Turismo sostenible: "Volar poco y con equipaje ligero"
10 de marzo de 2017DW: Senor Hoffmann, de acuerdo con el aspecto de la sostenibilidad, ¿cuál es el peor viaje que se podría hacer?
Frank Herrmann: Un crucero en la Antártida, con vuelo ida y vuelta inclusive. O un crucero por el Caribe. Primero hay que volar hasta allí, antes de empezar las vacaciones propiamente dichas, y eso es una carga doble para el medio ambiente.
DW: Pero los cruceros son cada vez más populares. ¿Por qué se debería evitarlos?
Los cruceros navegan con crudo pesado. Contiene una cantidad de azufre extremadamente alta y eso es especialmente nocivo para el medio ambiente. En los puertos, dónde los cruceros pasan aproximadamente un 40 por ciento de su tiempo, tienen que usar diésel marino, que es más limpio. Sin embargo, contaminan enormemente el entorno porque los motores están en marcha las 24 horas. No solamente hay demasiado dióxido de azufre, sino también óxido nítrico, hollín, partículas finas y CO2. Además, la comida se envía por avión, por ejemplo desde Alemania hasta el Caribe. A eso hay que añadirle que la gente duerme, come y bebe en el barco. La población del lugar casi no se beneficia del turismo de crucero.
¿Qué significa exactamente viajar de manera sostenible?
Se trata de viajar con responsabilidad social y con recursos ecológicamente sostenibles. El turismo se ha convertido en un fenómeno de masas. Con ello, la presión sobre los recursos y la naturaleza aumenta. La gente vuela muchas veces, consume mucha agua, produce un montón de basura. A causa del turismo, hay un gran deterioro del paisaje y de la diversidad biológica. A eso se suman también flagelos como los salarios bajos, el trabajo infantil y el turismo sexual en los países en vías de desarrollo.
¿Por qué mucha gente actúa con conciencia ecológica en su vida diaria, pero no piensan en el medio ambiente al planificar sus vacaciones?
Es muy fácil: porque no estamos acostumbrados. Las vacaciones significan descansar, relajarse, no preocuparse por nada. Eso, naturalmente, es difícil de combinar con lo que habría que hacer para lograr vacaciones sostenibles. Pero las costumbres pueden cambiar. Claro que no de un día para el otro, sino poco a poco. Y quizás la política tenga que ayudar con campañas de esclarecimiento, y si eso no diera resultado, tal vez hasta con restricciones o nuevas regulaciones.
¿Si un vuelo de Berlín a París solo cuesta la mitad de un viaje en tren, ¿ realmente es el viajero quien tiene la responsabilidad? ¿No debería influir más en eso la política?
Es un hecho que volar actualmente incluso está subvencionado. El avión no tiene que pagar el impuesto sobre el valor agregado (IVA), pero el tren sí tienen que pagarlo por completo. Lo que tenemos es un problema de competencia. Hasta hoy, no hay un acuerdo universal de reducción de CO2 para la industria del turismo. Por los daños ecológicos tienen que pagar los otros, y eso es injusto.
¿Se puede comprar una conciencia tranquila pagando las compensaciones por CO2?
La compensación voluntaria es una especie de solución transitoria. Los problemas son otros. El mayor problema es que los vuelos se abaratan artificialmente y tampoco hay una solución sobre eso en el acuerdo de París. Pero es mejor si la gente compensa voluntariamente a que no paguen. Sin embargo, evitar volar es la solución óptima.
¿Qué pasa con el dinero que pago como compensación?
Se invierte en proyectos de la prevención del cambio climático, por ejemplo en países desarrollados. Puede ser una inversión en una planta de biogás en Honduras, un hornillo de solar en India o en proyectos de repoblación forestal. Pero la idea no es pagar y, por eso, sentirse libre a viajar siempre en avión.
¿Es posible que un día ya no se vuele en avión porque eso afecta tan gravemente al medio ambiente? ¿Será que solo la población rica podrá descubrir países lejanos?
Ya el turismo en sí es una cuestión muy elitista. Hay muchos destinos que la mayoría de la gente no puede pagar. No es una cosa nueva. Pero debemos aprender que cargamos con toda la responsabilidad por los daños al medioambiente. Y además tenemos que aceptar que los viajes en avión podrían ser más caros si se quitaran las subvenciones. Probablemente, viajaríamos menos, pero eso no es negativo, ya que así podríamos pasar más tiempo en un lugar para descubrir la cultura. No obstante, tendríamos que prescindir de viajes cortos, como pasar un fin de la semana en Londres o una noche escuchando música electrónica en Reykjavik.
¿Qué puedo hacer para organizar el próximo viaje de manera ecológica y sostenible?
Primero debería informarse sobre el país al cual desea viajar, y en general, prescindir de ofertas demasiado baratas, porque esas gangas significan que alguien más está pagando por lo que usted ahorra: el medio ambiente u otras personas. No haga todos los años viajes muy largos, solo de vez en cuando, y con poco equipaje. No viaje en cruceros.
Ser respetuoso con el medio ambiente también significa viajar en bicicleta. No siempre usar coches, sino movilizarse en tren. También es ecológico llevar bolsas de tela al supermercado para prescindir definitivamente de las bolsas plásticas. Los acumuladores son mejores que las pilas o baterías. No use todo el tiempo aire acondicionado en verano. Son muchas cosas pequeñas, pero hacen una gran diferencia. Luego de que haya llevado a cabo su viaje turístico, es útil hablar con los organizadores para hacer críticas con respecto a la sostenibilidad, y a cómo mejorarla. Y, por último, es bueno hablar de esto con mucha gente para difundir el tema y crear consciencia.
Frank Hermann es economista. Trabajaba desde hace muchos años en Centroamérica y Sudamérica. Realizó proyectos de investigación sobre turismo sostenible, escribe guías turísticas para la editorial Stefan Loose y da conferencias sobre sostenibilidad. Su libro "FAIRreisen – Ein Handbuch für alle, die umweltbewusst unterwegs sein wollen” (Turismo justo: un libro para todos los que quieren viajar con conciencia ecológica) será galardonado en la Feria Internacional de Turismo de Berlín (ITB) con el ITB BuchAwards.