos contratos. Es decir primero nacionalizar esas industrias para después volver a negociar con representantes del sector privado e intentar mejorar las condiciones para el gobierno.
Se repite mucho que las negociaciones no avanzan por la falta de cohesión de AL, una región que debería esforzarse por lograr una unión económica. En su opinión, ¿a qué se debe esto y cómo se ve el futuro?
Eso es un gran problema del lado latinoamericano. Y, por supuesto, hay que exigir a los bloques que sean capaces de representar una posición. En el caso de MERCOSUR a Argentina y Brasil les resulta muy difícil tomar una posición común. Es más, se plantea la pregunta de cuál será la posible postura común entre Uruguay, Paraguay, Argentina, Brasil y el posible quinto miembro que aún no ha sido ratificado, Venezuela. Estos cinco países representan intereses muy diferentes. Eso se ve en todos los movimientos del comercio internacional. La política argentina, por ejemplo no va conforme a los principios del MERCOSUR. Lo mismo se puede decir del Brasil. Y no creo que los venezolanos, si dentro de las próximas semanas pasan a ser miembros de este mercado común tengan políticas que concuerden al 100%... En el conflicto de las papeleras entre Argentina y Uruguay, las instituciones internas del bloque no han funcionado, al punto que Argentina se ha dirigido a instancias externas. Ahí vemos un tema que, sinceramente, les toca a los latinoamericanos solucionar.
Pero también hay que ver que América Latina viene de una posición histórica diferente, de una época de 40 o 50 años de estrategia de sustitución de importaciones, una época en la cual no importaba mucho el comercio y la cooperación con los países vecinos. Cada país se veía a sí mismo como una especie de isla económica intentando maximizar la utilidad que puede extraer de sus relaciones con el resto del mundo. En el mundo actual –como lo muestra la UE y el Asia- ya no es posible para un país aislado representar sus intereses en un entorno cambiante, donde hay una serie de problemas que no son nacionales sino de índole global. Este mensaje en LA no ha sido entendido del todo. LA tiene que esforzarse y crear instituciones comunes que funcionen como bloque homogéneo con otros bloques.
¿No han avanzado básicamente por los egoísmos nacionales?
Los egoísmos no han sido inventados en América Latina. Cada vez que la Unión Europea negocia políticas comunes sabemos que países como Francia, Inglaterra o Alemania no siempre inmediatamente se unen al coro común, sino que intentan en primer lugar imponer intereses propios. Es legítimo. Pero sí es verdad que en AL el egoísmo extremo ha impedido que sus bloques impongan sus intereses en un mundo que está cambiando muy rápido. Aunque no puedan apagarse del todo, sería muy deseable que supieran manejarlos.
¿La creación de un fondo de cohesión al estilo de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional le parece una buena opción?
Bueno, no siempre es la falta de dinero la que le da fuerza a los egoísmos, En primer lugar, en AL se trata de que países emergentes como Brasil, México y quizás Chile ocupan un lugar preponderante, y después viene el gran resto. No están todos en la capacidad de crear un fondo de este tipo. Pero ha habido iniciativas. El presidente Chávez, por ejemplo, propuso crear el Banco del Sur al cual van a aportar 6 países un cierto capital básico. Venezuela está dispuesta a aportar la mayor parte. Ese tipo de iniciativas pueden ser muy favorables para el futuro de AL. En ese contexto, los miembros aprenden a moverse dentro de una dinámica común, a descubrir intereses comunes –lo que ha faltado en un pasado- y también aprenden a imponer esos intereses.