Turbulencias monetarias en los países emergentes
28 de enero de 2014Los países emergentes, que durante la crisis financiera global fueron la esperanza del mundo occidental, atraviesan tiempos turbulentos. Los capitales de los países industrializados virtualmente los inundaron cuando ofrecían intereses altos en comparación con los de los países en crisis, reducidos a su mínima expresión. Pero desde que la FED comenzó a tantear un giro, los inversionistas privados e institucionales retiran sumas millonarias de los países emergentes, con la esperanza de conseguir nuevamente réditos mayores en casa, con menor riesgo.
“La actual situación explica por qué los ministros de Finanzas de los países emergentes decían entonces que no querían esa gran liquidez”, indica Günter Beck, profesor de la cátedra de Estudios Macroeconómicos Europeos de la universidad de Siegen. “Ese capital de inversión condujo primero a una evolución económica positiva, pero luego a un sobrecalentamiento; y, con ello, el enfriamiento está virtualmente programado de antemano”, señala Beck en conversación con DW.
Desorden económico
Efectivamente, ambos flujos de capital no les sentaron demasiado bien a los países emergentes. La masiva llegada de capitales durante la crisis financiera global llevó al ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantenga, a hablar incluso de una “guerra de divisas”. Mantega reprochaba que la política monetaria hiperlaxa de la FED llevaba capitales especulativos a Brasil, impulsaba los intereses y el tipo de cambio hacia arriba, amenazaba con provocar peligrosas burbujas de precios y, finalmente, desordenaba la economía.
Cada ministro de Hacienda y de Economía intenta atraer inversiones a su país. Pero lo fundamental es la dosis. Lo que en tiempos normales produce crecimiento y empleo, puede volverse un problema cuando el flujo de capitales que llega a un país en corto tiempo es tan grande que no puede ser absorbido.
Monedas bajo presión
Tan rápido como se revaluaron en su momento masivamente, las monedas de los países emergentes caen ahora en picada debido a que se retira demasiado capital en corto tiempo. El banco central argentino se dio por vencido y cesó sus compras dirigidas a estabilizar su divisa, a lo que el peso respondió el jueves pasado con una devaluación del 20 por ciento.
Especialmente afectadas se han visto las divisas de los países que más dependen del capital extranjero, como Turquía. Pero también el rublo ruso, el rand sudafricano, el real brasileño o el peso mexicano han perdido valor en forma considerable.
El éxodo del capital extranjero se inició ya en mayo de 2013, cuando el entonces jefe del banco central estadounidense Ben Bernanke insinuó ante el Congres la posibilidad de comenzar a abandonar gradualmente la política del dinero extremadamente barato. “Es muy difícil dar marcha atrás a esa política y en mi opinión tampoco es aconsejable hacerlo en una situación de crisis. Pero, desde mi punto de vista, es de importancia medular para la estabilidad a largo plazo”, indica Günter Beck.